Elisa y Marcela / Isabel Coixet
7 piezas al servicio de una historia redonda
Es usted un creador, tome 7 datos y fabrique una historia: dos mujeres. Maestras. Logran casarse por la iglesia en 1901 haciéndose pasar una de ellas por hombre. Se descubre el engaño. Parto. Escándalo periodístico. Huyen del país y llegan a Portugal. Cárcel. Huida hacia Argentina.
Lo que haga con estos 7 datos será el mapa de su mundo. Nos dirá las coordenadas de su pensamiento.
Así, la mirada de Coixet es la historia de dos mujeres que sólo desean poder amarse a pesar de un entorno tan hostil. La mujer es capaz de luchar por su emancipación en una sociedad y una época fuertemente patriarcal. Esta mirada también es la mía. Por tanto su razonamiento, su encaje de las piezas me parece el más natural y el único verdaderamente justo con las capacidades femeninas.
Si usted tuviera otra mirada explicaría otras historias con estos elementos, pero ya no serían la mía. Tal vez haría la historia de una mujer muy hombruna, que consigue seducir a una mujer más joven, y ésta finalmente se desencadena de esta turbia relación casándose, por ejemplo, con un danés en Argentina.
O tal vez su mirada se enfocaría en las tribulaciones y sufrimientos de unas mujeres que sienten un amor contra natura. Pero no sería usted muy original, la historia de la lesbiana víctima nos la han contado muchas veces.
Tales posibilidades para mi no simplemente son otras formulaciones posibles, sino, directamente formulaciones erróneas porque convierten a la mujer en alguien incapaz de amar verdaderamente a otra mujer con todas las consecuencias, en alguien tutelado incapaz de pensar y decidir por sí misma. Para mi el dato de que sean maestras no es baladí, entiendo la lectura, el aprendizaje, incluso en un entorno rural y fuertemente religioso, como la posibilidad de pensar, decidir y ser libres. Así, los libros, la escena de cristales rotos sobre los libros, el deseo de leer, de aprender de escribirse, está perfectamente referenciado en la historia. No hay duda que fueron capaces de ejercer su libertad. Y como en el caso de la directora veo en la represión de su historia de amor la mezquindad del alma humana. De no poder ejercer el “vive y deja vivir”, el retorcer sin más la felicidad ajena.
Una vez estás 7 piezas se desglosan en una historia, en su historia, en su manera de ver el mundo y en juzgar las capacidades de las mujeres hace 118 años. Coixet despliega todo su potencial en cada aspecto de la película:
– El trabajo de las actrices.
– La fotografía en blanco y negro, un blanco y negro táctil, con todas las posibilidades de luces, sombras, contrastes, texturas que permite.
– La ambientación
– Los personajes secundarios
– El sexo. Por favor comparen la escena del sexo tántrico del plasta atlético de Aprendiendo a conducir https://www.filmaffinity.com/es/film982473.html con estas escenas. No importan el sexo de los cuerpos. El juego, el descubrimiento, el prodigio del deseo enamorado. Son escenas que conectan con algo parecido a «el momento más maravilloso de mi vida está sucediendo ahora y me está pasando contigo». No se pueden rodar mejor, no se puede pedir más.
Cada pieza está pulida y reluciente para lograr un engranaje perfecto al servicio de su historia.
Por ejemplo, el personaje del padre y la madre de Marcela, la sumisión, el miedo, el poder del hombre en el hogar, opresivo, con una cólera latente que puede explotar en cualquier momento.
El proceso de enamoramiento, tan adolescente, tan epistolar, tan bello. Sacrificar este enamoramiento porque es imposible que se enamoraran sin todo el peso de la religión y las buenas costumbres en sus cabezas, es menospreciar las capacidades revolucionarias de una mujer enamorada. Es no entender nada.
Un nuevo capítulo en la historia del cine
Si se me permite clasificar como género las películas lésbicas. Y utilizando como referente mi propia memoria, todo empezó con Lianna https://www.filmaffinity.com/es/film191703.html. Una película que trataba con acierto y de forma honesta el descubrimiento de la propia homosexualidad y su asunción por parte de una madre de familia. Luego apareció el subgénero de «si es lesbiana, que acabe muerta» tipo La Calumnia https://www.filmaffinity.com/es/film378659.html. O la construcción de la lesbiana perversa tipo la ama de llaves de Rebecca https://www.filmaffinity.com/es/film167667.html. Luego vinieron las películas lésbicas alternativas, de bajo presupuesto y series de culto como The L word. Y finalmente tanto trabajo, tanta inquietud femenina fue canalizada para gloria y éxito con un director y, se llevó la Palma de Oro con La vida de Adele https://www.filmaffinity.com/es/film361182.html. Lo mismo pasó algunos siglos antes con el género epistolar, eminentemente femenino, pero que fue un hombre quien recogió el sembrado y se llevó de nuevo la palma, me refiero a Laclos y Las amistades peligrosas. Adele, la gran triunfadora del género lésbico, no se distinguía en nada y más que hablar del deseo entre mujeres, explicaba muy bien cómo le gusta al director que se líen las mujeres. Por suerte películas como Carol https://www.filmaffinity.com/es/film584711.html y Marcela y Elisa https://www.filmaffinity.com/es/film490217.html, nos demuestran que no es necesario ni ser lesbiana, ni ser mujer, lo único que importa es compartir una misma mirada sobre el mundo y una misma escala de valores. Y si además tienes talento, es posible rodar una película como ésta.
Finalmente decir, que una vez has visto la película, todo parece lógico, fácil, una historia que tenía que ser esta, que no podía ser rodada de otra manera. Pasa con los clásicos, parecen un reencuentro más que un encuentro, pero en el mundo actual, diría que puede ser mucho más fácil rodar Fast and furius 19 parte, que historias tan bien compactadas y profundas como Elisa y Marcela. Es una película que celebro haber ido a ver al cine, y que me parece un lujo poder revisar a través de Netflix.
Montse Barderi