¿De qué sexo es la palabra?

Las palabras que no están escritas

Me gustaría hablar de las palabras que viven en los espectáculos teatrales, la palabra que es dicha por el actor y que no se publica, no estoy diciendo que no exista el texto, como a veces pasa, sino pensar el fenómeno de la escena como un concepto de edición viva que sostiene y contiene a las palabras en su dimensión no fija como son las publicaciones escritas.

Me interesa reflexionar sobre la palabra en la escena y qué luego no está en otro lugar, que no se puede encontrar, de forma material y tangible como un libro. Si pensamos la escena como una línea editorial,como un lugar donde se encuentran las palabras que no están escritas y publicadas , sino que son ofrecidas en ese espacio,tiempo y lugar. Las palabras en comunión efímera.

Si pienso bajo ese paradigma, nos enfrentamos a otra dimensión del lenguaje y sus resonancias. Uno lee un libro, lo tiene en su casa y arma una biblioteca, no importa si es grande, chica ordenada, desordenada, no importa, el asunto es que el libro está, para que uno pueda volver a consultarlo. Las palabras que se amontonaron siguen estando amontonadas en el libro que espera volver a ser abierto o no.

Las palabras que vienen desde los cuerpos adquieren otro rango, la subjetividad, el sudor, las intenciones, las emociones que pueden ir a favor o a contrapelo de lo que se dice, con neutralidad o marcando la tendencia, lento, apurados, gritando o en susurro, dicho, cantado, con la mezcla de todos.

La escena como otro sistema de palabras organizadas. Claro, es intrasportable, sería la selección de palabras que cada uno pueda llevarse lo que le confiere un nuevo rango autoral en la traducción o en la síntesis que cada espectador pueda hacer.

Una cadena dramatúrgica sucede con las palabras vivas de la escena, ¿podemos retener alguna frase cuando vemos un espectáculo?Casi siempre se usa el verbo ver, para referinos a cuando somos espectadores teatrales en una función, ¿por qué ver?¿ Y qué pasa con oír?

Es muy difícil aún cuando salimos y comentamos qué buen texto, es muy difícil poder escribir frases después de haberlas escuchado. Las palabras no perduran como tales, sino que hacen su trabajo, bajan y suben emociones, ideas, contrastes fisiológicos, la gente vive la situación, entonces en ese desorden sensible las palabras ingresan .

El texto va directamente a todo el cuerpo y la biología lo procesa. Sigo pensando en ese soporte que es la escena que está y no, pero cuando nos vamos de la sala(o donde suceda) ya no está más, si quisiéramos volver por algo pendiente, una duda, una frase, una imagen, reconocer o recordar, sería imposible porque ya no está en ningun lugar físico concreto a la vez. O podríamos decirlo que vive en cada espectador . Siguiendo esa línea podríamos incorporar o pensar al espectador en un pensamiento de autoría involuntaria.

¿ Podríamos proyectar esa percepción y verle el límite? ¿Cuál sería? ¿Podríamos conversar en la autoria editada involuntaria del espectador? O simplemente es la categoría espectador la que define la pregunta anterior. Pero si vuelvo sobre la reflexión original, me sigue gustando la idea de esa palabra flotante, casi inexistente, pero tan real como concreta. Sucedió y está.

La dramaturgia es un sistema de organización de las palabras. No tiene estipulado qué, cuántas, bajo qué forma, soporte. Si van escritas o solamente habladas.

Conocemos varias formas de escrituras tetrales, las escritas previamente, conocidas como literatura dramática, las que se escriben para la escena, en los ensayos y luego pasan a texto posteriormente


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