Críticas de espectáculos

Mármol/Marina Carr/Antonio C. Guijosa

Punto sin retorno

«Ir hacia lo desconocido para encontrar lo nuevo»

Charles Baudelaire

Hay un momento en la vida en que uno se encuentra consigo mismo y mirando hacia atrás, se pregunta: ¿Dónde estoy? ¿Qué hago aquí? ¿Es mi camino de verdad o me he equivocado? ¿No es ya demasiado tarde para cambiar mi vida, arriesgándome a lanzarme a lo desconocido, dejando de lado mi vida establecida?

Millares de otras preguntas surgen a partir de este momento cuando, al percibir que no cabemos en la vida rutinaria, sin sabor, sin sorpresa que hemos elegido, debemos decidir: ¿Seguimos viviendo de la misma forma o nos despegamos del marasmo, del aburrimiento agobiante, siguiendo un sueño, los deseos incumplidos? Pero ¿Y si estos sueños no son otra cosa que cantos de sirena?

¿Qué hacemos con la responsabilidad de la familia, la pareja, los niños, obviando nuestra obligación?

Mármol, la primea obra traducida y estrenada en España de Marina Carr, una de las más importantes autoras actuales irlandesas, pone el dedo en el punto neurálgico de la existencia del individuo cuestionando la libertad de elegir su vida y de cambiarla, su responsabilidad ética y su derecho de realizarse.

Son las preguntas existenciales y éticas que no se reducen a la problemática de las parejas en la obra.

Marina Carr se aleja del realismo y del discurso pesado, abordando estos temas esenciales de forma poética, metafórica, con distancia y humor que abren el campo más vasto a la reflexión.

La traducción nítida, precisa, de Antonio C. Guijosa y Marta I. Moreno, la puesta en escena de Antonio C. Guijosa y el cuarteto de excelentes actores, sirven con gran sutileza y sensibilidad el sentido profundo y lo que está en juego en la obra de Marina Carr.

Dos parejas acomodadas viven en apartamientos lujosos, tienen hijos, son aparentemente felices. Los hombres Ben y Art, amigos de toda la vida, han construido con éxito su carrera profesional. ¿Qué necesitan más en su vida bien ordenada, aparentemente sin problemas?

La cuestión está precisamente aquí. Un día dos de ellos Art y Catherine, la mujer de Ben, se afrentan a la sensación confusa de vacío, de frustración de los deseos incumplidos que se expresa con un extraño sueño y culmina en las preguntas sobre el sentido de su vida establecida, tibia, organizada hasta el mínimo detalle, en que todo está previsto y funciona en el marco de la rutina cotidiana del hogar familiar.

Anne, la mujer de Art, se complace en esta vida en gris y marrón, reducida a algo esencial creándose momentos de evasión mediante copas de vino, mientras dice a su marido: «Fuera es una jungla, aquí estamos protegidos, parecidos a otros normales.»

En la obra no se trata de la rebelión contra la normalidad burguesa de la vida, lo que fundamentalmente está en juego es la cuestión de las elecciones que hemos hecho ¿Son justas? ¿Nos permiten o no realizarnos, cumplir nuestros sueños y anhelos? ¿Qué hacemos ante la posibilidad de dar un giro radical a nuestra vida?

En Mármol la sensación de Catherine y Art de sus anhelos frustrados y de su vida incumplida está simbolizada por el mismo sueño que ambos han tenido la misma noche: acostarse juntos en una habitación cubierta de mármol.

Art y Catherine siguen durante semanas teniendo sueños compartidos. A través de esta imagen poética del sueño compartido Marina Carr expone como a partir de una sensación confusa, apenas consciente, Catherine y Art descubren que han dejado escapar otras opciones posibles de su vida.

Evidentemente entre Catherine y Art no ha pasado nada, sus sueños compartidos son la metáfora del proceso de toma de consciencia de que son extranjeros en su vida actual. Ben y Anne, bien asentados en su forma de vivir, no entienden nada de la decisión de su pareja.

La opción de la estética escénica se aleja del realismo. En el escenario los dos hogares, casi parecidos, son soló evocados: a la derecha el de Catherine y Ben con una mesita redonda y un pequeño mueble, a la izquierda el de Anne y Art con una mesita cuadrada y un pequeño mueble bar.

Los hombres llevan traje y corbata, las mujeres vestidos elegantes.

La canción de Frank Sinatra «I get you under my skin» que abre y termina el espectáculo es como una metáfora sonora del sueño de Catherine y Art.

Antonio C. Guijosa imprime a su dramaturgia escénica una fluidez y ritmo impecable, marcando las tensiones y las elipses temporales en el avance dramático.

Los cuatro intérpretes, con un dominio absoluto de su actuación, semejante a la música mozartiana, sin ningún psicologismo, dibujan con gran fineza la evolución interior de los personajes y de las reacciones entre ellos.

José Luis Alcobendas, como Ben, traza remarcablemente el recorrido de su personaje desde el asombro y estupefacción hasta la desesperación e incomprensión total. Pepe Viyuela es excelente como Art, matizado con extrema sensibilidad y pertinencia.

Susana Hernández, Anne, escudada en su rutina cotidiana toma las cosas con calma y escepticismo, creyendo dominar la situación hasta que la evidencia de la fractura le aparece con claridad. Elena González, con delicadeza e interioridad encarna el camino de Catherine con su toma progresiva de conciencia hacia su decisión firme de partir. La escena de su visita en la casa de Anne es muy impactante. Catherine en primer momento quiere tomar la foto de Art y la deja, dándose cuenta con claridad que la persona real de Art presente en su sueño no tiene nada que ver con su decisión de cambio radical de vida y tampoco forma parte de su porvenir.

Los dos, Catherine y Art cruzan el Rubicón cada uno por su lado. Cuando la obra se termina, para ellos todo va a empezar.

Irène Sadowska

Mármol de Marina Carr; traducción de Antonio C. Guijosa y Marta I. Moreno; dirección Antonio C. Guijosa; escenografía Mónica Teijeiro; iluminación Daniel Checa; vestuario María Luisa Engel; sonido Mar Navarro. Reparto: Ben – José Luis Alcobendas, Catherine – Elena González, Anne – Susana Hernández, Art – Pepe Viyuela.

Del 25 de noviembre al 30 de diciembre 2016 en el CDN de Madrid Sala Francisco Nieva


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