La trayectoria de María Martínez es un territorio de encuentro entre culturas. De ahí proponerle participar en esta serie de “Conversaciones a orillas del mediterráneo”. María, bailarina y coreógrafa, licenciada en Filosofía (de la) Estética, formada en la SNDO de Ámsterdam, especializada en danzas del Medio Oriente y profesora certificada de Yoga, Body-Mind Centering®, conocedora profunda del Qi Gong. A las espaldas un recorrido lleno de numerosas coreografías, colaboraciones artísticas y horas como profesora invitada en centros de alta formación.
Juan Carlos Garaizabal: Leyendo tu recorrido nos viene claramente la idea que te mueve el investigar, explorar, descubrir, conjugar y jugar con elementos culturales, conceptos y técnicas diferentes. Y, en este conjugar y jugar te propongo un juego. Se trata de lo siguiente. Para esta conversación he contado con colaboradores que han querido participar con alguna pregunta o dato. Y el juego consiste en que tendrás que ir averiguando de quien se trata, y al final de la conversación te lo preguntaré. Te doy una pista; a alguno conozco y a otros no. Y en esta pista hay verdad y trampa. ¿Aceptas?
María Martínez: Bien, bien. Jugamos, jugamos.
JCG: Donostia, Ámsterdam, El Cairo, Bologna como lugares de parada y fonda combinadas con otras ciudades dentro de este viaje por el movimiento y la danza. Según mis fuentes, todo esto comenzó en Anoeta con tu hermana, dos primas y unos patines de patinaje artístico sobre hielo en los pies. Por cierto, ¿después dolían mucho los pies?
MM: Sí, sí, sí.
JCG: ¿Qué te atraía de esta disciplina?
MM: En realidad empecé un poco antes. Tus fuentes se han olvidado de decirte que antes de encontrarme con el patinaje artístico ya hacíamos en la ikastola, en el Liceo Santo Tomás y allí hacíamos folclore euskaldun. Incluso a los seis años, había un grupo de teatro en la ikastola y allí empezó un poco, entre Kresala, el teatro, el Arin – Arin , el aurresku, la makildantza o el fandango y el interés que tenía por la magia de estar en la piel de otro personaje o que me daba la posibilidad de superar mi timidez. Yo era tremendamente tímida.
JCG: Del 1 al 10 de timidez, ¿en qué punto estas ahora después de todo el camino realizado?
MM: Yo creo que en algunas ocasiones pueden ser siete, otras cuatro… En el fondo, quien tiene esta característica de ser tímido, una parte de esa timidez no desaparece nunca. Es como ese miedo al impacto que el mundo te hace. Y, hay momentos que me sorprende que no soy para nada tímida. Y esto ha sido quizás, el recorrido de la vida que he hecho. Prevale, también las ganas de decir, las ganas de contar, las ganas de mostrarse tal cual y en otras, todavía me sorprende mi timidez. Y, ¡cáspita!, este miedo de hacerse ver sin tanto tapujo. Digamos que estoy en un buen país para superar esto.
JCG: ¡A ver! ¿Cómo sería esto? Para los que nos leen, ahora estamos teniendo esta conversación en Italia. Y tú llevas afincada en este país 26 años. ¿Por qué Italia es un buen país para superar esto?
MM: Porque los italianos, desde luego, de tímidos tienen muy poco.
JCG: ¿En la superficie o en el fondo?
MM: En la superficie, claro. En el fondo nunca sabes quién son. Los italianos son los camaleones por excelencia. Te ponen mil formas. Nunca se dejan ver.
JCG: Hablando de países en este viaje resaltan parejas de palabras: occidente – oriente, tradición- innovación. ¿Cómo ha llegado una donostiarra a explorar, crear y desarrollar un lenguaje propio en la danza arabo andalusí? ¿Cómo ha sido esto?
