Los espantapájaros de Philippe Quesne toman el Centro Dramático Nacional con ‘Farm Fatale’
Se trata de una obra creada y dirigida por Philippe Quesne, en la que se ofrece una versión mejorada de esa figura de ‘El mago de Oz’
El Centro Dramático Nacional acoge entre el 26 y el 29 de enero, en la Sala Grande del Teatro Valle-Inclán de Madrid, cuatro únicas funciones de ‘Farm Fatale’, una producción internacional de Vivarium Studio creada y dirigida por Philippe Quesne, quien se apoya en la dramaturgia de Camille Louis y Martin Valdés Stauber para transportarnos a la granja, entendida como un mundo evocador en el que cinco espantapájaros cantan, tocan música, inventan eslóganes y, a veces, se ponen filosóficos. El espectáculo se desarrolla en alemán, francés e inglés con sobretítulos en castellano y es una versión mejorada del mito del espantapájaros de ‘El mago de Oz’ en la que estas figuras han entrado en razón y, en lugar de ahuyentar a las aves, las recuerdan con nostalgia.
Así, sobre la escenografía de un fondo blanco impoluto —diseñada asimismo por Quesne— este quinteto de enmascarados, a caballo entre lo humano, la marioneta y el campesino, dirigen una emisora de radio independiente desde la que entran en sintonía con los pulsos del planeta y luchan por un mundo mejor, maravillándose ante la belleza y diversidad de una naturaleza amenazada por un capitalismo desenfrenado que destruye bosques, tierras y océanos. Divertidos, amables y contemplativos, viven a nivel vegetal o animal, en un intento de salvar las múltiples vidas de quienes pululan, poetizan y piensan a nuestro alrededor.
El espectáculo, en palabras de su autor, personifica la idea del desastre ecológico o incluso el día del juicio final que la humanidad está infligiendo al medio ambiente. “La intención es mostrar que vivimos en un mundo bastante extraño en el que la humanidad es angustiosa. Por eso utilizamos la comedia, la exageración”, señala Quesne, quien se vale en esta fábula de la atractiva estética del espantapájaros “porque viene de otra época, es una figura algo anticuada y, hoy en día, se ha deteriorado: no solo ya no asusta a los pájaros, sino que cada vez hay menos pájaros en la tierra”.
En ese escenario posapocalíptico, este grupo de soñadores activistas, dotados de una vertiente que bebe de la comedia del arte, se dedican a documentar los sonidos de la naturaleza, como si construyeran un archivo del fin del mundo, cuando los insectos y las aves se extinguieron, sacando a la luz las voces de comunidades invisibles. Un proyecto de vida esperanzador de esos últimos supervivientes que todavía resisten, porque, a fin de cuentas, el espantapájaros, por definición, nunca tiene prisa.
Este título de Vivarium Studio, producido en la creación por Münchner Kammerspiele – Munich, Théâtre Nanterre Amandiers y Centre Dramatique National (CDN), se convierte en un manifiesto para alterar la naturaleza y el significado de lo que llamamos arte, anticipando un nuevo mundo en el que la política y la ecología serán completamente diferentes a los de hoy, y donde el cuerpo de una especie buscará conexión con el de otra, la mezcla, en vez de fomentar la pureza y la expulsión de lo foráneo del territorio.