Críticas de espectáculos

Más ruido que nueces

La programación teatral de esta 69 edición del Festival de Mérida se inició este miércoles con el espectáculo «Las Asambleístas», escrito y dirigido por José Troncoso, basado en la interesante obra «La asamblea de las mujeres» de Aristófanes que fue concebida como farsa didáctica sobre una revolución femenina (acariciada también por él en «Lisístrata» y en «Las Tesmoforias»), con intenciones de contener las ideas y utopías de su época, de ciertas teorías basadas en la creación de un tipo de república colectivista, con comunidad de bienes y de mujeres, sostenida en aquellos tiempos por algunos filósofos (como fueron Protágoras y después Platón, en sus tratados de República).

«Las Asambleístas» es una propuesta de coproducción del Festival y El Terrat, en la que Troncoso han intentado ofrecer una lectura renovadora y un planteamiento de fiesta teatral que, de forma parecida, recuerdan a la propuesta de Pentación Espectáculos, en versión de Bernardo Sánchez y montaje de Juan Echanove en 2015, y aquella que con el título de «Fiestaristófanes'», fue representada en 1985, en versión del director griego Stavros Doufexis , que indagaba la antiquísima costumbre de la fiesta ática, de la que las comedias de Aristófanes son su acertada continuación.

En esta obra, considerada una de las joyas del teatro clásico, Aristófanes se burla con ingenio de los excesos democráticos y de las reacciones a una época de tiranía y guerra. Sus comedias a menudo criticaban a la sociedad ateniense y a los políticos de su tiempo, utilizando el humor y la sátira para destacar los vicios y absurdos de la época. Es importante tener en cuenta que el concepto de corrección política tal como lo entendemos hoy no existía en la antigua Grecia. El objetivo de Aristófanes y otros dramaturgos cómicos de la época no era ser políticamente correctos, sino entretener y provocar reflexiones a través del humor y la crítica social. Sus obras eran conocidas por su estilo mordaz, su ingenio y su capacidad para abordar temas polémicos de manera satírica. Aunque algunas de las ideas y representaciones en las obras de Aristófanes pueden parecer problemáticas o inapropiadas desde nuestra perspectiva moderna, es importante entenderlas en su contexto histórico y artístico. Aristófanes fue un exponente destacado de la comedia griega antigua y su legado perdura hasta hoy como una muestra del poder del humor y la crítica social en el teatro.

Troncoso, con cierta «chispa» de rebeldía y audacia decidió modificar el título original por el de «Las asambleístas» (con subtítulo de «Las que tropiezan») y darle un buen revolcón a la obra original porque la consideraba machista, abordando el legado de Aristófanes desde una perspectiva de la realidad actual, teniendo en cuenta el cambio de nuestra sensibilidad hacia cuestiones como el sexismo y la igualdad de género que han evolucionado considerablemente. Este dramaturgo gaditano ha dado vida, pues, a un nuevo texto: en verso algo ripioso, completamente disparatado, desenfadado, lleno de ritmo y con la singularidad de que toda la obra está interpretada por mujeres. Es comprensible que al adentrarse en la obra del griego, Troncoso y otros artistas se enfrenten a desafíos al tratar temas que pueden considerarse machistas desde nuestra óptica actual.

El contexto histórico en el que fue escrita «La asamblea de mujeres» y otras obras de Aristófanes difiere mucho de nuestra realidad actual. Es importante señalar que los artistas tienen la libertad y la responsabilidad de reinterpretar las obras clásicas de acuerdo con su visión y las preocupaciones de nuestra época. Al abordar una comedia antigua, pueden aprovechar la oportunidad para examinar, cuestionar y transformar los aspectos problemáticos, como el feminismo en este caso, y presentar una versión que refleje los valores y las sensibilidades contemporáneas. En última instancia, cada versión y reinterpretación de las obras de Aristófanes ofrece una perspectiva única y nos invita a reflexionar sobre cómo hemos evolucionado como sociedad y cómo podemos seguir mejorando en la promoción de la igualdad y la justicia en todas las áreas de nuestras vidas, incluyendo el arte.

Las asambleistas de Jose Troncoso
Las asambleístas de Jose Troncoso

En la trama de la obra Troncoso crea nuevas escenas en las que los personajes femeninos transitan de noche por un bosque, vestidas de hombres, camino de la Asamblea para a cambiar las leyes que les oprimen. Y en el trayecto cada una va encontrándose con sus fantasmas mientras una voz (la de Julieta Serrano en off), les dice: «Cada cual con su reflejo, enfrentándose a las sombras, los miedos y los tipejos». También aparecerá la justiciera diosa Némesis que les infundirá valor en su misión. En los diálogos, la versión apuesta por un humor popular lleno de referencias del momento actual. Cuando las mujeres se visten de hombres, una dice: «Mira, pareces uno de Vox cuando se enfada». Y también aparecerán los nombres de Luis Roldán, Donald Trump, José Mercé y otros.

En el montaje, Troncoso que ha mantenido la esencia griega de los personajes arquetípicos, convierte la farsa en un vodevil de espíritu juguetón salpicado por canciones, bailes y mucho erotismo festivo (a veces demasiado vulgar, de gestos o frases gruesas y situaciones escatológicas con resabios), ambientando parte de la acción en una atmósfera de cabaret alemán. Todo a un ritmo frenético que funciona muy bien dentro de una atractiva escenografía moderna, perfectamente iluminada (más bien pensada para hacer bolos), que tiene como fondo la del monumento romano.

En la interpretación, el espectáculo dispone de un elenco coral de heroínas desbordantes. Tenemos a Serviciala, interpretada por Olga Hueso, una mujer condenada a la esclavitud de su hogar y de las tareas mundanas. A Geométrica, encarnada por Gabriela Flores, sumamente inteligente pero que sufre la represión con deberes tediosos. A Lacia por Pepa Zaragoza, una prisionera del amor romántico. A Lanzada, por Pepa Rus, una mujer libre que, después de una juerga inolvidable, se enfrenta a una «manada» al regresar a casa. A Silvia Abril, la líder del grupo en el papel de Praxágora. Y a Maribel Salas, que se esfuerzan y responden bien tomando el escenario con toda su gracia y talento.

La parte más original de la función llega al final cuando el público tiene que votar sobre valores. Disponen de un programa de mano, con un lado rojo y el otro verde. Tendrán que votar sobre las propuestas de las mujeres disfrazadas, para instaurar la igualdad de género, un reparto equitativo de las tareas domésticas y la prohibición de la violencia contra las mujeres. Pero cuidado, Praxágora no se anda con rodeos y animará el escrutinio con sus palabras: «Si alguien vota rojo, le juro que le corto el pito».

Resumiendo, el humor y feminismo de «Las Asambleístas» tiene más apariencia que sustancia. Su enfoque ligero y su falta de profundidad en la representación del movimiento feminista hacen que sea más un espectáculo ruidoso que una contribución significativa al diálogo sobre igualdad de género. Es importante reconocer que el feminismo verdadero y efectivo va más allá de la comedia fácil (claramente comercial) y requiere un compromiso real con el cambio social y la transformación estructural. No obstante, mucho público se divirtió y como siempre aplaudió generosamente.

José Manuel Villafaina


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