La Matria/La Fura dels Baus
Parodia flotante
Obra: La Matria
Autor: Rafael Argullol
Intérpretes: Younes Bachir, Jaime Oms, Oumar Doumbouya, Samuel Delgado, Sergio Valiente, Tomás Gómez, Vanesa Papa, Zamira Pasceri.
Escenografía: Roland Olbeter
Música: Miki Espuma, Big Toxic
Producción: La Fura del Baus
Barco Naumon – Museo Marítimo de Bilbao – 27-09-04
Una responsable del montaje advertía al público antes de entrar al barco Naumon de que se trataba de un espectáculo con «lenguaje furero». Y un joven a mi lado le pregunto «¿Y eso qué quiere decir?», a lo que ella respondió: «que estarás de pie, que los actores actúan con mucha proximidad con el público y que te puedes mojar». No se puede pedir menos para explicar un concepto como es un lenguaje teatral que lleva un apellido. Me parece que la base filosófica de ese supuesto lenguaje no se distancia mucho, yo diría, además, que lo que tuvo de experimentación en la hibridación de lenguajes posindustriales, de estéticas apocalípticas, se ha convertido en un manierismo decadente, yo diría que rozando su propia parodia.
Toda la estética y parafernalia se multiplica en el vientre del barco. La sensación de claustrofobia se amplia, las músicas estridentes hacen más mella, los efectos mecánicos y los actores como apéndices de los mismos se palpan muy de cerca, pero a base de situaciones ya conocidas, de imágenes repetidas por la propia Fura desde hace veinte años, claro, se dirá que es un estilo, y que los elementos de agua, fuego, etcétera, son parte de su discurso, pero aquí que existe una autoría y una dramaturgia, parece más fragmentado que nunca, como si nunca se pudiera dar continuidad a las escenas sin buscar un más difícil todavía, pero que no va en un crescendo dramático, sino en una rutina muy previsible.
De este espectáculo quedará su envoltorio, el barco, porque la obra en sí misma no tiene ni detalles sorpresivos desconocidos, y lo que es el conjunto artístico, se insiste en el campo del cuerpo como herramienta creativa total, pero en una versión descafeinada. Músicas, luces, ambientaciones, dentro de la fórmula. Pero siguen con su «lenguaje furero» que funciona publicitariamente de manera eficaz.
Carlos GIL