MM: Hace poco en Cagliari hablando con Ornella D’ Agostino. Colega, creadora y exploradora muy metida en el mundo de la mezcla de lenguajes mediterráneos. Yo le contaba que sí, soy de origen euskaldun, pero en el fondo parte de mis raíces también vienen de otras zonas de España. No me siento solamente de pedigrí vasco. ¡Mira! Hay un factor y es, creo, que las danzas vascas han sido castradas. Una vez, esto me lo dijo Juan Antonio Urbeltz, escritor e investigador de la cultura tradicional del pueblo vasco. Urbeltz decía que una parte de lo que fueron las danzas femeninas que han desaparecido. Se han borrado de la memoria. De la memoria de nuestra tradición, del País Vasco. Y él, decía que debían ser danzas, como todas las danzas femeninas, mucho más pegadas al suelo, más de tierra. La característica de la danza vasca es el levare, va hacia arriba. Y él decía que, esta cualidad más de tierra, más del battere, más de estar en contacto con el pulso, con la tierra, con la fuerza de la gravedad, más en relación con lo que es todo lo que es contenedor creativo por excelencia, el centro femenino. No solo de las mujeres. Pero, digamos que, por el hecho de concebir, tenemos ese privilegio. Y decía, que todas esas danzas se habían castrado, se habían olvidado, se habían quitado. Y me sonaba que podía ser. Me encaja. Hay algo dentro de mí, que me decía que podría ser esto una parte de nuestra historia real. Por otro lado, sabemos que la iglesia católica ha sido tremenda cortando infinidad de tradiciones y buscando suprimirlas en un modo u otro, y entre ellas seguramente el rol femenino original en las danzas vascas. Para hacer que se olvide toda esta parte de la tradición e imponer su visión e ideología. Y, muchas veces, siento que hay muchas ganas de recuperar, de sanar toda esta presencia del femenino en el folclore vasco. Una presencia, que estoy segura que tenía que haber. Absolutamente segura. De hecho, a aparte de toda la mitología vasca, la idea del akelarre, del soltar. Me imagino que tenía que ser una especie de bacanal de la vitalidad nacida desde la tierra. Tenía que ser una libertad del movimiento donde absolutamente tenía que haber un contacto con la tierra, la raíz, la fuerza, la kundalini si utilizo un lenguaje de otra cultura. Todo mi trayecto ha sido ir recuperando elementos perdidos. Aquí hay un vacío, que, desde mi mirada, se cortó. Yo creo que me ocupo de las danzas arabo andalusí por un poco, como decir, bueno…voy a una tradición donde hay algo que habla de mi historia como mujer. Y una parte es también la historia de mi familia, probablemente. Y también, de la macro historia, de un linaje, también del pueblo vasco. Y luego, viviendo en la distancia, tengo otra perspectiva. Por ejemplo, sé que el Zortziko txikia era un día del bertso vasco de nuestras tradiciones de improvisación. Y esta tradición vasca, por ejemplo, tiene influencias árabes. Esto no me lo enseñaban en el Liceo Santo Tomás, claro. Y surgen las preguntas, ¿qué nos han contado sobre nuestra historia? ¿Qué narración tenemos? ¿Continuamos a creer esa narración separándonos de relaciones con otras tradiciones y de otras culturas o cambiamos dirección? Es imposible que a nosotros no nos hayan llegado las influencias que si llegaron al resto de la península ibérica. Es imposible. Hemos estado mucho más influenciados de lo que pensamos. La idea nacionalista de un cierto tipo de identidad cultural separada es un poco inventada. Es lo que pienso. Ya sé que estoy diciendo algo fuerte, pero es así. Y no entro en el aspecto más político del tema. Me interesa el hecho de qué hay partes de nuestra realidad histórica, ancestral que no están en nuestra narración porque han sido castradas. Basta ver las danzas, para despertar la sospecha de que algo ha sucedido en ese campo, son muy masculinas.
JCG: Habitas en la frontera entre la expresión artística y la consciencia personal. Y de hecho escuchando tus palabras fíjate hasta donde llegas a través de la danza. ¿Cómo interactúan entre si estos dos territorios, es un acto de alquimia permanente? ¿La expresión artística no es posible sin una conciencia personal?
MM: Bueno, para mí. En lo que es mi trayectoria, la conciencia es como el faro que me lleva a iluminar partes de la sombra. Y como artista, estoy siempre curioseando estas sombras, ver de dónde vienen…La inspiración de un artista viene de fondos que están a medio conocer o que no están siendo reconocidos. Y que, de alguna forma, ¡se te aparecen y te hechizan… y ¡uy! …esto es lo que me viene y esto es lo que quiero contar. En el hecho de sacar algo de ti, que está dentro, que te está interesando, que te está embrujando. Embrujar, porque es ese hechizo el que me pilla, y hasta que no lo cuento no estoy tranquila, ¿no? Y, a veces, no necesito ni entenderlo. Hay muchos artistas que no necesitan pasar por la conciencia aquello que crean. Pero, en el crear, en el contar, hay ya un proceso de toma de conciencia, ¿eh? El mismo hecho de contarlo es sanador. Va saliendo aquello que puja por Sali y vas notando transformaciones alquímicas. Antes has usado esa palabra. Es como parir. Si, hay una transformación. Hay una transformación que el acto creativo va impulsando. Para mí, trabajar con la conciencia es lo que me permite descubrir aquello que en un segundo paso me puede interesar contar.
