Lo femenino, lo masculino
La intención de comprender, entender y aproximarse al universo psíquico, emocional y creativo del ser humano ha dado lugar a corrientes filosóficas, psicológicas y educativas de muy diferente índole a lo largo de la historia. En ocasiones sus preceptos teóricos se popularizan, se generalizan y caen en un uso superficial y fragmentado que puede conducir a la confusión. Sobre todo si se toman como un referente-guía cuando una persona está en el camino de buscarse a si misma y construirse. Por ejemplo, esta división en dos tipos de las cualidades humanas el tipo de lo femenino y el tipo de lo masculino. Una escisión en la mirada pensante, a mi entender, forzada y metida a calzador. Una visión desvirtuada de los conceptos anima y animus acuñados por Carl Jung, el propulsor de la piscología humanista.
Pensar que, por ejemplo, la reflexión, la agresividad, la iniciativa son cualidades masculinas y que la ternura, la dulzura, la sensibilidad son cualidades femeninas es además de erróneo por la desconexión con la realidad del ser humano; peligroso por lo tendencioso de una visión que está a un paso de la repartición de roles y modelos de comportamiento; empobrecedor porque atenta contra la riqueza psíquica y emocional de la persona, sea hombre o mujer; ofensivo por reduccionista; tóxico por moralista , ya que esa forma de pensar está a un paso de distancia de juicios hacia las emociones y de establecer entre lo que está bien y lo que está mal sentir. Podría continuar poniendo adjetivos. Pero, ¿y qué pasa con las ideas que caen sobre la voz en este aspecto a nivel de calle? ¿ y en los escenarios?
Uno de los componentes que conforman el sonido de la voz es el conocido popularmente como registro. Y este aspecto no ha escapado a la simplificación, y al encasillamiento, extendiéndose que el registro de pecho es masculino y el registro de cabeza es femenino. Pongamos un poco de orden. En primer lugar cambiemos el término registro por el de mecanismo. Es más idóneo este término porque dependiendo en qué área de la voz humana nos estemos moviendo el mecanismo de funcionamiento laríngeo varía, dándose fundamentalmente tres mecanismos; pesado, mixto y ligero. Podemos encontrar otros dos más, en el área grave, la voz de fritura y en el extremo (vocal fry, o double bass) y en el extremo opuesto la voz de silbato.
El cambio en la voz viene con la pubertad por la influencia de las hormonas sexuales. Si no se produjera una maduración hormonal la voz del niño o de la niña se mantendría en una cualidad aguda. En las niñas el descenso de la voz puede ser de unos dos tonos en tesitura y modificarse también en el timbre a medida que su cuerpo se desarrolla. En el niño el cambio es mayor ya que el tamaño de la laringe aumenta, los pliegues vocales se alargan y el descenso de la tonalidad puede ser hasta de una octava. Y a partir de aquí se comienzan a establecer diferenciaciones en base a la identificación de género. Sin embargo, la laringe es un órgano en sí mismo flexible que si cae en rigideces musculares y articulares, es más bien debido a la rigidez mental crónica del ser humano y a la artrosis cultural que nos deforma. Existe una realidad física que diferencia a los hombres y a las mujeres, sin lugar a dudas y esto es una riqueza. Pero a partir de estas diferencias fisiológicas intentar establecer qué emociones, qué sentimientos, qué cualidades psíquicas son masculinas y cuales son femeninas es tonto. Y muchas veces la distinción entre lo masculino y lo femenino en las actitudes y la forma de expresión viene dada por una cultura empobrecida que encasilla y diezma las posibilidades del ser humano.
The Smithsonian Institution ubicado en Washington editó en formato cassette el trabajo sobre la voz humana realizado por Alfred Wolfshon con sus alumnos. Entre ellos Roy Hart. Un trabajo que muestra como en la voz de una persona habita aquello que se identifica como femenino y lo masculino. Un trabajo que nos lleva a pensar como esa división y encajonamiento cultural entre lo que es voz masculina y voz femenina puede ser un atentado contra el potencial creativo del ser humano. En los escenarios los integrantes del Roy Hart Theater contribuyeron y contribuyen a cuestionar y disolver el colesterol cultural en el que estamos inmersos.