La Navidad no existe, y los padres tampoco
Una/o está metida/o hasta la trancas en la ilusión del mundo que ha creado.
Sí, lo has creado tú.
No me refiero a los hechos en sí, sino a la interpretación de esos hechos.
Una/o está metida/o hasta el cuello en la ilusión de «así son las cosas», «mi vida es esto o lo otro», «mi familia es tal», «la gente es cual», «pasa esto y aquello», «los políticos son así», «mis sentimientos son asá» y «bla bla bla»; sin conseguir, ni por asomo, salirse del propio sueño, que es la vida.
Quizás una/o no sepa salir de ahí porque no se ha enterado, aún, de que no existe tal lugar, tal mundo o tales circunstancias de las que una/o tenga que salir, ya que no son más que una ilusión.
Sí, una ilusión.
Y si no me creen, investíguenlo.
¿Me acompañan con un ejemplo?
Observen un simple hecho. Mirar un zapato por ejemplo.
Obsérvenlo con mucha atención, sin pensar, sin retener información.
Miren su color, la textura, la luz que le llega.
De igual forma, y al mismo tiempo, obsérvense a sí mismos observando el zapato. Sin entrar en conclusiones, ideas o pensamientos que definan la situación. Simplemente observen.
Ahora hagan exactamente lo mismo pero cuando miren el zapato recuerden los lugares a los que han ido con él.
Visualicen alguna situación en la que hayan sentido algo positivo a nivel emocional con esos zapatos puestos. Quizás le recuerden a una persona. Observen el zapato y traten de sentir ese sentimiento vinculante.
Y por último, repitamos el ejercicio pero esta vez utilizando la invención.
Imaginen, por ejemplo, que ese zapato es de un/a maltratador/a, alguien que les produzca rechazo o miedo.
Observen qué pasa con ese pensamiento. Observen su cuerpo, sus sensaciones. Fantaseen con ello y relaciónense interiormente con el/la dueño/a del zapato mientras lo miran.
¿Qué diferencia hay entre la primera vez y la última? ¿Pueden verlo?
EL hecho es el mismo: un zapato y un observador.
EL poder de transformación (creación) proviene del ojo del que observa.
Esa es nuestra propia trampa: haber olvidado el poder que tenemos. Supongo que así es más fácil no hacerse cargo de las cosas que una/o crea.
Da igual el «sueño» que estés viviendo ahora, disfrútalo, o súfrelo, qué más da, es parte de un juego que un día acabará. Tú eliges.
Transformemos realidades, honremos el regalo que nos ha sido dado.
No hace falta esperar fechas señaladas.
La Navidad no existe, y los padres tampoco. Somos todos hijos.
…pero esta no es más que una interpretación de la cosa.
¡Feliz vida a todos/as!