JCG: Movimiento o danza, o ¿ambas? ¿Qué diferencia hay?
MM: Yo, cada vez más, estoy usando la palabra movimiento. Porque la danza está dentro de muchos códigos. Y, ¡hay tantos tipos de danza! Por danza se entiende un lenguaje con su técnica. Un lenguaje que vas adquiriendo que te permite contar una historia con ese vocabulario, con ese código de estética apoyado en su propia técnica. Pero, movimiento, para mí es un concepto más amplio. Últimamente me siento más cercana a la palabra movimiento. Me permite un respiro más grande. Cualquier cosa puede ser movimiento, es verdad. ¡Y no todo puede ser danza, eh! Es la amplitud de la palabra movimiento que me gusta.
JCG: ¿Hay más espacio para el ser?
MM: Sí. Está menos encorsetada, menos codificada, menos condicionada por lo que tiene que ser para que sea aceptada dentro de un círculo determinado. Y, últimamente, nos estamos acercando mucho más a una idea de movimiento donde, en general, se transmite más vida espontánea, ¿no?
JCG: ¿Sí? ¿En qué espacios lo ves?
MM: En la performance.
JCG: ¿Tu recorrido vital como persona va de la mano con tu recorrido profesional o son parcelas independientes? ¿Quién lleva a quién?
MM: Pues van de la mano. Probablemente tengo esa suerte o me he construido la suerte de dedicarme a algo que me gusta. Mi profesión y mi búsqueda personal van muy de la mano. Sí, sí. Cuando hay algo que del todo no me convence, más tarde o más temprano, lo abandono. No lo perpetuo solo porque me da un modus vivendi. Profesión no es para mí solamente algo que me permite cubrir mis gastos. Sin esa pasión que se enciende en cada cosa que hago prefiero no hacerla. Me doy cuenta, además, que no me funciona, que se va como apagando y, además, no crea eco en la gente. Es un signo claro de que ahí no hay nada que hacer.
JCG: ¿Aquello que verdaderamente te conecta, que nos conecta, tiene que ver más con el ser que con el hacer?
MM: Sí. Y para mí ahí está la cuestión. Entre el ser y el hacer. Cuando estudiaba filosofía recuerdo interrogarme a mí misma sobre si estaba identificada con el hacer o si podía dejar de lado ese hacer para encontrarme con quién era. No es fácil, ¿eh?, porque mis modelos alrededor estaban muy centrados en el hacer, hacer, hacer. Luego ese dicho de, ¡hay que hacer algo de provecho en esta vida para ser alguien, demostrar que eres alguien! Cuando he tenido mis crisis, crisis de identidad, que por otro lado han sido muy beneficiosas, estaba siempre la pregunta, pero ¿quién soy yo?, ¿por qué hago todo esto? ¿lo estoy haciendo algo por demostrar algo alguien?, ¿para ser aceptada o para mí? Y fui descubriendo que, en el fondo, fondo, era para mí, Y aquello me mantenía como si fuese un faro que me daba la fuerza, que me decía, venga, que, por ahí, que voy bien. Es una pregunta trascendental, muy fuerte.
JCG: Has pasado por la danza contemporánea, danzas del medio oriente, yoga, Qi Qong, Body-Mind Centering®. Y no pasas por estas disciplinas como una turista cualquiera, sino que, te quedas y profundizas y para volver a la danza contemporánea y a las danzas del medio oriente. ¿Cómo beben las unas de las otras?
