Las artes escénicas en la UVI
En un país de la Eurozona, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que intervenía un presidente, adarga antigua, coche oficial y facedor de concursos de irresponsables. Aficionados todos ellos a no escuchar, a ningunear, a despreciar a sus administrados. Aficionados a no corregir, ni rectificar, ni reconocer lo erróneo de gran parte de sus actuaciones.
En su enloquecimiento recaudatorio tuvieron la gran idea, después de incumplir una vez más su programa electoral, de subir el IVA. En artes escénicas lo subieron nada menos que 13 puntos, del 8% al 21%. Esta subida del IVA está haciendo más daño al sector que la propia crisis. La explicación es muy sencilla, se entiende fácilmente. Se producen tres efectos perversos.
El primero de ellos es la sensible bajada del poder adquisitivo de los ciudadanos, los cuales además ven congelados o reducidos sus salarios un año más. Por lo tanto, deben reducir gastos.
El segundo es el encarecimiento de los costes de los teatros, ya de por sí con una economía maltrecha. Encarecimiento en producción, todo es más caro por lo que suben los cachets y encarecimiento de todos los gastos directos e indirectos de los teatros por lo que la contratación cae de nuevo y/o disminuye.
Y el tercero, y más importante, es que los teatros ya ni siquiera se pueden defender con el público, sin dinero, utilizando las infraestructuras, muchas de ellas pagadas por todos. Y me explico. Los artistas quieren trabajar y están dispuestos a comprometerse con la situación. Los teatros tienen que cumplir su función y no convertirse en «museos» de sombras pasadas sino en dinamizadores del Arte y agentes de la actualidad. Y está el público, que quiere seguir viendo teatro, danza o cualquier expresión artística. Perfecto, nos ponemos todos en línea y se pueden hacer muchas cosas sin dinero. Se programa una compañía que va a taquilla en un teatro público o privado, los ciudadanos llenan la sala y con el dinero recaudado sigue llegando el Arte al público. Una de las formas de contratación es a taquilla, es decir se programa un espectáculo y lo que se recauda por la venta de las entradas es lo que permite realizar la operación. Es un riesgo porque la respuesta del público nunca está asegurada pero un riesgo que muchas compañías están dispuestas a asumir para trabajar. El neto de esa recaudación se reparte en un porcentaje para la compañía y en un porcentaje para el propio teatro. Si el teatro es privado, ese porcentaje del teatro, una vez descontados los gastos, se convierte en beneficio. Si el teatro es público, ese porcentaje debería utilizarse para la contratación de otro tipo de espectáculos no comerciales de interés social, político, humanitario y/o de actualidad. Incluso espectáculos que formalmente sean menos convencionales o abran líneas de investigación y/o nuevas dramaturgias.
Esta subida «inteligente» del IVA realiza su tercer y más contundente efecto perverso. Aproximadamente, un tercio de la recaudación se va en impuestos (IVA, comisiones de ventas electrónicas, etcétera) y en gastos de autor, lo que hace inviable esta tercera vía. Pongamos un ejemplo: si un teatro recauda 10.000 euros en una función debe saber que contará con un neto de 6.500 euros. De ahí una parte es para la compañía y otra parte para el propio teatro (proporción distinta si el teatro fuera público o privado). Si la compañía lleva 12 personas en gira, con su parte debe asumir 12 desplazamientos, 12 estancias de dos días como mínimo, dietas, sueldos, IRPF, transporte de escenografías y materiales, promoción y una larga lista de gastos y gastos. Los números no salen. No se puede hacer, no pueden trabajar, el público no los podrá disfrutar. ¿Dejamos los teatros vacíos?, ¿cerramos los teatros?, ¿nuestros artistas tienen que emigrar?, ¿nuestros artistas se apuntan a la cola del paro?, ¿prefieren ciudadanos ignorantes?, ¿cómo se justificarán cuando no haya remedio posible? Por favor, que alguien me lo explique, que no llego a entenderlo.
Usted puede pensar, este señor es un exagerado. Por desgracia, no es así. ¡Ojalá fuera que se me vaya un poco la cabeza! Pero por desgracia, repito, no es así. El 21 de marzo, FAETEDA (Federación Estatal de Asociaciones de Empresas de Teatro y Danza) presentó, en el Teatro Coliseum de Madrid, un informe sobre el impacto de la subida del IVA en las artes escénicas. El informe ha sido realizado por la empresa ICC Consultors para FAETEDA.
Los análisis y sus conclusiones, basadas en datos reales, son contundentes:
-Pérdida de 1.798.394 espectadores (un 31,43%) en relación con el mismo periodo del año anterior.
-Reducción de un 32,98% de los ingresos de las empresas.
-Grave repercusión sobre el empleo (destrucción de 600 empleos directos, reducción de salarios y cierres).
-Descenso de los ingresos globales de la recaudación fiscal (IVA, IRPF e Impuesto de Sociedades) y de la Seguridad Social en 2.978.151 euros.
El informe concreta las consecuencias de todo esto en lo siguiente:
-La destrucción de oferta, de consumo y de ocupación.
-Reducción de la producción escénica, en calidad y cantidad.
-Repercusión negativa en la industria auxiliar, construcción de escenografías, vestuario, equipamiento técnico, etc.
-Mantenimiento de la tendencia negativa, sin que se vislumbre mejoría.
Es decir, han colocado las artes escénicas en la UVI, en una auténtica situación de emergencia. Era un sector que estaba resistiendo la crisis, el cual gracias a la subida del IVA ha entrado en franco desplome. Además se ha perdido competitividad internacional por los altos costes en producción y gira.
En Europa, el IVA más alto en el precio de las entradas de espectáculos lo tiene Portugal que está en un 13%, es decir, 8 puntos menos. Alemania tiene un 7%. Francia un 2,1% y después de 140 funciones realizadas sube a un 5,5%. En Suiza un 2,5% y en Noruega 0%. Países como Holanda, Portugal o Francia rectificaron la medida e implantaron el IVA CULTURAL que tanto se está reclamando.
El informe de FAETEDA y la petición de reducción del IVA lo suscriben desde los más grandes productores y exhibidores hasta los más pequeños. Artistas y creadores de toda índole y condición. Es una petición que ha unido a todo el sector sin diferencias, avalada con datos objetivos y basada simplemente en un concepto que se llama «sentido común». Pero qué más difícil que encontrarse con una interlocución que no quiere oír, que actúa desde la prepotencia, que la humildad es una quimera y que sencillamente la palabra corregir la desconoce. ¡Pobre país! ¡Que pena!