Luc Bondy (1948-2015) Hombre de teatro.
Pertenece a la estirpe de aquellos directores de teatro europeos que van más allá de las fronteras del idioma, de la geografía política y de las estéticas, como el italiano Giorgio Strehler, el francés Patrice Chereau, o alemán Heine Müller. Entre los directores de esta clase que lo sobreviven está el alemán Peter Stein, su amigo y colaborador en Berlín, quien declaró al saber la noticias de su muerte:
El teatro de Luc Bondy era universal y tenía algo que palpitaba fuera del tiempo, de todos los tiempos…
Luc Bondy falleció el pasado 28 de noviembre en Zürich a los 67 años y sus cenizas fueron depositadas en una ceremonia en el panteón Père Lachaise de París el 10 de diciembre. Decenas de personalidades de teatro y algunos políticos se dieron cita para rendirle un último homenaje. La muerte lo acechaba desde que a los 25 años le detectaron un cáncer, pero logró sobrevivir gracias a la quimioterapia y a su trabajo en la escena, de donde sacaba la energía para seguir adelante. Se cuenta que aun desde su lecho en un hospital dirigió una ópera…
Hasta su muerte, Bondy era el director del Odeón-Teatro de Europa de París, el mismo que fundó Giorgio Strehler en 1983. De hecho en enero veremos la reposición de su versión del Tartufo de Moliere y no se sabe si se llevará a la escena Otelo de Shakespeare que ya había empezado a ensayar y que debía estrenarse también en enero.
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Luc Bondy nació en Zürich en1948 de una familia judía que se refugió en Suiza huyendo de los nazis. De hecho Luc Bondy declaró a la revista francesa Telerama:
Como buen judío, yo vengo de todos lados y de ninguna parte. Por eso soy profundamente ecléctico. Todo me inspira.
Y también añadía:
Un gran director de teatro es solamente un gran camaleón, o un gran trasmisor de energía…
En su vida realizó 70 puestas de teatro, además de dirigir óperas y escribir libros, trabajó en Francia, Alemania y Australia.
Es curiosa la dificultad que tiene Europa para construirse. Dos sentimientos muy fuertes conviven y se oponen: una identidad europea bien arraigada, contra un egoísmo nacional y un sentimiento de identidad muy profundo. Estas fronteras se rompen en el teatro cuya identidad fundamental, además del idioma, es el foro. La patria de la gente de teatro es el escenario, su asamblea el público y su diáspora los huecos entre dos producciones.
El teatro es efímero y fugaz. Es su debilidad y su fuerza. Un buen espectáculo teatral es inolvidable, aunque sea imposible de recuperar. La respiración de un espectáculo, entre intérpretes y público, es único cada noche. Las puestas en escena de Bondy están condenadas al olvido, por eso mismo en su despedida en el Père Lachaise hubo tal fervor, sabemos que con él se pierden años de emociones teatrales y de experiencias en los escenarios.
Luc Bondy era muy cuidadoso en su trabajo con los actores. Decía que un buen reparto era el 60 por ciento de una puesta en escena exitosa.
Su trabajo en Francia no siempre fue fácil. Declaró recientemente en la revista Paris-Match: En Francia cuando alguien se enriquece gracias a su arte, de inmediato es sospechoso, como si eso no estuviera permitido. No te perdonan el éxito, eso es un escándalo. Los celos sociales son la peor mentalidad.
Cuando en la revista Telerama le pidieron que se definiera como director respondió:
Al principio me gustaba jugar al dictador. Indicaba con autoridad el lugar a los actores, componía cuadros. Pero mientras más he trabajado, mejor he entendido que ser director es hablar, observar y no fabricar. Ahora trato de infundir vida en un texto, de hacer presente al pasado, de crear atmósferas vulnerables y de avanzar. Nada está terminado nunca… Y rechazo catalizar o centralizar cualquier cosa, porque yo mismo rechazo cualquier jerarquía.
Y en el programa para la presente temporada en el Odeón-Teatro de Europa escribió:
Lo que habría que programar es lo inesperado…
Opino que esta frase resume muy bien su teatro.