MM: Parto de la premisa que estamos todos en un mismo tejido, y que esta idea de separar las cosas es un poco engañosa. Desde una visión occidente-oriente, en esta búsqueda de oriente-occidente voy tomando lo que me aparece y no es por casualidad, porque como dices tú, luego permanezco. Hay cosas que he explorado en modo esporádico y otras cosas que se han ido convirtiendo y construyendo como fundamentos. En mi vida constantemente han aparecido, o quizás, era mi interés lo que les hacía aparecer y tener sentido en lo que yo estaba buscando. Oriente-Occidente han estado para mí, casi desde el principio. Porque cuando voy a Holanda, encuentro el Body-Mind Centering® dentro de la SNDO (School for New Dance Development), en Ámsterdam. La formación que se nos daba no era solamente occidental. Por ejemplo, Steve Paxton (Fundador de la Contact Improvisation) compartía, a su vez toda una información del aikido, del zen, de la meditación…Entonces yo vengo de una historia de la danza que ya integraba tantas voces, con tanta curiosidad. Mi interés por el oriente muy jovencita. Me acuerdo, mi tío que me pasó el libro del filósofo Alan Watts “OM Meditaciòn Creativa”, (yo tenía 14 años). Descubrí que había otra manera de concebir y percibir el mundo y hay otra manera de percibir el movimiento. La técnica Release es ya una técnica integrada que toma conceptos que va con el continuum del movimiento, con el principio del centro, que aprovecha el peso para seguir en el flujo. Ya ahí hay principios que llegan de oriente. Lo que yo hago es ir a profundizar más sobre esto. Me llama la atención todo este lenguaje. ¡Qué hay aquí? ¡esto es una maravilla! ¡Como se puede uno mover con esta facilidad! Me llama la atención cuando el movimiento es todo un flujo que no se para, y que es respirado y la respiración y el movimiento son uno. Y ves la belleza que surge en todo esto. ¿Cómo no ir a buscar todo esto en las diferentes fuentes que la vida me va poniendo la oportunidad de poder ver? Y lo que hago, simplemente, es coger la ocasión. Y quizás tener las gafas adecuadas para ver, y decir, Medio Oriente. Pero Medio Oriente, no cualquier cosa. Porque, por ejemplo, a mí la danza del vientre no me interesa. No me interesa porque se aleja de lo que es la tradición, porque se aleja de lo que son estos principios de los que te estoy hablando. Indago en las formas más tradicionales del Medio Oriente porque mantienen todavía algo auténtico. Podemos seguir las influencias de tradiciones de la China, de la India, que llegaron por la ruta de la seda. Incluso anterior a los viajantes de la ruta de la seda. Una vez más aquí también se ve como hemos construido una idea, una narrativa, de que las cosa fueron de una forma, y no. ¡Y no! Todo estaba mucho más en interrelación de lo que pensábamos. Anteriormente se viajaba mucho más de lo que creemos. Conceptos sufís, el concepto de la kundalini, experiencias somáticas sobre el eje central, del canal de Sushumna, los encontramos en España. Y todo eso se ve también en el movimiento de los bailarines del alto Egipto todavía hoy. No lo saben explicar, pero si uno sabe ver lo encuentra.
JCG: Te apasiona.
MM: Sí. Sí, me apasiona muchísimo, muchísimo. Porque me doy cuenta de que son tradiciones que no tienen nada que ver con lo que se ha trasladado a otras sociedades, distorsionándolo, con el objetivo de ponerlo en un nivel comercial. No tiene nada que ver con eso. Aquí estamos hablando de vías, que no digo que sea para pocos, pero sí para curiosos. De curiosos que quieren indagar e ir más allá. Todo depende de con qué te quieres conformar. Si te quieres conformar con lo superficial o con las enseñanzas de que expresan las diferentes tradiciones de danza. En el medio oriente también ha habido mucha manipulación sobre las tradiciones. Y occidente ve, coge y aprovecha lo que le interesa y lo pone en una cajita muy mona para venderlo.
JCG: Es quizás, cuando algo que tiene una esencia trascendental se convierte en producto de consumo.
MM: Es en ese modo que pierde su trascendencia. El que quiere venderlo en forma de producto no ve esa trascendencia. Ve solo aquello que puede llamar la atención, vender la idea de exótico. Hacerse con un lenguaje que puede ser apetecible en ese momento, pero es eso, justo en ese momento. Luego como pasa la moda, desaparece. Y las formas de movimiento que tienen un contenido más profundo no se pierden se esconden a los ojos de quien no quiere ver, que es diferente. Esta expresión de, se esconden, a mí me gusta mucho, porque en realidad están ahí.
JCG: Tus propuestas, tu estilo personal en la danza, el movimiento, la labor pedagógica se encuadran en contextos culturales concretos, mediterráneos. Y son mensajes que promueven la autonomía personal, la individualidad. ¿La autonomía personal es compatible con la cultura colectiva mediterránea?
