Críticas de espectáculos

“María Estuardo” de Schiller/Tranvia Teatro/La Fundición

Con baja intensidad

 

Obra: “María Estuardo” Autor: Friedrich Schiller. Compañía: Tranvia Teatr0/La Fundición. Intérpretes: Cristina Yañez, Mª José Moreno, Pilar Gómez, Yvonne Medina, José Chaves, Emilio Alonso y José Dault. Escenografía: Juan Ruesga y Vicente Palacios. Vestuario: Asunción Trallero. Iluminación: Ada Bonadei. Dirección: Pedro Álvarez-Ossorio. Teatro Principal de Zaragoza 25 de noviembre de 2009

Tranvía Teatro y La Fundición de Sevilla presentaron el pasado miércoles en el Teatro Principal su lectura de “María Estuardo” la obra que Schiller escribió en 1800, sobre el enfrentamiento que Isabel Tudor y María Estuardo tuvieron en el siglo XVI por el trono de Inglaterra. El trabajo dramatúrgico que realiza Pedro Álvarez-Ossorio tiene un dispar resultado. El objetivo de contemporaneizar el texto está alcanzado sin demasiadas vacilaciones.

Sin embargo, y aunque todo es opinable, centrar la historia en la figura de la reina Isabel, reduciendo la presencia de María Estuardo a una única escena, hace que se pierda de vista el núcleo principal del relato de Schiller: el enfrentamiento entre las dos reinas como paradigma de la naturaleza del poder y de sus intentos por justificar sus acciones a toda costa.

La escenografía, de una extremada y acertada sobriedad, plantea un espacio que utiliza toda la amplitud y profundidad del escenario, dando un aire épico a la puesta en escena y subrayando la importancia del texto y el trabajo actoral. Sin embargo, introduce un montaje audiovisual que no aporta demasiado y entra en competencia con texto y actores, restando fuerza al planteamiento escenográfico. La puesta en escena saca partido a la amplitud del espacio. Realiza un diseño de movimientos que dibuja una geografía geométrica, juega con las agrupaciones, imprime un buen ritmo, resuelve bien las mutaciones escénicas y aporta claridad al relato, pero introduce algunos elementos gratuitos (¿a qué bailan un tango el conde de Leicester y Mortimer?) que restan tensión e intensidad dramática.

Es en este aspecto, el de la intensidad dramática, en el que más lejos debería llegar el espectáculo y es, por el contrario, en el que más corto se queda. Hay una escena, magnífica de planteamiento y desarrollo, (el encuentro de Isabel y María) que alcanza altas cotas de intensidad, pero en el resto, lo que vemos está más cerca de la afectación excesiva que de esa intensidad que le nace al actor en la profundidad de las entrañas, y a través de la contención y no del grito, inunda la escena y da grandeza al hecho teatral. Los aplausos del público parecen contradecir mis palabras. Deberían comprobarlo por sí mismos, tal vez encuentren la profundidad y la intensidad que yo no he sabido ver.

Joaquín Melguizo

Publicado en Heraldo de Aragón, Viernes 27 de noviembre de 2009


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