La Villana/Amadeo Vives/Teatro de La Zarzuela
Entre trigales y cielos de la Mancha
Con la nueva producción de La Villana de Amadeo Vives, el Teatro de la Zarzuela recupera, 90 años después de su estreno y 30 años después de su última representación en el mismo teatro, la obra de Vives, considerada por los especialistas como una de sus mejores zarzuelas. El coliseo madrileño restituye La Villana con dos grandes repartos, la orquesta bajo la batuta de Miguel Ángel Gómez Martínez y la puesta en escena firmada por Natalia Menéndez que debuta como directora en el Teatro de la Zarzuela. Los cantantes y el director musical defienden con talento y convicción La Villana, una de las más emblemáticas zarzuelas del siglo XX, de la que Natalia Menéndez ofrece una lectura muy nítida, sin ninguna intención de actualizar la trama, destacando muy pertinentemente sus temas siempre actuales.
La Villana, una de las últimas zarzuelas del prolífico compositor Amadeo Vives, basada en la tragicomedia de Lope de Vega Peribañez y el comendador de Ocaña, sigue la trama de su modelo teatral, al que los libretistas, Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw, añaden el episodio del comerciante judío David, cómplice del comendador. Este homenaje a Shakespeare (El mercader de Venecia) enriquece la dramaturgia, proporcionando más complejidad al conflicto, al intento del comendador de abusar de Casilda, subrayando al mismo tiempo la resistencia y la fidelidad a su esposo de esta mujer incorruptible.
Respecto a la obra de Lope, los libretistas añaden también un aspecto político a la dramaturgia con el pueblo dividido entre la envidia por trabajar para Peribañez, un villano rico, y el aprecio por tener un patrón honesto y justo.
Natalia Menéndez, totalmente respetuosa con la obra, incluye en su puesta en escena un homenaje al gran poeta del teatro, Valle Inclan, a través del personaje del poeta Olmedo, ciego como Max Estrella, que ve la realidad mientras los otros se fían de las apariencias.
Vives reduce en La Villana los diálogos hablados. Su partitura es un refinado tejido de elementos folclóricos, y música muy elaborada, impregnada de neoclasicismo, en algunos momentos con resonancias berliozanas, wagnerianas y puccinianas.
Respecto a algunas de sus zarzuelas más populares en la partitura de La Villana no hay efectos espectaculares ni tampoco arias que queden inmediatamente en la memoria.
Con su absoluto sentido de la dramaturgia musical Vives expresa las tensiones dramáticas de las situaciones, dibuja las emociones intensas de los personajes y destaca los momentos cómicos, otorgando un papel importante al coro.
Natalia Menéndez vertebra su puesta en escena en torno al tema del abuso de poder omnipotente que destroza con un intento de abuso sexual, la vida de la pareja de los humildes villanos recién casados, que desafían la tiranía y la injusticia. Destaca en la obra la dimensión social y simbólica del conflicto.
Así, la resistencia de Casilda y la rebeldía de Peribañez contra la violencia del Comendador que mata defendiendo su honra y su dignidad, con el apoyo del pueblo, obtienen la justicia y el perdón del Rey.
Para contar esta historia Natalia Menendez inscribe su puesta en escena en un espacio despejado, muy amplio, que evoca el paisaje y el cielo de la Mancha y que va cerrándose a medida que el conflicto se intensifica.
En el escenario nada es anecdótico. En los laterales del escenario, los muros del patio de la casa de Peribañez. En el balcón a la izquierda al final aparece el Rey. En el fondo del escenario un campo de trigo y detrás una tela pintada con el cielo, donde se proyectan los cambios de luz : el amanecer, la puesta del sol.
Delante del campo de trigo, en algunas escenas, una empalizada de madera que delimita el patio de la casa de Peribañez.
Se nota el excelente trabajo de iluminación de Juan Gómez Cornejo que matiza los ambientes creando imágenes pictóricas.
Toda la gama de colores, desde el blanco hasta el negro, se despliega en la escenografía y en los vestuarios estilizados inspirados en los de la época.
La puesta en escena, fiel a la trama de la obra, sin efectos especiales, con poca invención, es lineal, a veces demasiado estática.
En la interpretación expresiva, realista, se recurre a menudo a los tópicos.
Pero hay también algunos momentos relevantes. Como por ejemplo en el Acto I el magnífico dúo de Peribañez (Angel Odena, barítono) y Casilda (Nicola Carbone, soprano) sentados en primer plano, o la canción de las joyas de David (Ruben Amoretti, bajo) o, asimismo, la oración, emocionante por su delicado lirismo, de Casilda en el Acto II.
También las partes del coro, por ejemplo el coro de aspecto marcial del Acto II y al principio del III, tienen una gran intensidad dramática, particularmente en la escena solemne del final.
En definitiva es una versión de La Villana sin pretensiones, rigurosa y generosa, que vale la pena de ver.
Irène Sadowska
La Villana
Zarzuela en 3 actos
música de Amadeo Vives
libreto de Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw
basado en la tragicomedia Peribañez y el Comendador de Ocaña de Lope de Vega
dirección musical, Miguel Ángel Gómez Martínez
dirección de escena, Natalia Menendez
escenografía, Nicolás Boni
vestuario, María Araujo
iluminación, Juan Gómez Cornejo
coreografía, Mónica Rundi
Primer reparto
Nicola Beller Carbone, soprano – Casilda, Milagros Martin, soprano– Juana Antonia Sandra Fernández, mezzo soprano – Blasa, Ángel Odena, barítono – Peribañez, Jorge de León, tenor – Don Fabrique, Rubén Amorretti, bajo– David, El rey, Manuel Mas, barítono – Roque, Javier Tome, tenor – Olmedo, Ricardo Muñiz, tenor – Miguel Ángel, Carlos Lorenzo, – Actores, Lazarillo de Olmedo, Rodrigo García – Chaparro, Román Fernández Cañadas – El licenciado
Bailarines
Orquesta de la Comunidad de Madrid
Coro titular del Teatro de la Zarzuela,
Del 27 de enero al 12 de febrero 2017 en el Teatro de la Zarzuela de Madrid.