MM: Mi creación es un proceso individual. Me interesa sacar eso único, es algo que palpita dentro y que habla de esa unicidad. Y también creo en la transmisión con los demás. Es lo que me interesa. Facilitar a las personas entrar en el proceso de descubrir su propio ser único. Como artista, a mí, ese proceso de individuación es fundamental. Luego no estamos solos en el mundo, estamos en relación, en una red, como decía antes. En una red de colectividad. Entonces es también importante para mí colocarlo en ese contexto de cultura. Cultura. Y la palabra cultura nos aúna, no diferencia, pero también nos mete en un paquete juntos. Está claro que pertenecer a la península ibérica no tiene nada que ver con ser de Escandinavia. Habrá elementos comunes en el aspecto humano, de su sensibilidad con los que yo puedo entrar en empatía. Pero mi cultura no tiene nada que ver con la de Escandinavia. Y, nosotros pertenecemos al mediterráneo. Un lugar que ha recibido tanta influencia de tantas cosas, que ha sido lugar de tanta mezcla, lugar de paso, de personas que han viajado, que han encontrado belleza, que se han interesado por sus lugares y han dejado una huella. Pertenecemos a todo eso. Yo siento que hay una pertenencia. Cuando estaba el otro día en Cagliari… ese sabor de ciudad mediterránea compartido con Mahón, con Cartagena… ¡Estamos en el mediterráneo! Hay algo común: la luz, los colores. Algo que aúna. Algo común a civilizaciones, en apariencia muy diferentes.
JCG: ¿La intención de promover la individuación de las personas en este contexto es algo contracultural o una forma de potenciar a todo un grupo perteneciente a una cultura?
MM: Yo creo que un grupo se potencia gracias a que se potencian los individuos. Pon una oveja negra en un grupo y el grupo evolucionará. Esto me lo dijo Rashna, del Diseño Humano. Y es cierto, alguien raro y extraño como los chamanes, los brujos, los locos. Las personas que tienen algo especial, que ven más allá tienen esa cualidad de poder orientar de una nueva manera. Creando caos orientas de nuevo una nueva organización. Entonces, la idea de que una cultura no se mueve o se mantiene en una coherencia fosilizada o cristalizada tampoco es tan real. Hay siempre movimiento. Los raros, los extraños, los individuos que parece que van a su bola, ¿no?, interesados en algo personal son los que luego van cuestionando, van poniendo esos elementos que pone en crisis y que permite ir un poquito más allá, ir ampliando. Yo creo que el grupo de los individuos como los individuos también necesita del grupo. El individuo también necesita del grupo que le cuestiona y le pone en un punto de buscador. Creo que uno nace buscador. Si naces buscador, cualquier cosa que gira a tu alrededor te va dando por aquí, por allí, por ahí. Es un poco destino.
JCG: Describes la danza como un encuentro entre la belleza, la música, la poesía, la improvisación. Has compartido dos proyectos de Video- Art con Lara Ubago y Amaya Orbegozo en la edición “Trìptico”, “María y el almendro “y “María y el fin del mundo “. El mensaje se traslada a través de canales sensoriales, si hubiera palabras cuáles serían. Por ejemplo, en “María y el fin del mundo”.
MM: Me considero una improvisadora, más que coreógrafa y es ese paisaje que encuentro justo en esa zona del este de España. Cerca de Cadaqués. Y es, por un lado, es mi mirada hacia el oriente. También como voy vestida, es como una túnica antigua, entre mangas japonesas. Los colores que se confunden con esa roca mediterránea, como oscura y clara. La luz. Y es estar como dentro de una cueva, y ese gesto que va surgiendo, notando en la piel, el viento, el fresco. Muy sensorial. Que responde un poco, a esa necesidad, de apertura. Estábamos en pleno Covid. Con todas esas restricciones, no se podía salir, no se podía hacer lo otro y era ese canto a la libertad. Salir y sentir los elementos. El viento, había mucho viento y fue un elemento a jugar. Estaba ahí, y no lo iba a enfrentar y lo jugué, lo incluí. Parecía que iba a venir el fin del mundo, la guerra de Ucrania, que acaba de empezar, el Covid que estaba todavía presente. ¡Parecía que todo se iba a desmoronar! Y desde aquí, desde esta perspectiva de que estábamos frente al apocalipsis……. pero con esas ganas de estar con lo esencial, con lo sensorial que vuelve a anclar la mente en el aquí y ahora a través del cuerpo.
JCG: Es quizás por ese estar en contacto con lo esencial, con el aquí y el ahora que se te ve en muchas fotografías que hablan de tu trabajo y en propuestas creativas, que juegas con los sonidos de la naturaleza, en bosques, montañas, ríos, mar.
MM: Yo vivo en una colina, a dos pasos del bosque. Y durante la pandemia esto fue fundamental. Poder caminar y perderme en el bosque y estar en bosque. En ese periodo hice una serie de pequeñas perfomances. Y alguna de estas performances han sido captadas por Claudia Mariani, una estupenda fotógrafa que además tengo la suerte de que sea vecina mía. Y Claudia me acompañó en esta experiencia. Algunas fotografías las he publicado y otras no. Tenemos un proyecto que está ahí, pendiente de terminar de materializarse. Me di cuenta, cuánto la naturaleza me acompaña en el recorrido de mi vida. Sea por la ciudad donde nací, en Donosti, sea por mi experiencia en contacto con la naturaleza desde pequeña. No solo la naturaleza como medio de regulación sino también como un espacio que me lleva a la reflexión, un lugar en el que lanzo y me lanzo preguntas.
