Laura Aparicio obtiene el IV Premio SGAE de Teatro Ana Diosdado 2022 con ‘La última función de Silvia K.’
Se trata de un texto claramente político y social e ideológicamente comprometido, según el jurado
La dramaturga ilicitana Laura Aparicio (Elche, 1972) ha obtenido el IV Premio SGAE de Teatro Ana Diosdado para textos escritos por mujeres 2022, certamen convocado por la Fundación SGAE con el objetivo de impulsar y visibilizar la creación y dramaturgia contemporánea femenina de excelencia.
‘La última función de Silvia K.‘ es el título de la pieza con la que la autora ha obtenido el premio en metálico de 4.000 euros. La obra será publicada en la colección TeatroAutor de la Fundación SGAE y, además, será incluida en la edición de 2023 del Ciclo SGAE de Lecturas Dramatizadas.
De manos de la directora institucional de Artes Escénicas de Fundación SGAE, Ana Graciani, el galardón será entregado a la ganadora el próximo sábado 5 de noviembre (10 horas) en el I Encuentro estatal de asociaciones profesionales de escritura teatral (CC. Las Cigarreras) en el marco de la XXX Muestra de Teatro Español de Autores Contemporáneos.
«El Premio SGAE de Teatro Ana Diosdado es, para mí, el galardón dramatúrgico más importante: es el reconocimiento a la mujer que escribe, que escribe teatro con una mirada y un compromiso con la sociedad que la rodea. Además, contribuye a la memoria de la actriz, guionista y dramaturga Ana Diosdado, todo un referente, que abrió camino a las autoras que vendrían después«, asegura Laura Aparicio.
El jurado, presidido por Ruth Gutiérrez Álvarez (ganadora del mismo certamen en 2021), ha estado integrado por las dramaturgas Agurtzane Intxaurraga y Judit Farrés, junto al también dramaturgo Pasqual Alapont. ‘La última función de Silvia K.’ se impuso en el certamen de entre un total de 49 originales, de los que 8 llegaron a la fase final.
En palabras del jurado, ‘La última función de Silvia K.‘ es una propuesta «valiente, arriesgada y profunda«, y añade: «Rebosa teatralidad y complejidad, y apuesta por un lenguaje performativo y una narrativa fragmentada muy sugerentes que la alejan de los códigos escénicos tradicionales«. Envuelta en una atmósfera violenta y fanática, la obra presenta un mundo distópico que invita a imaginarlo como nuestro único futuro posible. Para ello, la autora se sirve de diversos acontecimientos y realidades de máxima actualidad, como la pandemia o la guerra de Ucrania. Se trata, según el jurado, de un texto «claramente político y social e ideológicamente comprometido que no deja indiferente ni en su forma ni en su contenido«.
En esa línea, Aparicio explica: «En estos tiempos tan oscuros, ante la angustia de vivir en esta sociedad, hay dos opciones de personarse en la vida: no ver, no pensar e intentar una huida hacia delante; o poner luz en esas zonas donde la injusticia impera a sus anchas«. Ante semejante disyuntiva, la autora opta por «un teatro como lugar de encuentro, donde cuestionarnos todos los puntos de vista. Un teatro en el que haya una revolución de la palabra y que nos traiga, como dice el dramaturgo Juan Mayorga, a los ‘seres deseantes’, la dignidad. Quizá sea hora de afinar los imaginarios para promover una nueva línea de acción; añadir al término bélico de ‘teatro combativo’ el de teatro de la vida, del riesgo, de hacer presente lo ausente, donde el lenguaje es el asunto político más importante, junto al humor«, añade.