En cartel

‘La vida es sueño’ de Cheek by Jowl y la CNTC, en el Teatro de la Comedia de Madrid

La primera producción en español de la compañía británica permanecerá en cartel hasta febrero

La trágica historia de Segismundo, príncipe heredero de Polonia encerrado en una torre desde su nacimiento por su propio padre, que Calderón de la Barca dramatizó en ‘La vida es sueño’ (Life is a Dream), una de las obras más reconocidas del Siglo de Oro español, llega a Madrid, a cargo de la compañía procedente de Reino Unido, Cheek by JowlDeclan Donnellan y Nick Ormerod levantan en escena su primer montaje en español coproducido por la Compañía Nacional de Teatro ClásicoCheek by Jowl y LAZONA Teatro, con la colaboración de Barbican (Londres) y Scène Nationale d’ALBI•Tarn (Francia) y el patrocinio de Loterías y Apuestas del Estado.    

La producción se estrenó en el Teatro Lope de Vega de Sevilla el pasado 14 de octubre y ha recorrido ciudades como Girona, Valladolid, Valencia o Avilés. En Madrid, el montaje se representa en Teatro de la Comedia entre el 15 de diciembre y el 26 de febrero. Posteriormente, podrá verse en Scène Nationale d’ALBI•Tarn (Francia) el 9 y 10 de marzo, en Barbican (Londres), donde Cheek by Jowl es Artistic Associates, entre el 13 y el 16 de abril, Alicante (5 de mayo) o Gijón (21 y 22 de julio).

Si bien es el segundo montaje de Cheek by Jowl perteneciente al repertorio del teatro clásico español, ya que en 1989 llevaron a las tablas ‘Fuenteovejuna’, de Lope de Vega; este es el primer montaje que Declan Donnellan dirige interpretado por un elenco de actores españoles: Ernesto Arias, Prince Ezeanyim, David Luque, Rebeca Matellán, Manuel Moya, Alfredo Noval, Goizalde Núñez, Antonio Prieto e Irene Serrano.

En palabras de Lluís Homar, director de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, «con este montaje cumplimos el sueño de que Cheek by Jowl, que es la referencia internacional en cuanto a una mirada sobre los autores clásicos, dirija una obra del repertorio clásico español, como es ‘La vida es sueño‘, de Calderón de la Barca, sin duda, el título por excelencia de nuestro Siglo de Oro».

Declan Donnellan, director del montaje, considera que «es genial trabajar con esta maravillosa compañía de actores españoles, y en esta obra, posiblemente el mayor logro del Siglo de Oro español. Estuvimos actuando en España antes de actuar en Londres, en el otoño de 1984. Eso fue con Pericles, que posteriormente realizó una amplia gira por Reino Unido, Europa y más allá. En el espíritu de esa odisea y aventura, esperamos llevar nuestra nueva producción de La vida es sueño al Barbican y compartirla con audiencias de todo el mundo en la próxima temporada».

Miguel Cuerdo, director de Producción de LAZONA, afirma que «La vida es sueño es Historia del teatro, con mayúsculas. Un título emblemático de nuestro repertorio. Es el ejemplo del teatro que trasciende el escenario y se convierte en referente popular, ¿quién no sabe terminar la frase «porque la vida es sueño…»? Es la prueba de que el teatro ha gozado de una posición relevante en la sociedad y de que el teatro importa y sirve, también hoy en día. Pero la producción que tenemos entre manos, además, es historia viva porque habla de puentes, de viajes, de mestizaje, de romper barreras, no sólo del idioma sino de la manera de trabajar, de crear entendimiento. Es un sueño que Declan Donnellan haya dirigido por fin a un elenco español. Son años de conversaciones, de sueños, de esfuerzo, de ilusiones. Y hoy, por fin, es un sueño cumplido».

Publicada en 1636 en la Primera parte de comedias de Don Pedro Calderón de la Barca, ‘La vida es sueño’ es una de las obras más paradigmáticas del teatro barroco español y, según numerosos estudiosos, la obra cumbre de Calderón de la Barca. A través de la historia de Segismundo el dramaturgo formula preguntas universales sobre la libertad y el destino. Declan Donnellan se ha encargado de la dirección de este montaje, mientras que la adaptación de la dramaturgia es obra de Declan Donnellan y Nick Ormerod quien, por su parte, es el responsable del diseño de la escenografía y el vestuario.

Alfredo Noval, que tiene el reto de interpretar al protagonista, explica que «el Segismundo que estamos construyendo es un personaje que carece de todo tipo de habilidad social, pese haber tenido una formación académica por parte de Clotaldo, y que nunca ha recibido ninguna muestra de afecto o cariño. Esta es la base que va a hacer que a lo largo del recorrido de la función vaya aprendiendo del resto de personajes y también del público para desenvolverse socialmente y entender qué significa ser un hombre en la sociedad pero también alguien que le corresponde una situación de clase como es ser príncipe de Polonia». Y concluye: «Podríamos decir que es un bebé al que se le ha quedado pequeña la cuna y que poco a poco se va corrompiendo».

Rebeca Matellán encarna a Rosaura, el personaje femenino principal de La vida es sueño. Para la actriz «Rosaura es una heroína del teatro del Siglo de Oro por cómo decide afrontar y enfrentarse a los distintos obstáculos y adversidades que se le van presentado a lo largo del camino». Y añade: «Rosaura va a suponer una especie de luz de guía en la transformación que a partir de este momento va a empezar a sufrir Segismundo».


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Un comentario

  1. Los primeros 20 minutos la cosa resulta catastrófica, con un Segismundo balbuceante que destroza un texto magnífico ante el que todos los amantes de la buena literatura deberían hacer libaciones.
    En ese punto, uno se teme lo peor.
    Pero luego -inesperadamente- la obra remonta y acaba teniendo momentos decentes, incluso buenos.
    Lo mejor de todo, Clarín. Un gracioso graciosamente interpretado. También Basilio eleva el nivel, aunque absurdamente el director le hace deambular sin sentido por escena durante toda la obra. ¿Por qué? Ni idea, no hace más que molestar, pero el director debió pensar que significaba algo. Debe de haber inventado el teatro con notas al pie.
    Lo peor, Segismundo, el del comienzo y también el que interpreta luego de manera demasiado autoconsciente, buscando la risa fácil del público, en vez de penetrar a fondo en la tragedia del personaje. Tiene momentos loables, pero en general resulta excesivo y exagerado.
    También es horrible Astolfo. Recita como si él fuera retardé, creyendo sin duda que también el público lo es.
    Y la catetada de provinciano de traer un director inglés, por bueno que sea, para dirigir un clásico español…
    Eso no tiene nombre. ¿No tenemos directores buenos? Patético.
    Gocé, pero siempre con la irritante sensación de que los actores y la puesta en escena me estorbaban disfrutar a fondo a Calderón, el mejor dramaturgo de la historia.
    Seguimos.

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