Incendiaria en combustión

La llama y la arena

Todo empieza con un pequeño paso. Cualquier camino. Cualquier aventura. Con un pequeño paso. Era mi día número 39 en el desierto y había llegado hasta aquella llama. Había elegido el frío pero había llegado hasta aquella llama que se erigía como un delicado reflejo en el que mirarse.

Un espacio en el que encontrarse. Encontrarse con el otro en la escena y encontrarse con una misma. Así es el lugar íntimo que devanea entre la claridad y la sombra que propone el espectáculo «A Boa Nova», interpretado por Alisson Minas y con dramaturgia y dirección de Almir Ribeiro. Basado en el evangelio de San Marcos, «A Boa Nova» es una reflexión sobre el acto escénico que, más allá de contar la historia más conocida de occidente a través de una ecuación mínima y esencial –un actor, un ambiente intimista y la llama de una vela-, genera todo un diálogo con la recepción del público y abre un espacio de recogimiento y meditación. Así, en las diferentes presentaciones realizadas en Galicia de esta propuesta llegada de Brasil, en el público se generó desde la identificación más íntima y personal hasta la incomodidad más absoluta por los referentes religiosos a los que la historia remite.

Estaba buscando el hielo y encontré la llama de una vela.

La llama de una única vela es la que ilumina y calienta el trabajo unipersonal de Alisson Minas. La vela es también el corazón y el pulmón de la propuesta. Con ella, sentimos la respiración del actor anunciando el principio y con ella sentimos el pálpito del oxígeno que, al igual que el tiempo, también se consume. La vela, además de ser punto de luz, recuerda la fugacidad de la vida, atrae y concentra la mirada del público, instaura el ritual y la fantasía, determina contraluces, suscita imágenes y revela poco a poco el espacio onírico en el que luz y sombra conviven de forma conflictiva. La vela es también reloj de arena al revés, es el símbolo del tiempo efímero del aquí y ahora que también conlleva el hecho teatral, es el compás del tempo lento que marca la respiración del espectáculo. Entrar en «A Boa Nova» supone un cambio de respiración, un cambio de mirada y un recogimiento que nos aleja de la rutina de esta era de velocidad, ruido, furia y sobreinformación.

Un mundo primitivo, un mundo de ensoñación, un mundo repleto de ideas donde los ecos de la caverna platónica se confunden con las cavernas donde nuestros antepasados experimentaron el primer impulso artístico. La propuesta de Ribeiro y Minas lo traslada a través de las reproducciones que realizan de las pinturas rupestres de la brasileña Sierra de la Capivara. Y de esta forma, la historia –escritura- dialoga con la prehistoria –pinturas-, la época contemporánea de quien asiste dialoga en la obra con el impulso ancestral e inevitable de lo artístico que nunca ha sido útil si como utilidad se cuenta solo lo que puede ser usado como comercio y no como conocimiento.

La fricción entre creación y comercio se apunta en el espectáculo al mantener el pasaje de la expulsión de los mercaderes del templo, presente en el Evangelio y que «atraviesa» el cuerpo del actor. Un pasaje que nos recuerda como convertimos el cuerpo en comercio, las relaciones en comercio, la espiritualidad en comercio, la intimidad en comercio… Y todo en convivencia con una luz sutil y frágil que transforma ambientes y apoya imágenes tan delicadas como los del caminar femenino que construye el actor y que nos ofrece una lectura sobre la perseverancia de la mujer, mientras todos los discípulos del protagonista huyen y lo abandonan a medida que la historia avanza.

Y cuando todo llegó al lugar en el que todo comenzó, la llama se apagó.

Era el día número cuarenta en el desierto. Cuando la llama se apagó, en lugar de una oscuridad irremediable era el sol el que nos cegaba mientras caminábamos en medio del ajetreo diario. Cerré los ojos y llevé las manos al rostro con la intención de secarme las lágrimas pero entre los dedos únicamente se deslizaba la arena. Arena y más arena pero ya no era el desierto. Era aquel tiempo que me faltaba en medio de la velocidad imparable a la que había regresado.


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