JCG: ¿Por ejemplo?
MM: ¿Dónde estoy?, ¿Y qué pasa con esto? Y es en ese silencio, que no es silencio porque está lleno de voces, que soy capaz de escuchar, que me permite estar en esa experiencia sensorial. Es un modo, para mí por lo menos, de tener sentido como ser humano. Vivo en la naturaleza porque en la ciudad no puedo estar. ¡Me daría algo! Siempre estoy buscando el querer estar ahí. El filósofo David Abram en el libro “ The Spell of The Sensuous” habla de la comunicación con la naturaleza y con los demás seres con los que compartimos existencia, y con los que hemos perdido este diálogo. Habla de esta capacidad de escuchar. Y ya lo decía Platón, hemos adquirido el lenguaje, la escritura y hemos perdido la capacidad de percibir. Y mi motor va en relación con afinar la percepción. Y está intención se expresa también en cómo me presento, en la narración que uso para describir mi trabajo. Es afinar la percepción para que cada vez te pueda llevar un poquito más allá. Un poquito más allá con la lamparita de la conciencia, cada vez viendo un poquito más de trozos de mí y de la cultura en la que estoy inmersa. ¡La importancia de la naturaleza! Ponerse en diálogo con uno mismo apoyándose en la naturaleza. No sé mirar las estrellas, escuchar, que te cuentan.
JCG: ¿Estamos hablando de espiritualidad?
MM: Sí, ¡claro!
JCG: Te has formado en Body-Mind Centering® y eres profesora certificada. ¿Qué es BMC®? Te le pregunto porque al leer sobre esta disciplina parecería una adaptación para mentes occidentales de contenidos de filosofías y tradiciones orientales mezcladas con investigación científica occidental.
MM: Sí, sí. Lo has captado bastante bien. El BMC® en sí, es ya muy ecléctico. Su propia creadora, que aún vive, es ya de por sí una mujer muy ecléctica que ha bebido de muchas fuentes. El BMC® es inmenso en los elementos que lo componen. Y una vez más Oriente y Occidente están ahí en diálogo constante. Formarme en BMC® es coherente con mi trayectoria. Me va al dedillo. Es como estar en casa, es mi territorio perfecto. El BMC® es camaleónico, lo ves y no le ves, porque está debajo de muchas disciplinas, danza, psicoterapia, Qi Qong, fisioterapia, arte, educación… ¿Por qué? Porque te da esa capacidad de entretejer entre diferentes técnicas o disciplinas gracias a su visión integradora. El BMC® me permite y me enseña a ver más allá de las técnicas y ver los principios que las sostienen. Y tiene la parte de Occidente, en cuanto al análisis se refiere. Y justo para no quedarse solamente con la fascinación del Oriente. Con todo lo que eso pueda tener de peligroso para nosotros, occidentales que, a veces, podemos tender a quedarnos con el vestido, lo externo, la imagen de lo exótico. El BMC®, dice no a eso y te lleva a ver qué es lo que hay ahí y qué es lo que hace que eso funcione, que tenga valor. Estamos en un buen periodo ahora, porque la neurociencia, la filosofía, la física quántica y todos los avances científicos nos están permitiendo tener una visión donde oriente y occidente se pueden entender. Y es fascinante.
JCG: Mientras me cuentas dibujas con las manos un movimiento en forma de espiral que recuerda la imagen del DNA.
MM: SÍ, la espiral del DNA y que es al mismo tiempo la espiral que está en el Qi Qong, en el Craneosacral Biodinámic, en la danza Sufi. Una visión relativamente nueva para occidente. Y, sin embargo, son conocimientos antiquísimos que oriente mastica ya desde hace mucho tiempo. Creo que ahora estamos más preparados para poderlos comprender y darles una explicación desde nuestra mente más racional. Y también te das cuenta de que en nuestro mundo occidental tenemos científicos que hicieron de avanzadilla y que en sus tiempos no fueron comprendidos. En estos, últimos decenios se han hecho unos saltos impresionantes que nos permiten comprenderlos. Por ejemplo, cuando se descubre la doble hélice del corazón. El corazón helicoidal. Esto fue un español, un médico cardiólogo de Denia. Y en su momento no tuvo ninguna trascendencia. Se rieron todos a su alrededor. Y pasados muchos años, un grupo de científicos de una universidad de EE. UU., no recuerdo el nombre ahora, comprendió lo que este médico de Denia estaba compartiendo y le dio la relevancia que este descubrimiento tiene en la relación corazón – mente. Y ahora ya se habla de la relación mente – corazón – intestino. Todas estas interacciones.
