Luis Matilla: “Es heroico publicar teatro en un país en el que no se lee”
Editar textos dramáticos se ha convertido en una auténtica aventura, mayor aún si los lectores más jóvenes son los destinatarios de las obras. Tal parece ser la opinión extendida entre los especialistas, como ha quedado en evidencia este mediodía durante la presentación de los primeros títulos de la colección Sopa de libros – Teatro, que publican conjuntamente Anaya y la rama editorial de la SGAE. “Es heroico publicar teatro en un país en el que no se lee”, comentó Luis Matilla, autor de uno de los libros, El árbol de Julia. Las otras dos entregas son La caja de música, de Alfonso Zurro, y La ciudad de Gaturguga, de José González Torices. Francisco Galindo, secretario general de la Fundación Autor, resaltó que con esta iniciativa conjunta “se atiende una demanda social, dada la ausencia de textos teatrales para niños”, al tiempo que se cumple una de las funciones sociales de la SGAE, como es la de “alentar la presencia del arte dramático en la sociedad española”. Por su parte, Antonio Ventura, director editorial de Anaya Infantil y Juvenil, anunció que Sopa de libros – Teatro lanzará tres títulos anuales de autores contemporáneos vivos, entre los que tendrán importante cabida los ganadores del Premio SGAE de Teatro Infantil y Juvenil. De hecho, los trabajos de Luis Matilla y José González Torices obtuvieron el máximo galardon en las ediciones de 2000 y 2001, mientras que el de Alfonso Zurro se alzó con un accésit en la convocatoria de 2000, año en que se convocó por vez primera.
El acto contó también con la asistencia de las tres artistas que han ilustrado los volúmenes: Irene Fra (El árbol de Julia), Ximena Maier (La ciudad de Gaturguga) y Claudia Ranucci (La caja de música), que comentaron las dificultades con las que se habían enfrentado para ilustrar los textos. Para Irene Fra, que trabajó con planos bidimensionales, “no es una tarea fácil porque los niños lo primero que ven es un fogonazo de color”. Según Antonio Ventura, se trata de dibujos que no sólo tienen una finalidad estética, sino también didáctica.
Niños críticos y creativos
Luis Matilla, que defendió la urgencia de ayudar a la formación de lectores no conformistas, abogó por una literatura teatral que condujera a los niños a ser “críticos, creativos y selectivos”. Al final, se trata de que en el futuro próximo esos muchachos se conviertan en espectadores de los espectáculos escénicos. “No hay renovación generacional del público teatral, algo que en parte podremos paliar con iniciativas como ésta. Es imprescindible y estratégicamente necesario para la supervivencia de esta disciplina”, abundó Francisco Galindo.
Entre los muchos atractivos con que cuenta Sopa de libros – Teatro hay que destacar un precio muy asequible para todos los bolsillos (seis euros por ejemplar) y los dibujos que ilustran cada uno de los textos, realizados para la ocasión, que facilitan la lectura al tiempo que divierten. El entretenimiento es el objetivo último de una aventura editorial que también se propone fomentar el hábito lector, iniciar en el amor al teatro y potenciar la capacidad de expresión y el arte de la imitación.