Críticas de espectáculos

Las mujeres de verdad tienen curvas/Ados Teatroa

Comer es un placer
Obra: Las mujeres de verdad tienen curvas
Autora: Josephine López
Intérpretes: Lilliam Kouri, Saskia Guanche, Edelweiss Hernández, María Isabel Díaz, Yeyé Báez
Escenografía: Fernando González Ansá
Vestuario: La Gallina Ciega
Iluminación: Carlos Salaberri
Dirección: Garbi Losada
Producción: Ados Teatroa
Kursaal – Donostia – 09-07-03 – Feria de Teatro
Comer como símbolo de libertad. Hasta este punto ha llegado la preocupación por la gordura. Estas trabajadoras de un taller clandestino de confección hacen sus revoluciones personales con bocadillos comidos sin sentimiento de culpabilidad se convierten el líderes de una liberación silenciosa. La propuesta de la autora nos coloca en un escenario realista, con personajes identificables, intentando hacer una comedia con denuncia incluida. La más vistosa es la de su gordura, de su aceptación, de la cadena de discriminación que sufren, emigrantes, mujeres y gordas, un calvario en lo cotidiano, en lo profesional, en sus derechos ciudadanos básicos.
En un taller de confección, cinco mujeres nos narran sus ilusiones, nos trazan rasgos de su biografía para que entendamos a partir de estas individuales, la tragedia colectiva. Se procura contextualizar en una realidad socio-política. Y lo hace en una clave muy efectiva, con grandes dosis de sentido del humor, es decir logrando una expiación a través de la tragicomedia que al final, pese a su mensaje esperanzador, queda fijado en la razón del espectador.
Sin ambages la dirección apuesta por el realismo, con todos los detalles del taller, con actrices que ellas mismas sean de talla 46, desinhibidas, que tengan registros dúctiles para poder mostrar todas las caras de sus personajes. Parece todo logrado, comunica perfectamente con los públicos, hay muestras evidentes en las carcajadas y los subrayados del público de solidaridad y complicidad. Pero en la función presenciado se aceleró en demasiadas ocasiones, se subió excesivamente el nivel de los agudas en las actrices y eso crea un pequeño bloqueo. Es una obra para públicos populares que la celebran con inmediatez, llevados por ágiles y punzantes diálogos, no siempre servidos con la efectividad requerida.
Carlos GIL


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