Críticas de espectáculos

Ölelés/Damián Muñoz y Jordi Cortés

Física y química
Obra: Ölelés
Creación, interpretación y dirección: Damián Muñoz y Jordi Cortés
Iluminación: Javi Ulla
Vestuario: Antonio Belart
Espacio escénico: Jordi Cortés, Damián Muñoz, María de Frutos
Producción: Alta Realitat Produccions – DM Danza
Polideportivo de Huesca – 03-10-05
Cruces de miradas, una voz en off que marca un pulso emocional, cuando la noche se ha ido y no ha llegado todavía el día. Dos hombres. Un encuentro físico, químico, una electrolisis escénica. Dos hombres, dos cuerpos, mucho misterio, unas músicas incidentales que en ocasiones son parte del discurso, una iluminación exuberante, potente, la que crea visualmente el movimiento estético. Javi Ulla se recrea, su espacio lumínico es un espacio escénico, químico, físico, intangible, peor a la vez corpóreo, visible, es esa luz que nos descubre, nos oculta, nos transforma movimiento, gestos, vuelos, acciones. Una iluminación de autor.
Amistad, amor, odio, violencia, caricias, juegos de machos, de poder, desencuentros, soledades compartidas. Una técnica casi circense. Danza de contacto, de transmisión de energías: física, pero cortada, para que con aire entre ambos cuerpos, entre ambos hombres, se muestre la química, y en el éter, una voz, la que nos conduce por el laberinto, la que hace que las posibles abstracciones danzísticas o de movimiento tomen sentido, se contextualicen y se hagan luz, y tras las sombras el mensaje.
Bello e inquietante espectáculo, sostenido en esas relaciones contradictorias, con una cuarta pared que convierte al espectador en un mirón, un ser no invitado a esa relación en donde matar y besar provienen del mismo impulso. Amor y odio. Y dos creadores que se entienden, que consiguen momentos realmente atractivos, que establecen un duelo escénico, con las energías muy bien canalizadas, que comparten una buena técnica, un mismo sentido espacial, un concepto de baile contemporáneo en donde las fronteras se van difuminado todavía más, en donde el menos es más. O al contrario, donde hay que poner más, para que parezca menos. Dos cuerpos y una iluminación sobre ellos, en un espacio escénico acotado aéreamente, dosificado por haces de luz, donde el sonido no siempre está pautado, sino que es la voz humana o el ruido de la máquina de reproducción la que marca el ritmo interno. Dos cuerpos, un destino, un trabajo sólido y reconocible.
Carlos GIL


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