JCG: Como profesora certificada en BMC® has participado en unas jornadas organizadas en el Centro de Salud Mental de Casalecchio di Reno. ¿En qué consistía tu participación?
MM: Este Centro de Salud, cerca de Bologna, se ha abierto al plan Recovery College. Un plan que promueve la integración formada por otras perspectivas que tienen su foco, también, en la salud. Y han incluido todo el aspecto corporal. Este plan llega desde Inglaterra, donde, cada vez más, están incluyendo la perspectiva corporal en los procesos de sanación del malestar psíquico. El malestar psíquico ha aumentado tantísimo en los últimos años y se han dado cuenta que el abordaje clásico, es decir, farmacológico no llega a responder a todos los aspectos y necesidades que estas problemáticas presentan. Es un plan que pretende sumar herramientas, propuestas vivenciales con un objetivo de que la persona camine hacia la integración. Por el momento, hemos hecho dos encuentros y estamos elaborando la continuación. Participan los profesionales del propio centro junto a los pacientes y sus comentarios han sido de descubrimiento porque se han podido sentir de otra manera en sus cuerpos. De una manera que les ayuda a estar en contacto con la realidad sin que esto suponga un peligro o un desasosiego. Es necesario sensibilizar a las altas esferas que la salud mental necesita mucho más que solamente una respuesta farmacológica.
JCG: ¡Ardua tarea! ¿Percibías diferencias en el movimiento dependiendo la problemática médica de la persona?
MM: Las personas que están en este protocolo son personas que están medicadas y, en casos, muy medicadas. Quienes estaban en una fase donde la medicación es más leve, estaban integrados de nuevo en la sociedad, trabajan y están muy contenidos, muy bien llevados. Este perfil entra bastante bien en la propuesta. Como el grupo es mixto, en cuanto a perfiles y fases de proceso se refiere, resulta una experiencia muy rica para los que están en unos primeros estadios, en los que suele haber confusión Para estas personas el poder escuchar a los que están más adelantados, digamos, les ayuda a ver esa parte del camino. ¡Ah!, como a éste le está ayudando a esto pues me abro. Las personas muy medicadas están muy alejadas del cuerpo. Normalmente están como en una amnesia corporal y esto les dificulta, conectar con su cuerpo. Pero, precisamente por eso, lo que es por un lado raíz de su dificultad, el orígen quizás dependiendo del caso, puede ser también en cierta medida un puente. Contactar con el suelo, con el aquí y el ahora puede ser también un contenedor que puede darles estabilidad, anclaje en todos los sentidos. Algo que para este perfil de personas es muy desconocido y que, a veces, les asusta y les puede venir, incluso, un poco de vértigo.
JCG: Has escrito que mantenerse a la escucha de uno mismo es un modo para retomar el control del propio cuerpo y de las propias sensaciones. En general, ¿dirías que estamos desautorizados de nosotros mismo o, que vamos por la vida como gallina sin cabeza, desorganizados?
MM: Pues, hay días que me viene que estamos como en la niebla, que se vive con el piloto automático donde la conciencia es poquita. Y, hay veces, que parece que nos estamos despertando. Creo que son ambas cosas pero que, en general, la mayoría de la gente va más con el piloto automático. Y que el tema de la conciencia asusta mucho y pone en jaque, pone en crisis y hace un poco cuestionarse las cosas en las que yo estoy cómodo sentado en mis creencias y en mi situación de vida que me he montado. Y a lo mejor, estoy muy triste en el fondo y no tengo satisfacción y como estoy rodeada de mil cosas que me hace compensar este vacío que tengo, estoy más identificada con esas mil cosas que están a mi alcance y no hago más que pasar de una a otra y estoy ahí, consumiendo experiencias para taponar lo que vive dentro de mí.
JCG: Cambio de tercio. Nos acercamos al final. En tu cocina abundan los enseres y utensilios; cucharas, cazos, cazuelas, artilugios, un poco como una sorgiña * y sus perolas. ¿Qué estas cocinando ahora? ¿Qué combinación alquímica de lenguajes y estéticas estas entrelazando? ¿dónde has metido las manos?
