El Chivato

Lekeitio, el mayor espectáculo del Mundo

En las producciones teatrales de calle hay una rivalidad leal y sana. A ver quién sorprende con el espectáculo más impresionante. En Lekeitio hemos sido testigos de esta pugna artística en los últimos dieciséis años. En un fin de semana de julio las compañías compiten a ver quien lo hace más asombroso. Este año no es fácil saber quien ha conseguido el mayor grado de sorpresa. El abanico de la programación era muy amplio, plural y de gran calidad y de esta manera un indeterminado número de emociones se han acumulado en nuestro interior. (Valoración realizada por Imanol Agirre, director de la 16 edición del Festival de Teatro de Calle de Lekeitio)

El teatro popular hace diferente a esta plaza del puerto pesquero de la costa vizcaína. Con los años se ha convertido en el faro del teatro popular del sur del País Vasco. En tiempos anteriores los mismos lekeitiarras representaron dos obras: Gastibeltzaren Karabinak y Moby Dick. Este año han invitado al pueblo de Mungia (Bizkaia) para que represente la vida del gran poeta vasco Lauaxeta. La plaza estaba a rebosar en una noche muy apacible. Este espectáculo musical cuenta la vida del poeta hasta que es fusilado por el bando rebelde en la Guerra Civil. Una tragedia llena de emoción. Un excelente escaparate de nuestra historia reciente (bombardeo de Gernika, el exilio…). Bajo la dirección de Karlos Panera (verdadero especialista en teatro popular) el montaje toma cuerpo y calidad: la interpretación (aunque sean vecinos de un pueblo sin experiencia teatral), la música, la estética, el guión… roza la perfección. Difícilmente podremos olvidar este emocionante experiencia.

Siguiendo la pista al teatro popular llega de Zuberoa el grupo Tokia con su obra Kautera. La tradición popular (danzas, música, maskaradas…) se entremezclan con el aparataje de la sociedad de consumo. La percusión de la txalaparta sobre dos electrodomésticos refleja el concepto de los suletinos. Imágenes potentes, ambiente mágico y una buena utilización de los elementos del pueblo son parte de este trabajo que necesita corregir la dramaturgia. En este espectáculo nocturno tomaron parte el grupo de danzas tradicionales de Lekeitio, Etorkizuna, y varios músicos populares. Una buena muestra del trabajo en común entre Zuberoa y Lekeitio.

El universo de los Cabezudos también es partícipe de esta manifestación de teatro popular. No lo encontrarás en otro sitio, ya que es una producción de este singular festival. 60 cabezudos en su segundo encuentro dieron la vuelta al pueblo repartiendo estopa. Se hizo el caos y las sonrisas y el dulce dolor de los golpes tomaron Lekeitio. Esto hace único a esta muestra internacional.

Como si fuera un cómic postindustrial llegó de Francia el grupo Elixir y su espectáculo Le Machina. Alrededor de un largo tren factoría nocturno no paran en el trabajo unos singulares personajes. El fuego y la música potente dan ambiente este trabajo espectacular y moderno. ¿Acaso caminamos en las entrañas de ‘Tiempos Modernos’ de Charly Chaplin? Por otro lado, la expectación, como si de un tsunami humano se tratara, se reunió entorno al hombre bala. Más de mil personas esperaron el salto de El bala perdida, uno de los mayores mitos del circo. Aunque el trabajo teatral no esté todavía muy perfilado, el salto aéreo, de más de 30 metros de altura, paró los corazones de todos los allí presentes. Un viejo eslogan circense decía ‘El mayor espectáculo del mundo’. Y tras ello nos pusimos en marcha hasta encontrar a la compañía Les Kids. Llegaba desde París con su trampolín elástico. Y vimos como se puede caminar en el cielo, en uno de sus alucinantes saltos. De nuevo la sorpresa ante cabriolas y grandes acrobacias. Además de sorpresa, desasosiego es la propuesta de Markeliñe y su nuevo espectáculo Carbon Club. La técnica de este grupo vasco es perfecta pero en esta ocasión se han apartado de su habitual contenido gracioso y agradable para ofrecer una gran tragedia contrastada con la mayor frivolidad. Dos mineros mueren repetidamente mientras son partícipes de un club frívolo y contradictorio. Nuestras entrañas se revolvieron de un forma inquietante. Es un buen ejemplo de cómo observar un teatro de calle con gran contenido, además de su alto nivel estético. Hemos repetido hasta la saciedad la buena calidad del teatro de calle vasco y junto a Makeliñe debemos destacar el buen hacer de Deabru Beltzak. Les diables noirs, su último estreno, es un concierto de percusión. Con una estética cuidada, los tiempos medidos, con buenos efectos pirotecnicos… es un buen trabajo, a pesar de no ser los mejores percusionistas del mundo. Otro histórico entre nosotros es Trapu Zaharra. Dos trabajos de su última factoría: El Pisito y Tetrarip. El último envase. Dos excelentes ejemplos de denuncia de la hipocresía actual. Tanto en la imposibilidad de acceder a una vivienda, como en el negocio de la muerte se muestran los tiempos que corren. El espectáculo se basa en unos tipos célebres y un lenguaje de calle que cala hasta la médula. Su brillante sentido del humor navega entre la ficción y la realidad.

Lekeitio también ha sido una plaza abierta a los nuevos valores del teatro vasco. Por ello cerraba esta edición el grupo Azulkillas y su obra A vueltas con la gravedad. Un trabajo en trapecio donde destacan sus últimos diez minutos de máxima habilidad. Hacía tiempo que no nos sorprendían tanto encima de un trapecio.

Y llegó la sonrisa a la plaza. El encanto y la magia del grupo catalán La Tal traía dos trabajos: Carrilló y Les Fotografiers. Dos obras agradables, llenas de humor blanco y muy cercanas. Este grupo de clown son verdaderos expertos en el arte de la calle. Por otro lado y siguiendo con propuestas que encandilan por su estética naif encontramos el grupo checo Karromato con su trabajo El circo de madera, donde las marionetas descubren un mundo mágico muy efectivo y real. En la misma línea de actuación pero con su fábrica de muñequería localizada en Araba, encontramos a Panta Rhei con su último estreno Txaribari. Un manifiesto a favor del entendimiento entre diferentes culturas en un mismo espacio. Grupos de Chequia, Francia, Catalunya y del País Vasco han participado en esta edición que ha reunido a 35.000 espectadores en 18 representaciones. La luz del sol por el día y las estrellas por la noche nos ha acompañado en una de las mejores ediciones del festival internacional de Lekeitio. Su éxito es cada vez mayor y más grande, convirtiéndose en un gran fenómeno cultural y una de las grandes citas de las artes de calle. En el futuro seguro que esperan nuevas sorpresas.


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