Los maestros y la voz (III)
El que antes era estudiante de magisterio ya se encuentra en las aulas. Manejándose con la realidad dentro una maquinaria institucional que por su propio funcionamiento parece tener más la capacidad de dinamitar la vocación que pudiera existir en un inicio que en cuidar a las personas que desarrollan una labor básica para el conjunto de la sociedad. El que era antes estudiante se puede encontrar fácilmente con problemas de voz que comienzan en fatiga vocal y acaban con cuadros patológicos más graves generados por la propia práctica de su trabajo. Y aquí nos encontramos con que las dolencias vocales si son motivo de baja pero no están reconocidas como un riesgo laboral. La Ley de Riesgos Laborales que vela por tratar de actuar sobre aquellos factores o condiciones de trabajo que pueda afectar negativamente a la salud del trabajador a echado velas a estribor y pasa de largo de las patologías vocales. Me gustaría saber si aquellos que tienen la capacidad para establecer qué es riesgo laboral o no han vivido la incomodidad, el trastorno y la impotencia que supone el no disponer de la propia voz para comunicarse. Me gustaría saber si han sentido alguna vez que su voz, algo tan íntimo, identificativo y personal se quiebra y la terrible sensación física y emocional que supone no poder comunicarse con libertad. No poder disponer de uno mismo. Y no olvidemos, el sentimiento de injusticia que habita en el profesorado por la falta de reconocimiento de algo que es evidente. Claro, eso podría suponer mucho dinero para las arcas de la seguridad social. Y no puede ser. Pero una revisión seria a partir de la punta del iceberg, que son las patologías vocales en el profesorado, pondría de relieve carencias y problemas mucho más de fondo. Carencias y puntos ciegos que están en la raíz de todo este edificio que es el sistema educativo. Mientras tanto todo son parches. Un profesor irá a clases particulares, los centros de formación del profesorado organizarán cursos de técnica vocal con el escaso presupuesto que les dan, los sindicatos harán lo posible para responder con iniciativas formativas a esta realidad pero lo esencial quedará sin encontrar respuesta.
La O.M.S. en su Constitución de 1946, define Salud, como el completo bienestar físico, mental y social, y no solo la ausencia de afecciones o enfermedades haciendo referencia a la persona y también al grado de eficacia de un organismo a nivel social. Vosotros mismos podéis sacar las conclusiones. Es obvio que nuestro sistema educativo empezando por el planteamiento del programa de estudios universitarios de magisterio y acabando por la acústica de las propias aulas y pasando por un entrecruzado de intereses de todo tipo, incluidas las ideológicas, está muy lejos de construir un ambiente de trabajo adecuado, con condiciones de trabajo justas, donde los maestros puedan desarrollar una actividad con algo más que solamente la dignidad y donde sea posible hacer una labor formativa y de crecimiento tanto para el mismo profesor como para el alumno.