El Hurgón

LLevando cuentos

Tradicionalmente se ha calificado a quien lleva cuentos, como alguien cuya intencionalidad es crear enemistades o generar un estado de desinformación y desacuerdo para obtener algún resultado personal o vengarse de alguien, porque llevar cuentos se ha entendido casi siempre como traficar con chismes, consejas o comentarios mal intencionados o distorsionados, y aunque esta significación aún tiene vigencia, porque existen quienes llevan cuentos de un lugar a otro para indisponer, y por envidia y despecho tratar de derrumbar lo construido por otros, hoy en día la expresión «llevar cuentos» empieza a adquirir otro significado como trasegar de un lado a otro con información, conocimiento, comprensión, metidos en los cuentos, porque cada día hay más gente llevando cuentos de un lugar a otro, según parece, con el propósito de crear acuerdos y abrir espacios para la integración, la reflexión y la convivencia.

Basados en lo anterior, podríamos entonces suponer que llevar cuentos está dejando de ser un acto perverso, para convertirse en uno, cuyo aspecto de bondad es cada día más perceptible.

Sin embargo, para estar seguros de la evidencia de dicho tránsito, y de que se están produciendo además los cambios conceptuales necesarios para modificar la actitud de quien lleva un cuento, porque no es solo el aspecto el que debe cambiar sino la esencia, es importante mantener vigilado el proceso, para ser, no solo testigos sino actores de dicha transformación, porque bajo la nueva óptica llevar un cuento puede no ser ya llevar un chisme con la intención de dañar a otros, pero sí puede ser llevar un mensaje con la intención de mantener un statu quo, una actitud que nos parece tan inconveniente como la de llevar cuentos para mantener activos los puntos a partir de los cuales nace la discordia.

Tener claridad acerca de cómo se da la transformación del lenguaje a través de la práctica, y cómo esta incide en la reestructuración ideológica, es indispensable para saber si el tránsito sobre el cual hemos hecho mención es pura cosmética o un cambio real, porque hay una gran oferta de cuentos y dificultad para discernir sobre ella, debido a que se presenta en tumulto, y por lo cual no influye de manera positiva en la consciencia del individuo, porque éste no pasa de oír un cuento más.

La significación del lenguaje se ha ido modificando, y si no asumimos la tarea de averiguar sobre los nuevos significados, el oficio que desarrollamos no tendrá consecuencias, porque cuando no se es consciente de para qué sirve hacer lo que hacemos, nuestra actitud se convierte en algo mecánico, e incapaz de generar consecuencias sociales.

Hay mucha gente llevando cuentos, porque contar cuentos se ha convertido en una alternativa tanto para quienes desean obviar los obstáculos impuestos a las Artes Escénicas, como para quienes han visto en esta actividad una manera sencilla de desempeñarse como artistas, porque dadas las aparentes características de simplicidad que posee la narración oral, pues para muchos su responsabilidad no va más allá de «echar el cuento», es catalogada como de fácil acceso, y de no exigir a quien la practica esfuerzos en su preparación y desarrollo.

Nos parece indispensable hacer énfasis en la concientización de estos cambios, porque si llevar cuentos comienza a tener un nuevo significado, podemos pensar con optimismo, que le estamos abriendo la puerta a una práctica cuya misión será apoyar al ser humano en la recuperación de dignidad, de autonomía y por ende de compromiso con el porvenir.


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