Críticas de espectáculos

La tentación de San Antonio/Robert Wilson

MINIMALISTA OPERA NEGRA Dirección, escenografía e iluminación: Robert Wilson
Música y libreto: Bernice Johnson Reagon
Intérpretes: Carl Hanckock Rux, Helga Davis, Stephanie Battle, Bukanla, Don Jones, Aleta Hayes, Marcelle Lashley, Kismet Lyles, Gloria Mcneal, Conrad Neblett, Josette Newsman, James Staten, Jason Walker, Charles Williams, Leonard Wooldridge, Christalyn Wright
Sala Argenta (Santander), 10/08/03
Es una ceremonia, una celebración plástica de la misa negra, teatro que confronta lo místico a una estilización preciosista.
Con una escenografía plana, nada rígida y que posibilita multiplicar el registro narrativo, este solemne festejo afro se asienta sobre una estructura que recuerda a la disposición griega, con su orquesta, coro, protagonista y deuteragonista. Una convención que libera de hermetismo dramático y que favorece una mayor versatilidad estética.
La trama, novelada por Flaubert, se nos cuenta, aquí, a través de unas composiciones musicales que rezuman alma negra, pero, en su consecución última, es el encuadre, esa luminotecnia de microscopio, el vector resultante del sentido escénico. Una luz que matiza con brocha fina y que acaba erigiéndose en transmisor, como suplantando la función semiótica del elenco, que más que interpretar, refleja. Una precisión técnica que a menudo busca lo efectista sobre lo efectivo y que permite dividir la escena en distintos niveles rítmicos para que lo denso sea más diluido, para que la recepción sea más visual que intelectual. Es así que se va mitigando la trascendencia originaria con el uso de unos objetos y una indumentaria premeditadamente naif, pero, en una paradoja artística, Robert Wilson rodea al evento de una atmosfera ceremonial definitoria.
Todo tiene un halo religioso que se ve refrendado por un núcleo interno donde la expresividad es minimalista, muchas veces contenida, casi congelada, pero que parte siempre de un movimiento que, lejos de renegar, realza la idiosincrasia de la cultura negra. Es otro oxímoron que subyace, porque, como se ha dicho, lo pictórico funciona como un arte autónomo que da cohesión y contenido, haciendo converger direcciones opuestas en apariencia.
Consecuentemente, en este mestizaje de propuestas, se acaba definiendo un cuadro homogéneo, un ritual bello, donde la transición lenta, la quietud y la pausa dejan regusto a tendencia añeja.
Borja Ruiz
Gaitzerdi Teatro


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