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La revolución, el pueblo y las grandes conmemoraciones

El calendario nos va dictando en qué debemos fijarnos y en qué debemos pensar. Las efemérides y las conmemoraciones mandan. En las artes escénicas y en el sector cultural, como servicio público y dependiente, en buena parte, de lo público, esto aún resulta más marcante. Sin embargo, podemos encontrarnos con la sorpresa de que la coyuntura se aproveche no de manera oportunista, para encajar en la agenda de los eventos a la carta, de moda, sino para darle la vuelta y aprovechar la oportunidad para buscar ángulos y miradas inéditas y críticas.

En el vecino Portugal, durante este año 2024 se conmemora el 50º aniversario de la Revolución de los Claveles y esto ha dado lugar a un despliegue actos que también, lógicamente, ha influido en la producción de artes escénicas.

El domingo 6 de octubre fui, lleno de curiosidad, al Teatro Carlos Alberto de O Porto para ver uno de los espectáculos de título más largo que yo recuerdo haber visto: ‘AS GRANDES COMEMORAÇÕES QUASE OFICIAIS DO PERÍODO HISTÓRICO HABITUALMENTE CONHECIDO COMO PREC (PROCESSO REVOLUCIONÁRIO EM CURSO)’ [Las grandes conmemoraciones casi oficiales del período histórico habitualmente conocido como PREC (Proceso Revolucionario En Curso)], “organizadas por la Comisión de Fiestas Populares del Teatro Experimental do Porto y de la ASSéDIO – Compañía de Teatro”, en coproducción con el Teatro Nacional São João. Un espectáculo festivo y, a la vez, monumental, dirigido por Gonçalo Amorim, que junta a dos compañías teatrales y a un equipo de dramaturgia coordinado por Rui Pina Coelho, que incluye textos de Joana Bértholo, Joana Craveiro, Jorge Louraço Figueira, Jorge Palinhos, Lígia Soares, Pedro Goulão, Sérgio de Carvalho y el propio Pina Coelho. Un plantel de dramaturgas y dramaturgos que, a través de piezas o escenas breves, acaban por componer un panóptico poliédrico sobre el PREC, el período que sucedió al 25 de abril de 1974, fecha de la Revolución de los Claveles, hasta, aproximadamente, el 25 de noviembre de 1975.

Panóptico porque el punto desde el que se observan los hechos es el de la izquierda, utópica y melancólica. Poliédrico porque las miradas son diferentes y van a acabar por generar una perspectiva paraláctica, que se va desplazando por los ángulos de visión que nos ofrecen los textos de esta variedad autoral. En ese equipo podemos encontrar a Joana Craveiro, que ya ha explorado y expandido, de una manera impresionante, la memoria histórica más reciente, desde una poética y una estética muy contemporáneas, jugando con materiales testimoniales muy pegados a la clase media trabajadora e incluso a lo biográfico, siempre trascendido. Es por ahí por donde parece que confluye esta revisión dirigida por Gonçalo Amorim, de naturaleza plural y colaborativa: el foco en el pueblo y, más en concreto, de aquellas y aquellos activistas de izquierda, trabajadores, operarios…
“Este espectáculo desconfía de las blandas costumbres y de cómo en Portugal se hizo una revolución (casi) sin sangre. Este espectáculo desconfía de la narrativa de que hubo un bando de brutos y analfabetos que no supieron qué hacer con la libertad que los soldados del MFA les había echado al regazo. Este espectáculo duda, también, de la narrativa de que los días del PREC habían sido locos, excesivos, desorientados, a remolque de un bando de peligrosos izquierdistas que tuvieron que ser puestos en orden. Este espectáculo duda de la narrativa de que los portugueses no estaban preparados para la democracia. […] Este es un espectáculo dedicado a todas y a todos los que aún consiguen estar motivados. Sí, motivados, porque esto aún no ha acabado.”

Texto del programa de mano que también escuchamos interpretado por João Miguel Mota, en el monólogo al público, bromeando con su apariencia de topo y con la dualidad actor/personaje alegórico de la Revolución y de todas cuantas ha habido en el mundo, por lo menos de las que conocemos, así como de las personas, en cierto sentido heroicas, que las han impulsado. Un texto que define muy bien el objetivo de un espectáculo que no puede ser encarado por un solo artista, por una sola compañía, por una sola dramaturga, sino que apuesta por la pluralidad de base asamblearia y popular. De ahí también que se atribuya a un “Comisión de Fiestas Populares” y que juegue con una estructura “PRECFORMATIVA”, en la que el PREC (Período Revolucionario En Curso) se performativiza sobre el escenario a través de pasajes que recuperan algunos capítulos de aquella época, como el de Zé Diogo, el tractorista agrario que asestó una navajada al patrón fascista que abusaba de él y de todos los trabajadores que tenía a su servicio. Pieza breve de Sérgio Carvalho que Gonçalo Amorim escenifica con la doble articulación teatral o metateatral, echando mano de los recursos del “teatro do oprimido” de Augusto Boal, con las actrices y actores, incluida una espectadora que se prestó a leer una carta, probando a reconstruir las situaciones en las que Zé Diogo fue juzgado etc. De este modo, Zé Diogo se erige en un arquetipo de la Revolución, una figura ejemplar del pueblo, igual que Tiago Rodrigues puso en foco a Caterina Eufémia, la segadora asesinada en la aldea portuguesa de Beleizão durante la Dictadura, en su obra ‘Caterina e a Beleza de Matar Fascistas’.

