La magia del espacio teatral
Qué queda después de una representación? ¿Cómo influye en una obra la energía que flota en los foros? Algo ocurre, aunque no lo distingamos, aunque no sepamos a qué obedece, es como la gravedad: la padecemos, pero no la detectamos.
Uno de mis teatros favoritos en París es el Bouffes du Nord, la escena rescatada del olvido y destrucción por Peter Brook y que tiene una fuerza especial después de años de trabajo. Recientemente asistí a la última puesta en escena del maestro Brook, ‘The Tempest Project’ en donde flota su espíritu a pesar de su desaparición. Este proyecto de espectáculo basado en la obra de Shakespeare tiene los elementos caros a Brook: minimalismo escénico, actuación depurada apoyada en el texto, y evocación de una magia primordial ligada a la escena.
‘La Tempestad’ de Shakespeare es una obra compleja con varias peripecias que tienden a una visión de conjunto del tema de la libertad, el poder y el perdón. Y así como se ve ven las ideas primordiales de Brook en su última puesta en escena, también aparece su falta de energía vital, debilidad que Brook trató de compensar al invitar para codirigir la obra a Marie-Hélène Estienne, quien se encarga de la actual reposición.
Pero no quiero hacer una crítica de la obra, quiero resaltar el espíritu de Peter Brook que flota en el espacio del Bouffes du Nord. Los muros tallados por los años y los espectáculos, la forma abierta de la escena sin telón, la peculiar distribución espacial del teatro, su foyer para la entrada del público que nos transporta al siglo XIX, y la manera en que se presenta la obra, cualquier puesta en escena, le da un atmósfera peculiar a este teatro.
¿Qué energía se acumula en un espacio teatral? ¿Será el escenario una especie de pista de lanzamiento hacia otros mundos? ¿Qué hay más allá de la escena, de esa reunión de energías humanas, plataforma de encuentro para vislumbrar otros mundos? Los grandes autores lo han intuido, y presentan el mundo del sueño, del Hades, esa entrada y salida de las potencias, saben que flota en el área del foro una energía de otras realidades. Los que hemos pisado un escenario lo sabemos, lo respetamos, lo tememos: ahí nacen y aterrizan los sueños.
En París hay muchos teatros emblemáticos: el clásico de la Comedia Francesa, en el corazón de París, el Teatro del Odeón en la ribera izquierda del río Sena que nació como contrapeso a la potencia de la Comedia Francesa, el de la Puerta de Saint-Martin… y muchos más construidos en el siglo XVIII y XIX y que siguen en funciones, además de los nuevos espacios como el Teatro de la Colina, fuera del centro, sin contar con las dos óperas, la Garnier del siglo XIX y la de la plaza de la Bastilla en el siglo XX. En todos estos espacios (y en muchos que me es imposible contabilizar) se ha acumulado una fuerza que te acoge cuando pisas sus duelas, ya sea como actor, como público o como curioso; la fuerza de un teatro te hace declamar, bailar, mostrarte. Se llama una escena con vida.
Un ejemplo primordial de escenario activo, vivo desde hace 2500 años, es el Teatro de Epidauro en el Peloponeso, Grecia. ¡Qué prodigiosa construcción que conjunta las fuerzas que invoca la tragedia! Cielo y mar, montaña y valle, con el llamado al público-pueblo. Prodigio activo en donde aparecen los personajes del mito, joya arquitectónica dotada de una acústica perfecta que los turistas probamos en cada visita.
La escena es indudablemente el principio del viaje y puedo suponer que el Teatro Bouffes du Nord fue recuperado para que continuara el viaje de Peter Brook, y ahora su poderosa herencia. Aquí se crearon sus obras más emblemáticas que culminan con ‘The Tempest Project’ canto del cisne del maestro que este año cumpliría cien. Juventud sin tiempo, pues ese foro sigue activo y con gran creatividad.
París, abril de 2025