Críticas de espectáculos

Las memorias de Sarah Bernhardt

Las memorias de Sarah Bernhardt de John Murrell
Intérpretes: Charo López (Sarah Bernhardt) y Emilio Gutierrez Caba (Pitou).
Dirección: José Pascual.

Nos encontramos en la terraza de una villa frente al mar, con una Sarah ya retirada de los escenarios, donde se dedica a descansar y a cuyo cuidado como secretario personal y asistente incondicional tiene a Pitou.
Se agradece una escenografía sencilla que no quite protagonismo a los dos actores que se dedican a llenar el escenario con sus diálogos. Una terraza donde la actriz se empeña en recordar lo que fue su vida, para transcribirlo al papel en forma de memorias, y de allí salta a la propia imaginación de la artista que transforma a su secretario en actor, y sus vagos recuerdos en escenas, diálogos y ensayos que obligan a Pitou a convertirse en actor precipitado. Así la vieja actriz se siente viva, y con sólo dos actores son capaces de crear personajes y tramas que dan más juego y color al montaje. Nos evocan sus lazos familiares, difíciles para quién fuera actriz revolucionaria hace más de cien años, en particular la figura de su madre, atormentándola aún muerta. Más tarde su gran éxito como actriz, sus giras, manías, cómo no sus amores, su difícil vida sentimental, y en definitiva, su situación actual de soledad ante la falta del mundo que a su alrededor creó.
Sarah es presentada como una star-system actual, excéntrica, y un pelín desencajada en el tono áspero de Charo López, correcta, pero a la que muchas veces es difícil imaginar como una gran diva retirada, con años de fama a sus espaldas. En cambio, Emilio Gutierrez Cava encuentra un personaje más a su medida. Poco a poco el secretario despistado se convierte por méritos en protagonista involuntario de la obra. Su evolución como actor dentro del juego que Sarah propone, el propio texto que medida avanza la obra pasa de dar la réplica a una diva y servirle (o no) en sus exigencias a tomar parte central en el diálogo y el interés del propio público.
Es un texto imaginativo, un intento de que un díálogo no se quede en monótono y Emilio sale muy favorecido en sus transformaciones en los personajes en la vida de Sarah. En especial en Oscar Wilde, donde es capaz de mutar e interpretar fidedignamente a quien podemos tener en mente que fuera uno de los más grandes personajes del siglo XIX. Su evolución como actor aficionado para ayudar a su admirada Sarah da a su fin y supera en gran medida a su propia maestra y protagonista. Recomendable.


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