Los espacios del Festival de Aviñón
Dentro de una semana, el 6 de julio, se inicia la edición 70 del gran festival del sur de Francia. Este año se abre con una adaptación de Los Malditos de Visconti debida al director belga Ivo van Hove que trabaja en esta ocasión con la célebre Comedia Francesa. La obra se presenta en el Patio de Honor del Palacio Papal.
Si hay un escenario matriz en el festival es este: El Patio de Honor del Palacio Papal. Sin esta escena al aire libre hubiera sido difícil que el festival despegara en 1947 y adquiriera la importancia que todos conocemos. Jean Vilar y René Char no se equivocaron al elegir este sitio como escena para las primeras obras presentadas, entre ellas Ricardo II de Shakespeare.
Un espacio fuera de serie, con su enorme muro y sus ventanales que dan la impresión de retener todos los dramas del mundo. El Patio es un actor más en las puestas en escena, no se le puede olvidar, no se le puede disminuir, pero tampoco hay que darle demasiada importancia porque puede destruir la obra representada. Es un actor que llega a tener voz y movimiento con el Mistral, viento del Mediterráneo que hay que tomar en cuenta si no se quiere provocar un desastre escénico, pues no hay escenografía que lo resista.
Ahí se prueba la potencia y presencia del actor, ahí se prueba la fuerza de la puesta en escena, ahí se consagra el poder del público que como en una plaza de toros es capaz de expresar sus sentimientos sin ningún reparo. Es una zona de luz y sombra en el que un director y su compañía miden sus fuerzas y su talento.
Podría asegurar que este majestuoso espacio que recibe cada noche del festival 2500 espectadores da su visto bueno a las obras que se presentan en su seno. Muchas veces el muro parece tragarse la obra, junto con sus actores, como en un cuadro de un naufragio; otras entra en total confrontación con el director, en una lucha que puede dejar exhaustos a los espectadores, (como en el caso de Infierno de Romeo Castellucci), otras en donde aparece como un gran navío que recobra a los clásicos. Los ejemplos varían, pero este espacio que algún tiempo fue la sede de la iglesia católica restituye toda su magia al teatro y a las artes escénicas. Prodigios de varias noches de verano.
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Pero la recuperación del Palacio Papal no es única. Monasterios medievales, capillas derruidas, claustros abandonados, todas las antiguas reliquias de una ciudad que languidecía en el abandono después de la Segunda Guerra Mundial, entran en la acción dramática durante el festival para convertirse en escenarios del Gran Teatro del Mundo. Esta corriente ha inspirado otros festivales y la reactivación de otras ruinas que habían perdido su espíritu. Una muestra más de la fuerza y vitalidad del espacio teatral, en donde quiera que se instale, con tal de que tenga los ingredientes para la representación del mundo y sus paralelos ámbitos.
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Ivo van Hove ya estuvo en Aviñón en 2008 con la representación de tres tragedias romanas de Shakespeare: Coriolano, Julio Cesar y Antonio y Cleopatra, las tres presentadas como tres capítulos de una serie de la historia contemporánea en un plató de televisión. Pero esta vez afronta dos gigantes, la multicitada escena principal de Aviñón en el Palacio Papal y la Comedia Francesa que regresa a Aviñón tras 25 años de ausencia. Ya tendremos ocasión de reseñar que tal le fue al director belga que tratará de domar con Los Malditos a dos fieras, diferentes y salvajes: el Palacio Papal y su público, así como a los actores del la Comedie Française.