La Zaranda estrena ‘Manual para armar un sueño’, una oda a la esperanza
El nuevo montaje de la legendaria compañía se representará el 15 de abril en Toledo
El próximo 15 de Abril se estrenará en el Teatro de Rojas de Toledo la última obra de La Zaranda, ‘Manual para armar un sueño’, un viaje infinito en la historia y que, sin embargo, transcurre en el corto espacio que va de un camerino al escenario. En esta nueva producción del legendario grupo, cuya trayectoria tiene como constantes teatrales el compromiso existencial y el partir de sus raíces tradicionales para revelar una simbología universal, la búsqueda de una poética trascendente se hace con texto de Eusebio Calonge, la interpretación de Gaspar Campuzano, Francisco Sánchez y Enrique Bustos; la dirección y el espacio escénico de Paco de La Zaranda, iluminación de Peggy Bruzual y la realización artística de Eduardo Saborido.
La obra imagina un sueño tan delgado como el hilo de una cometa que resiste a toda suerte de tempestades. ¿Y si volviera a la vida? Se pregunta este personaje olvidado en el fondo del espejo. Frente a él, un actor ha ido envejeciendo camerino a camerino, maquillando su íntima derrota, sus gastadas ilusiones, ese desengaño que ensombrece sus días. Tantas cosas han muerto en él que la vida no será lo suficientemente larga para olvidarlas. Pero hoy escucha esas voces dentro del azogue y es como si el alma se le devolviera al cuerpo. En este presente estéril en que el hombre no parece estar a la altura de sus sueños, con sus postreras fuerzas, saldrá a irradiar esperanza al escenario. Aliado con su personaje removerá con su zaranda en las entrañas del teatro, topándose con sus vicios y virtudes, con su humanidad siempre. Bajarán hasta los infiernos, cruzarán dédalos donde los burócratas almacenan su tedio, sortearán los socavones que cubren las alfombras rojas de la fama, alumbrarán las oscuras galerías donde la vulgaridad empantana todo, intentando liberar a Segismundo de una realidad alienante y prosaica.
Según escribe su autor, Eusebio Calonge, “creo que La Zaranda avanza siguiendo las huellas y que esta obra es un paso más en la búsqueda entre tradición y vanguardia”.
«Nuestro Teatro Clásico parece haberse quedado en la orilla de unos siglos y el teatro actual en la de un puente derruido que nos impide cruzar, alcanzarlo -añade-. Los intentos por traerlo vivo a nuestro tiempo pocas veces pasan de ser adaptaciones literarias, donde se entiende traer a nuestra realidad el cambiar los atuendos, o de cribar palabras en desuso. Creo que el traer el palpitar, es decir la vida que encierran esas obras, es mantener su latido trascendente en un mundo que dejó de serlo. Esto nos coloca ante una transformación de nuestra manera de ser, de una apertura de nuestra alma. No es una labor arqueológica de rescatar sus textos, no es rehacer unas mortajas con las que revestirnos, se trata de encontrar una misma energía donde respirar, más allá de ideas estéticas, entre las creencias de entonces y el espíritu contemporáneo”.
“El origen de esta energía es nuestro propio origen. La energía es raíz del universo. Tenemos una vinculación umbilical con él. Como tal oscuro y luminoso. Remueve la fuente más profunda y desvanece una línea racional para fortalecer la imaginación, es el antiguo camino, hoy truncado, de la devoción. Esta energía es una conexión a un todo que nos descubre una puerta interior a ese universo, no solo vinculada con el mundo natural para ahondar la expresión del sentimiento humano sino que contienen su representación simbólica de las formas o alegórica de los textos”.
La Zaranda busca un teatro muy cercano a la ceremonia, a la sacralidad. “¿Sin sentir esa devoción que la obra contiene cómo la podríamos inspirar? No se trata de una conversión a ritos o modos, pero sí de beber de la misma fuente para encontrar nuestro propio fluir en la corriente viva de la tradición teatral, en que el escenario retoma su espacio esférico frente al concepto de la cuarta pared. Trabajando lo que irradia de esa fe, también de su reverso: las herejías, lo demoníaco, el nihilismo o el escepticismo, las sombras que la ocultan”.
Concluye Calonge que buscar esa fuente “es encontrarse herederos de un lenguaje, entender la tradición, no como una interpretación del pasado sino como unas semillas en el viento”.
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