También encontramos un monólogo casi cabaretero, titulado ‘El Vestido’, de Lígia Soares, en el que la actriz revisa la importancia de los deseos para la revolución, e incluso de sentirnos deseados, reducido esto, en la actualidad, al deseo de consumir, proyectado irónicamente en la propiedad privada, ya sea de un vestido, ya sea de un sofá o de unas pantuflas.

Esto conecta con fragmentos de textos exógenos que ilustran y agitan nuestra conciencia, como puede ser el de La muerte de un viajante de Arthur Miller, cuando Willy Loman y su esposa Linda celebran que acaban de pagar la hipoteca, después de tantos sacrificios la casa es suya finalmente, pero el drama no ha hecho más que empezar.

El elenco, formado por João Miguel Mota, Eduardo Breda, Pedro Galiza, Teresa Arcanjo, Catarina Chora, Tomé Pinto, Inês Afonso, Pedro Quiroga Cardoso, Daniel Silva, Telma Cardoso y Maria Inês Peixoto, consiguen esa energía coral de equipo tan necesaria y activadora, tanto en los momentos de composición más visual y estética, como en aquellos en los que cantar y manifestarse, dentro de la poética de los manifiestos, de tradición revolucionaria, constituye la unión de lucha y fiesta.

La escenografía de Catarina Barros, con las dos escalinatas blancas móviles y la pantalla, facilita un espacio dinámico de juego, muy dúctil para generar disposiciones que nos remiten a la plaza pública, lugar por antonomasia de las asambleas, pero también a las gradas de un auditorio o teatro, o a esa escalera simbólica por la que ascender a los objetivos revolucionarios etc.

Entre las escenas que activan el canto están la evocación que parece indicar el título de la pieza de Jorge Palinhos con ‘O Fado da Revolução’, introduciendo el género musical más icónico de Portugal que, al mismo tiempo, nos remite a lo tradicional e inamovible y, por tanto, contrario al progresismo inmanente en la idea de cambio y revolución. También al “hado” o al “destino”, si lo traducimos.

Continúa, en la Segunda Parte, dedicada a la “Melancolía” de la izquierda, la música y la canción protesta, recordando lo acontecido con la elección de la canción que iría a representar a Portugal en Europa, a través del escaparate comercial del Festival de Eurovisión. De eso trata ‘O Alerta não ganhou’ de Joana Bértholo, en referencia a la canción de José Mario Branco, contra la explotación capitalista de los trabajadores, “por la paz en un mundo nuevo”, que no ganó.

Acaba ‘AS GRANDES COMEMORAÇÕES QUASE OFICIAIS DO PERÍODO HISTÓRICO HABITUALMENTE CONHECIDO COMO PREC (PROCESSO REVOLUCIONÁRIO EM CURSO)’, quizás el espectáculo con el título más largo del mundo, un título que también parece una revolución en proceso, con una celebración en medio de la cual podemos ver en la pantalla, a ras del suelo, a la “Comisión de Fiestas Populares”, o sea: a las personas que integran el TEP – Teatro Experimental do Porto y la ASSéDIO – Compañía de Teatro, también de la ciudad de O Porto, pintando en una pared blanca, una escena que evoca ‘La libertad guiando al pueblo’ de Eugène Delacroix, que simboliza la Revolución de 1830 en Francia, adaptada a la Revolución de los Claveles, en cuyas siluetas se han colocado las personas integrantes del equipo artístico de esta “Comisión de Fiestas Populares”.

Salgo del TECA (Teatro Carlos Alberto) abrumado por todo lo que he visto, por todo lo que he sentido, por todo lo que he aprendido y por todo lo que se me ha pasado por la cabeza. El espectáculo comenzó a las 16h. y acabó a las 19h15 aproximadamente, que eran las 20h15 por la hora española. Llegué a casa, en Vigo, y no pude hacer otra cosa que sentarme a pensar un poco en lo que había visto. Y así, sin documentarme ni dejar pasar el tiempo, escribo este artículo, cavilando en que ‘AS GRANDES COMEMORAÇÕES…’ no es únicamente necesario para recuperar la memoria de la clase trabajadora, activista y de izquierdas, que impulsó aquella Revolución de los Claveles, que no fue solo flor de un día, porque implicó una lucha por conquistar la libertad y la emancipación democrática, tradicionalmente machacadas por la larga Dictadura. También es la alerta ante la situación actual, con la amenaza del ascenso de las ultraderechas y con el secuestro de la conciencia por parte de los algoritmos de la máquina implacable de consumismo capitalista.
Salgo de ‘AS GRANDES COMEMORAÇÕES…’ considerando que, efectivamente, el PREC, como su nombre indica, “proceso revolucionario en curso”, aún no ha acabado.

P.S. – Otros artículos relacionados:

“‘Estética, Resistencia y Melancolía’. Pensar en juego”. Publicado el 24 de abril de 2022.

“Dos visiones sobre la juventud. Raimund Hoghe. Gonçalo Amorim y Rui Pina Coelho”. Publicado el 15 de abril de 2018.


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