Más allá de Meyerhold
Hoy 5 de Octubre de 2013, en un sábado que debería ser viernes, pero que no lo es, ha tenido lugar en Wrocław, Polonia, la clausura de una conferencia internacional sobre La Práctica Teatral de Vsevolod Meyerhold, esto que ahora aquí no son más que palabras, ha constituido durante una semana, una puerta abierta hacia la vida y la obra de una de las figuras teatrales más importantes e influyentes del siglo XX.
Hasta hace tan solo unos días, Meyerhold, para mí, no era más que una referencia, una referencia teatral, importante e imponente, pero una referencia al fin y al cabo, una gran figura en la que muchos se miraban, pero en la que yo no había encontrado mi reflejo, al otro lado del espejo.
Uno no es consciente de su propia ignorancia hasta que la confronta, y se encuentra frente a ella, aguantándole la mirada. Y yo me encontré con la mía, socarrona, revestida por una fina capa de conocimiento teórico, que me miraba desde la sonrisa de aquellos que sí saben, de aquellos que ya han pasado por ello.
Y mi ignorancia se puso el traje de trabajo, y se dedicó a esculpir su cuerpo de recién reconocida criatura, para intentar darle forma bajo los principios de la biomecánica.
Unos principios de la biomecánica, que fueron transmitidos por Alexey Levinskiy y Gennadi Bogdanov, actores y directores rusos, palabra viva de Meyerhold en nuestros días. Levinskiy y Bogdanov recibieron, cuando ambos eran actores del teatro Satire de Moscú en los años 70, los principios de la biomecánica, de la mano de Nikolai Kustov, actor y colaborador de Meyerhold durante los años 30.
Unos principios, que durante cinco días, rigieron y dieron forma a los cuerpos de un grupo de personas venidas de diferentes partes del mundo, y para las cuales: otkas, posyl, toichka, stoika, tormos, rakurs y gruppirovka se convirtieron en los leitmotiv que las hacían moverse por el espacio, iniciar una acción (su contrapunto o señal para el compañero) (otkas), ejecutarla o enviarla (posyl), finalizarla (toichka), fijar su postura (stoika), controlar su ejecución (tormos o freno), o su punto de vista (rakurs), o la agrupación del cuerpo entorno a su centro (gruppirovka).
Para esas personas, todos esos principios: otkas, posyl, toichka, stoika, tormos, rakurs y gruppirovka pasaron a formar parte de su paisaje sonoro y corporal.
En esta transmisión de conocimientos, además de los maestros, transmisores de los mismos y del grupo de actores, pequeñas ratas de laboratorio y sujetos de experimentación, existía una tercera vía, compuesta por los académicos, académicos venidos de diferentes partes del mundo, y encargados de desempolvar los legajos olvidados por la historia, para darles forma, en busca de nuevas conexiones.
En este proceso multilinguístico, en el que ruso, polaco, inglés y francés formaban su pequeña torre de babel, se producía el encuentro entre teoría y práctica, observadores y observados, la teoría observando a la práctica a través de los ojos de la historia y la práctica observando a la teoría en busca de respuestas a preguntas todavía no formuladas.
Y en ese encuentro entre teoría y práctica se dieron lugar las muestras de trabajo del grupo de actores entrenados por los dos maestros, muestras en las que los actores, pequeñas ratas de laboratorios escénicos, desplegaban sus conocimientos recién adquiridos ante una audiencia compuesta de académicos teatrales, historiadores, actores y estudiantes de arte dramático. La pregunta de qué sentido tiene mostrar lo que se ha podido aprender en cinco días, está presente y resuena en la mente de todos, pero esta vez, por alguna extraña razón, tiene sentido, aunque la respuesta aparezca a posteriori, una vez realizada la muestra, sentido para los actores, cómo síntesis y cierre de una intensa experiencia de transmisión de conocimiento, y para la audiencia, como ventana a los cuerpos que portan las palabras a las que ellos intentaban dotar de sentido.
Desde la Polonia de Grotowski, de Kantor, de Warlikowski, se mira a Rusia, gigante cultural, que a través de los ojos de Meyerhold, se acerca a nosotros y nos invita a pasar, a descubrir, a querer saber más y a beber de sus fuentes, a descubrir la Rusia actual que a través de su pasado, o de la reconstrucción del mismo, todavía respira a través de los principios de la biomecánica propuestos por Meyerhold.
No sé si será posible atravesar, ir más allá de Meyerhold, pero sí es posible ir caminando a su lado, acompañados en el camino, por los cuerpos de los otros que hicieron ese mismo viaje y que nos pasan su testigo.