Las redes emboban
Acerca de las redes sociales, su uso, su utilidad, sus ventajas, sus desventajas, sus consecuencias, etc, se podrían hacer muchos comentarios, sin incurrir en abusos teóricos, porque éstas son territorios con apariencia de haber sido muy explorados, y sin embargo están poco diagnosticados, a pesar del uso compulsivo que se está haciendo de ellas, porque muchos de quienes las usan parecen tomarlas solo como un recurso de entretenimiento, y como quien se está entreteniendo, está entretenido, durante el entretenimiento no suele hacerse preguntas que alteren la intensidad del entretenimiento, como averiguar acerca de su origen, desentrañar su objetivo, y mucho menos preocuparse de las consecuencias que su uso indiscriminado puede generar.
Acerca de las redes sociales sí podemos afirmar, que la forma tan apurada y obsesiva como están siendo asumidas por el público se debe a que dentro de su estructura subterránea subyacen ciertos componentes de formas tradicionales de comunicación, capaces de evitar el desarraigo y de proteger el mensaje de una deshumanización total, porque a pesar de la compresión del lenguaje utilizado para expresarse, y la trivialidad de la mayor parte de los mensajes que corren por las redes, lo que sucede dentro de ellas es conversación.
Pero una cosa acontece en el subsuelo de las redes sociales y otra muy distinta en la superficie de las mismas, pues aunque en ocasiones se nos quiere hacer ver la utilidad de las redes en eventos con apariencia de construcción social, la pronta dispersión de quienes han actuado en dichos eventos demuestra que éstas no desempeñan un papel de cohesión social, sino de intermediación, porque quienes andan entre ellas, en la generalidad de los casos se mueven de una relación a otra sin generar ninguna trascendencia.
En las redes sociales siempre vamos de tránsito. En éstas, por lo general las ideas no se agotan a través de la discusión, sino que terminan confundiéndose entre ellas, y desaparecen sin dejar constancia de su breve existencia.
En las redes no hay sostenibilidad en el discurso, ni continuidad en un proceso de discusión, y por eso, quienes ingresan en ellas, en la mayoría de las ocasiones van a la deriva.
Las redes sociales, cuyo uso racional puede procurar una protección al contenido humano en el proceso de comunicación, como hemos escrito, padecen algunas deficiencias en cuanto a la claridad de sus objetivos en la manera de establecer esas relaciones de comunicación entre las personas, pues no sabemos aún si su diseño responde a la necesidad de ajustar los procedimientos, para adaptarlos a nuevas condiciones de volumen y velocidad, o a nuevas y sutiles formas de distracción para conducir al individuo a un estado de liviandad conceptual y sustraerlo de toda preocupación racional respecto de su entorno y su responsabilidad con el desarrollo del mismo, y son estas deficiencias las que consideramos razones por las cuales las redes sociales no deben ser incluidas aún dentro de esquemas de formación y desarrollo social, porque todavía no hay razones para creer que su injerencia en la sociedad esté sirviendo para crear cohesión.
Una de las principales deficiencias de las redes sociales, que les impide constituir fuentes de generación de desarrollo social, y que las hace por ello elementos de inclusión automática en la vida de las personas, es el desconocimiento de ellas como estructuras de comunicación, porque la mayoría de sus usuarios no poseen la información suficiente acerca de su utilidad y de las enormes posibilidades de éstas de influir en el desarrollo del individuo como ser social.
En todo caso, las redes sociales, llevan implícitos, como hemos afirmado, elementos útiles para proteger a la comunicación, de la estulticia, y por eso consideramos necesario apelar a su esencia cohesionadora, para volverlas aliadas del desarrollo del conocimiento.