La mirada de Sísifo
Podría ser esta una mirada negativa hacia la actualidad teatral de lo institucional en Galicia después de conocer el regreso a la dirección del Centro Dramático Galego del que fuera su director durante la etapa Fraga tras la destitución de su última directora. En la rueda de prensa de la toma de posesión se dejó claro que la decisión fue «a dedo y totalmente legítima» y también que el CDG «no es la casa de todos sino de los mejores, que no es un lugar para crear obra dramática sino para consolidarla y que no es un lugar para la experimentación». Es una apuesta clara –cosa que siempre es de agradecer- pero también es una apuesta bastante inquietante.
Pero esta no va a ser una mirada hacia la institución de un sector y una sociedad que tanto tiene que hacer en la creación y la formación de público o en estrategias para la estabilidad de sus compañías. Es una mirada que, sin ser escapista, se desvía hacia otras realidades y se detiene en la VII Mostra Latinoamericana de Teatro de Grupo que desde el 24 y hasta el 29 de abril se celebra en la ciudad brasileña de Sao Paulo.
«Un lugar para verse y no solo para ser vistos», es la filosofía que rige este evento organizado por la Cooperativa Paulista de Teatro y que este año ofrece la posibilidad de acercarse a trabajos de grupos de México, España, Cuba, Uruguay, Argentina y diferentes regiones de Brasil como Porto Velho, Recife o Florianópolis. Un espacio para el encuentro no solo artístico sino humano gracias a las demostraciones de trabajo programadas para cada grupo. Pero la mirada no se detiene ahí, ya que dicha muestra tiene en la presente edición otra mirada: «El papel de la mujer en la producción teatral de América Latina». Una mirada femenina donde las mujeres no son las únicas protagonistas.
Así, desde el cabaret ácido y político de las Reinas Chulas, a la propuesta en clave de clown de «Las tres hermanas» de Traço Cia. de Teatro o «Las tribulaciones de Virginia» de los Hermanos Oligor, han sido algunos de los trabajos que se han ido presentando en esta semana que ofrece la oportunidad de desviar la mirada eurocentrista que a veces nos asfixia y nos encierra.
Y la pregunta asalta por sorpresa con un mito tan europeo y universal como el de Sísifo. Hacia dónde mira Sísifo? Hacia atrás para cerciorarse de todo lo que ha subido y de lo que le queda por volver a subir o hacia adelante, para concienciarse de todo lo que le queda por seguir subiendo? La respuesta llega rápido: después de todo, no podemos olvidar que además de ser condenado a subir perpetuamente una piedra a lo alto de la montaña también fue castigado con la ceguera.
Saber dirigir la mirada, aprender a ver y aprender a vernos en nuestro contexto, saber cuál es la realidad que queremos en esta esencia absurda del mirar atrás y volver a empezar que tiene el hecho de ser humano. Pero más que al llanto o a la queja de la condición «sisífica», me gustaría dirigir la mirada hacia el instante de liberación y de felicidad que hay en ese momento justo de llegar a la cima, justo antes de caer para volver a empezar.