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Markeliñe estrena ‘Cigarra y Hormiga / Txitxarra ta Inurria’

La compañía vasca Markeliñe estrena hoy día 2 en el Palacio Euskalduna de Bilbao, donde permanecerá hasta el próximo día 5, su última producción ‘Cigarra y Hormiga / Txitxarra ta Inurria’ que posteriormente llevará pr oros escenarios vascos como Harresi Aretoa de Agurain, Lizeo Antzokia de Gernika, o San Agustín K.G. de Durango. Uno de los platos fuertes de la campaña de navidad organizada por la Bizkaiko Foru Aldundia consiste en el estreno de la cuarta propuesta de Markeliñe para públicos infantiles, bajo el título de Cigarra y Hormiga / Txitxarra ta Inurria, en el que confluyen las mismas constantes de los trabajos de la compañía, es decir, teatro visual creado a partir de la improvisación y el juego, e inspirado en la clásica fábula de ‘La cigarra y la Hormiga’, de la que sus responsables creían que se trataba de una historia más conocida de lo que en realidad es, no sólo entre los niños, sino también en los adultos.
Según explica el encargado de coordinar el espectáculo, Joserra Martínez, “en todos los espectáculos de Markeliñe hay una inspiración artística, ya sea literaria como en este caso o en ‘La vuelta al mundo en 80 cajas’, o como puede ser un cuadro en alguno de los de calle. Otra cosa es que luego acostumbramos a despiezarlo de tal manera que el resultado se aleja de ese punto de partida inicial, sobre todo cuando éste es literario, teniendo en cuenta que nosotros apenas usamos la palabra. Por eso no somos nunca fieles al elemento inspirador. Derrapamos, jugamos a improvisar”. En este espectáculo, manteniendo la esencia de la fábula –la hormiga trabaja y recoge para afrontar la escasez en el invierno mientras que la cigarra no lo hace–, Markeliñe da una vuelta de tuerca para escapar de la moraleja establecida e incidir en otros aspectos latentes en la historia.
De hecho, en la literatura clásica hay por lo menos tres versiones, una de Esopo, otra de Jean de La Fontaine y una tercera de Félix María de Samaniego. Según recuerda Martínez, la de Esopo es la menos traumática dado que la hormiga comparte su comida con la cigarra, mientras que las otras dos acaban con la cruel réplica que la hormiga le suelta a la aterida cigarra: “¿Cantabas? Está bien, pues baila ahora”.
En palabras de Martínez, “eso se debe a la cultura de cada época, mucho más tolerante la griega que la de los otros dos, casi inquisitorial. Nosotros, sin embargo, le hemos dado un doble giro a todo eso. Si se exagera un poquito el sentido de previsión de la hormiga, pasa a ser de ahorradora a acaparadora e insolidaria, mientras que al contrario, si la cigarra deja de ser alguien que se la pasa alegremente cantando, en el sentido despreocupado, y pasa a ser alguien que busca una nota, un ritmo para compartir con los demás y así disfrutar de la vida. se convierte en activa y generosa”.
De este modo, la propuesta de Markeliñe hace hincapié en la necesidad de hacer una vida soportable, llevadera, donde hay quien descubre el placer de la música y de relajarse, en una clara referencia al arte, la cultura y la ciencia. “En el fondo hay una reivindicación del artista, una reflexión sobre el arte y el trabajo, sobre el norte y el sur.
No obstante, hay que tener en cuenta que se trata de un montaje para niños a partir de seis años y que lo que ellos piden, mejor dicho, exigen, es un trabajo que capte su atención y les entretenga, por lo que hay que buscar un equilibrio. La excusa es mínima. Se resume en poco más de diez líneas. El reto consiste en hacer que ese planteamiento vaya generando, a través de las improvisaciones y los pequeños hallazgos, un espectáculo de interés”.
Para conseguirlo, como ocurre siempre en las propuestas de sala de la compañía, el peso recae en los personajes, cómo se relacionan entre sí, cómo juegan, cómo pelean. De ahí que para llevar a escena esta fábula, Markeliñe ha optado porque las hormigas sean dos y así multiplicar las posibilidades de juego. “Además, hay que tener en cuenta que el artista representa al individuo, mientras que las hormigas son reflejo de la sociedad, son seres que viven en comunidad, por lo que como mínimo tenían que ser dos”.
En la relación que mantienen los personajes, unas y otra aprenderán algo del vecino. Algo sobre la necesidad del trabajo para subsistir pero también sobre la importancia del placer, porque al modo de ver de los miembros de Markeliñe, la confrontación de estas dos formas de entender la vida ha conseguido en la evolución del ser humano una sociedad más agradable y una vida más soportable.
Con una escenografía sencilla, compuesta por sacos que hacen la vez de la casa de las hormigas –un búnker ideológico más que un hogar– y una hamaca para la cigarra, la apuesta estética de Markeliñe pasa por la creación de ambientes sugerentes.


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