‘Los viajes de Petit’/Escena Miriñaque
Viajar por miedos y fantasías
Obra: Los viajes de Petit Autora: Blanca del Barrio. Compañía: Escena Miriñaque. Intérpretes: Noelia Fernández y Mónica González. Escenografía: Juan Goitia y Rafael Goitia. Iluminación: Marcos Varona y Víctor Lorenzo Vestuario: Noemí Fernández. Dirección: Blanca del Barrio. Teatro Arbolé (Zaragoza) 26 de febrero de 2011
¿Es posible penetrar en la mente de un niño de tres o cuatro años, llegar hasta sus sueños, sus pesadillas, sus recuerdos, amasar todo ello con una buena dosis de imaginación, convertirlo en un viaje y hacer que ese viaje tome forma sobre un escenario? Escena Miriñaque están convencidos de que sí y para demostrarlo han ideado ‘Los viajes de Petit’, un espectáculo destinado al público a partir de 3 años, escrito y dirigido por Blanca del Barrio e interpretado por Noelia Fernández y Mónica González.
Petit está a punto de dormir, en ese umbral que separa la vigilia del sueño. En su mente comienzan a dibujarse objetos de su vida cotidiana, seres y cosas de su imaginario infantil: la pipa de papá, una cafetera, una silla, el zapato de mamá, una nube, unos corderos, la luna, estrellas, fragmentos de los cuentos que le leen a luz del flexo, lo que dice mamá, lo que dice papá… Y comienza su viaje a través de sus fantasías y de sus miedos. El mar, el fuego, los personajes malos de los cuentos, un bosque. Volar. Llegar hasta la luna. Regresar a su cama y dormir.
Si el teatro consiste en crear sobre la escena un mundo de ficción, en construir un universo palpable, real aunque no sea cierto, que cobra vida ante nuestros ojos, si ese es uno de los objetivos del teatro, Escena Miriñaque lo alcanza plenamente con esta propuesta que es ante todo muy visual. El juego inicial con las ventanas de la casa, las siluetas manejas con luz negra o el efecto del mar, dan lugar a cuadros escénicos de una gran belleza. Hay también momentos divertidos y otros de calidez y ternura.
La puesta en escena maneja bien el ritmo (títeres, danza…) introduce cambios, juega con el espacio, los objetos, con diferentes lenguajes escénicos y no pierde la capacidad de sorprender. Construye una estética rica en imágenes y un discurso escénico elaborado y complejo. Tal vez, de una excesiva complejidad en ocasiones teniendo en cuenta el público al que se dirige. El conjunto, a pesar de esto es más que correcto, destacando un acertado espacio sonoro, su eficaz diseño de luces y un notable trabajo actoral.
Joaquín Melguizo
Publicado en Heraldo de Aragón 28 de febrero de 2011