MM: Hay varias cosas. Sigo con esta curiosidad de ahondar en la mezcla de culturas. Ahora estoy con el craneosacral biodinámico y me está llevando aún más a adquirir un sentido mayor de todas las líneas que he ido transitando en la vida. El interés por el aspecto de occidente y oriente. Ese hacer sin hacer. Ese estar en el no hacer para dejarse fluir. Personalmente también estoy siguiendo mi curiosidad por la meditación budista sin ser budista, pero la sigo y ahí me encuentro de la presencia. De ese estar. De permitir, de posarse. Y es en ese posarse donde encuentro el cuerpo como clave para que la mente vaya entrando en una quietud profunda dentro del torbellino. Y, mira, otro paralelismo. En el craneosacral se habla de este huracán y en el centro del huracán está la quietud. Y es de nuevo, el BMC que me ayuda a entender desde la embriología esta organización de la notocorda, esta organización primigenia desde la cual todo se organiza. Se organiza y da el eje central. Y la danza medio oriental, de nuevo, me muestra esta presencia en el eje central. Y de nuevo, todas las disciplinas en las que voy profundizando me muestran sus conexiones y me permiten tener una visión, vivencia global e integradora de mundos que, en principio, desde lo externo, parecerían tan diferentes. Y estoy muy interesada en el fluir, en el fluir del agua, en el fluir de la respiración celular, de las membranas celulares que son flujo. Este es mi ámbito de interés.
JCG: Tu quehacer es como un territorio de encuentros entre culturas, filosofías, técnicas, visiones y descubrimientos. Tienes como herramienta, pasando a lo más físico, un lugar en Bologna donde exploras, mezclas y cocinas. ¿En qué lugar de ese estudio tienes el San Pancracio al que miras cuando haces las diagonales?
MM: Sí, sí, sí. El San Pancracio lo tengo ahí puesto. Nada más entrar y lo ves. El San Pancracio. Tenía este profesor de danza, Iñaki Landa, estupendo, que tenía el San Pancracio en el ángulo de la escuela y cuando hacíamos las diagonales de danza decía, “abrid el corazón a San Pancracio”.
JCG: La cultura tradicional en forma de creencia y la danza moderna de nuevo.
MM: Este abrir el corazón me ha sido siempre muy clave, es decir, es que si no abres el corazón no hay tu tía. En nada, además. Ayer, les decía a unas alumnas de danza y estaban todas con unas caras, como uva pasa, tristes, cerradas, criticando, juzgando, con sus miedos. Y les dije, mirad sino se hace una sonrisa desde el corazón no hay nada que pueda funcionar. Por lo menos, he conseguido que sonrían un poco.
JCG: ¿Qué libro estas leyendo estos días?
MM: Estoy leyendo un libro que se titula traducido más o menos, “Cura y salud”. Está escrito por un filósofo y una psicoanalista. Y hablan de cómo definir la palabra “salud “y la palabra “cura”, que en italiano tiene el significado de cuidarse.
JCG: Si escribieras un libro sobre tus andanzas, nunca mejor utilizada esta palabra, ¿qué libro te gustaría escribir?
MM: Ya me gustaría escribir, la verdad. Tengo que hacer vacío para que llegue este futuro libro. Pero, sí, me gustaría hablar de todas estas andanzas. Andanzas que parecen muy diferentes entre sí y no lo son, no lo son. Yo lo que vivo, es que no, vivo que todo me está llevando a ver que está todo relacionado con un tejido profundo. ¡Sería sobre las andanzas que comenzaron ya en esos tres años de formación en danza en la SNDO de Amsterdam y allí surgen tantas cosas! Fue un periodo de mi vida muy clave, se vislumbra, o doy con cosas que luego han sido hilos que he seguido y he seguido y he seguido. Y hubo un momento en el que la sanadora Loes Van Berkel supo recoger mi curiosidad y me introdujo en su trabajo que combinaba tradiciones y técnicas en relación con el contacto, los chakras como centros de energía del sistema nervioso, la meditación, los sueños, la voz y la música. Incluso yo la invito varias veces a Donosti para que imparta semanarios. Ella era ya una persona ecléctica. Y hay un momento en el que ella me dice que llegaría en mi vida, con el tiempo, a integrar la danza, el movimiento y las manos, el trabajo del contacto. Solo con el hecho de contactar el cuerpo comienza a habitarse de otra forma.
JCG: ¿Algún nombre de los informadores que han colaborado con sus datos o preguntas en esta conversación?
MM: ¡Ah! No sé. Me viene que igual le has preguntado a mi madre. Igual en algún momento te has dirigido a mi hermana o Amaia o a Usoa.