Los mensajes del Día del Teatro
No caeremos en la retórica de preguntarnos por la propia necesidad del Día Mundial del Teatro. Es algo que se magnifica o minimaliza según las coordinadas situacionales de cada país o entorno. Si cae en semana santa se retrasan o se adelantan los actos programados de manera ritual y sin mucho fundamento, si en los medios no tienen otra flauta que tocar se le da una cobertura grande o pequeña si no hay cualquier otro motivo para ocupar las pocas páginas que se le dan a la Cultura o a los Espectáculos que es donde parece se nos ha condenado a estar, pero casi siempre todos los mensajes de los medios van en la misma dirección, hacer del teatro una excepcionalidad.
En ARTEZ y www.artezblai.com, durante años competíamos con Ñaque en ver quién publicaba o lanzaba la traducción al español del mensaje anual. Durante años la traducción al euskera fue nuestra colaboración más directa. También publicábamos los mensajes del Día del Títere, del Teatro para Jóvenes, de Niños y Niñas, de la Danza. Nos pasábamos casi dos meses traduciendo, buscando biografías, hasta que nos dimos cuenta de que nos costaba demasiado conseguir la información a tiempo, que la Unesco, el ITI, funcionaban a un ritmo atípico, que su existencia es algo poco práctico, que se mueve a partir de voluntades, de obsesiones, que en algunos lugares como eran los países del Este se lo tomaban en serio y que en otros puntos de inflexión no le daban importancia ninguna.
Recuerdo que durante muchos años, en el Día del Teatro, en Euskadi, el periódico donde yo escribía, EGIN, era el único que daba noticia de su existencia, y además mi artículo fue en los años ochenta y parte de los 90 casi siempre con el mismo «mensaje», destacando una realidad de aquellos tiempos: «hoy será difícil que se lea el mensaje en algún teatro vasco, porque no hay programación alguna». Si no caía en sábado o domingo era difícil, muy difícil. Las cosas han cambiado bastante, se pasó por otros años al final del siglo pasado y principio de este en donde se descubrió este día y no había ayuntamiento de capital, consejería de cultura, sindicato, gremio de empresas que no reivindicase el Día. Y se leían (y se leen) los mensajes escritos por personalidades de relevancia e importancia mundial, sin apenas analizarlos, porque no siempre los mensajes han transmitido otra cosa que esas frases con intención de reivindicar las bondades, con clara vocación gremial para darle al teatro casi poderes mágicos, cosa que podemos suscribir siempre que lo contextualicemos, porque hay muchas maneras de hacer y entender el teatro, lo mismo que hay muchos públicos, y muchas sociedades diferentes que se relacionan de manera diversas con las Artes Escénicas.
Por eso el mensaje de este año, del gran director ruso Anatole Vassiliev me deja en un estado de duda razonable. La pregunta retórica, «¿Necesitamos el teatro?», es un buen arranque, el desarrollo de su respuesta parece ir por una manera de convencerse y convencernos de que sirve todo el teatro que se haga, es decir no discrimina por calidades, por géneros, pero al final se atasca en una exclusión contradictoria, que para no contaminarla, la copia literalmente.
«Sólo hay un teatro que seguramente no es necesitado por nadie, me refiero a un escenario de juegos políticos, un teatro de políticas «ratoneras», un teatro de políticos, un teatro inútil de la política.
Lo que sin duda no necesitamos es un teatro de terror cotidiano – ya sea individual o colectivo, lo que no necesitamos es el teatro de cadáveres y sangre en las calles y plazas, en las capitales o en las provincias, un teatro falso de los enfrentamientos entre religiones o grupos étnicos … «
Si lo entiendo desde una intención de pacifista, de denuncia de las guerras, los atentados y demás asuntos, me parece muy mal usada la palabra teatro. Eso es una construcción mediática, audiovisual, no tiene nada que ver con el teatro, sino que es todo lo contrario. Si se trata de una actitud política, la cuestiono precisamente por todo lo que dice a lo largo del propio mensaje, si todo teatro es necesario, debe serlo todo y todos los teatros y sus contenidos e ideologías.