La Troiane/Compañía Teatral Europea
LA INCOMUNICACION DE “LA TROIANE”.
La idea de organizar a mitad de semana estas dobles funciones – “Electra” y “La Troiane”- de compañías extranjeras desconocidas, con enrevesados espectáculos / “bolos”, no ha resultado un cierre acertado del Festival. La deducción más alarmante, además de cuestionar la calidad y el prestigio -la individualidad y la “internacionalidad”- del evento, ha sido la gran ausencia de público, tanto en el teatro como en el anfiteatro.
“Le Troiane”, ha sido un fiasco total por su incomunicación con el público. También una novatada de la organización del Festival, en su afán necio de justificar la “internacionalidad” del evento. Porque espectáculos con lenguajes artísticos tan complicados como este ya se ha visto otras veces que no están a la altura del gusto y la sensibilidad de la mayoría del público que asiste al Festival.
Montada por la Compañía Teatral Europea (un nombre rimbombante para una compañía en ciernes), con artistas de varios países, “LeTroiane”, tragedia centrada -como se sabe- en el amargo destino de las mujeres de los héroes vencidos en Troya, tiene el error de la barrera del idioma, al ofrecer en varias lenguas una propuesta experimental de traslación de la tragedia a la imagen del mundo de hoy -o tal vez “muchas propuestas”, según el desorientado Director General del INAEM- que no tiene sentido cuestionar en su contenido, porque a la lectura de la traducción del texto en una pantalla distanciada le desborda un embrollado material artístico encajado en el espectáculo.
El resultado es un gazpacho de artificios recurrentes de ensayo dramático -el desdoblamiento de varias actrices en Hécuba declamando cada una en idioma distinto es un lío bien gordo- que se convierte en una opresión para los espectadores que terminan perdiendo el hilo conductor de la historia y se incomodan porque no logran digerir ninguna de las propuestas que se diluyen rápidas en cada escena por el firmamento del anfiteatro. Pero visualmente ocurre igual, el montaje se excede en la contención estática de sus escenas con más “recitado” que “interpretación”. Cuando esto sucede la función se va desdibujando en el sopor y aburrimiento que producen estragos en el espectador que termina durmiéndose o iniciando en los intermedios oscuros un paulatino éxodo hacía la calle. Y eso fue lo que ocurrió.