Críticas de espectáculos

Last Call (Último Llamado)/Gabriel Chamé

El maravilloso oficio de ser clown

 

En el esperanto comercial que es el inglés, last call (último llamado), significa la oferta final, la más económica. Por eso se han hecho tan populares las ofertas de último momento. En los aeropuertos de mayor tránsito hay locales que ofrecen boletos para el día a costos casi regalados.Pero para Gabriel Chamé «Last Call» es un desesperado intento de atravesar el hall de espera del aeropuerto, y abordar su avión con rumbo a un destino incierto.

Gabriel Chamé Buendía es autor/director/clown, pero especialmente es un actor satírico que se burla de la realidad, que en los aeropuertos no deja de ser absurda. El Sr. Piola es un individuo perdido en un aeropuerto, alguien escondido detrás de una docena de maletas que lucha por acomodarlas una y otra vez. Pero ese personaje borroso que es el Mr. Piola es a la vez multiplicidad de: hombres, mujeres, niños y ancianos que circulan a diario por los aeropuertos.

En un orden desplegado vemos al Mr. Piola luchando: con las maletas como si fueran molinos de viento, con los papeles para llegar a la ventanilla y hacer su el «checking», como una misión imposible, con otros pasajeros que no lo dejan avanzar, con los elementos que lo rodean y se vuelven en su contra. En ese juego con los elementos invierte los roles y obliga al público a participar en una batalla de botellas de agua, que cruzan una y otra vez la línea del escenario como mortíferos misiles.

En el orden plegado su destino final es encontrar la puerta 9 que a su vez podría remitir al filme de Roman Polanski «La novena puerta», donde todo era misterio y fuerzas oscuras mataban a quien osaba acercarse. En la propuesta de Chamé también esa puerta puede devorar a cualquier sujeto que intente pasarla. La puerta 9 es la utopía, el esfuerzo, lo absurdo de la vida reflejado en ese aeropuerto, se abre hacia lo desconocido que no está siquiera imaginado.

El aeropuerto a partir de la mirada del Mr. Piola se transforma en una cacotopía o antiutopía, un lugar no deseado, en el que confluyen como en una babel multifacética personas, idiomas, empleados, policías, personal de limpieza, y exóticas cabinas que permiten el transformismo.

El juego escénico respeta el absurdo, en el cual la trama es circular y no va a ninguna parte, pero se centra obsesivamente sobre la falta de comunicación humana. Chamé trata ese tema como un medio para expresar la propia inanidad ante el absurdo de la existencia, y la lucha titánica del individuo frente a la irracionalidad.

Cuando el Mr. Piola se asoma a esa realidad, lo hace desde el punto de vista satírico, a la vez que se abisma y se hunde en sus propias contradicciones, se torna cruel y manifiesta su vulnerabilidad, a la vez que se siente arrojado a un mundo que no entiende y expuesto a los desafíos de la existencia. El Mr. Piola esboza al ser humano, contradictorio, tierno y débil, como una criatura desvalida, que expresa su inconformismo mediante farfulleos incomprensibles y un interminable aviso de nine…nine … nine… mezclado con el bullicioso sonido característico de cualquier aeropuerto.

La gestualidad es la propia del clown, pero el contenido de esos gestos responden a la incoherencia, la infantilidad, que a la vez son herramientas de búsqueda y como tales permiten espantar al fantasma de la locura que lleva a situaciones sin explicación y preguntas que no obtienen respuesta.

El característico sonido de las turbinas de un avión, un poema recitado por Batato Barea (pequeño homenaje a ese entrañable actor), la voz intangible de alguien que pide ayuda, la de una grabación aeroportuaria que repite el último llamado para embarcar, un túnel que se abre como una gran boca al infinito, dispuesto a tragarse a cualquiera que lo atraviese indican que todo se alcanza. Entre la llegada al aeropuerto y el final existen una serie de matices por lo que el personaje atravesó: angustia, rabia, miedo, desesperación, violencia.

«Last Call» es un espectáculo en el cual el espacio íntimo pierde toda su claridad y el espacio exterior su vacío, donde no hay posibilidad de refugiarse en ninguna parte, y dentro del cual el espectador pierde su centro. «Last Call» es un excelente espectáculo en el que confluyen lo grotesco y lo cómico, realidad y ficción, de la mano de un maravilloso clown.

Beatriz Iacoviello


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