Mejores ocasiones
Tenía muchas ganas de ir a la Sala Flyhard de Barcelona. Desde el 2010, la compañía «Flyhard Teatre Contemporani» habilitó su pequeño local de ensayo del barrio de Sants en un espacio de exhibición. Empezaba una aventura muy arriesgada. ¿Quién se atreve a abrir un teatro hoy? ¿Y en el barrio de Sants? La que empieza ahora es su tercera temporada, habiendo llenado cada noche de la anterior, y la cosa avanza. Y por lo que veo, sin ayuda de las administraciones: no hay rastro de ningún sello institucional ni en su página web ni en los programas de mano. Sí, es posible, bravo Flyhard. Todas las obras que se estrenan en este teatro son de autoría catalana. Esa es su apuesta. Jordi Casanovas es el responsable de todo esto y el autor del texto que abre esta temporada, «Les millors ocasions».
Esta obra ganó en el 2002 el Premio Josep Robrenyo de Teatre, un premio que convocaba otra entidad de Sants, la Asociación de Investigación y Experimentación Teatral (AIET), que dirigía el añorado Ricard Salvat. Por cierto, la compañera de sección Vanesa Sotelo también ganó este premio en el 2010 con «Memoria do Incendio», un texto precioso.
«Les millors ocasions» es una obra escalofriante, con un final que pone los pelos de punta. Se trata de una especie de thriller al más puro estilo Tarantino. La acción sucede en los lavabos públicos de una estación de tren, donde dos tipos (Ramon Vila y Jordi Rico) tienen retenido no se sabe muy bien por qué a un periodista famoso (Norbert Martínez). De los dos secuestradores, uno es un veterano del oficio, mientras que el otro es relativamente nuevo en eso de la extorsión. Aun así, ambos son unos mandados, sicarios, la parte sucia del negocio. En esta ocasión, las consignas de los de arriba, de sus superiores, no son claras. El encargo es confuso y eso les sitúa en una tesitura nueva y desconocida.
El joven director Ferran Utzet, a quien descubrimos en la dirección del magnífico montaje «La presa» del irlandés Conor Mcpherson, hace una dirección de actores perfecta, en la que destaca un enorme Ramon Vila. La gestualidad y la posición corporal de este actor es sencillamente brillante. Como describe muy bien el director en el programa, los tres personajes están dominados por el miedo, cada uno por motivos diferentes. Un miedo que les invade y que les hace actuar de una forma anormal, les sobrepasa. El miedo. «Es como un parásito. Aprovecha las rendijas, y sin que nos demos cuenta, ya ha encontrado la forma de adentrarse a nuestro cuerpo».
El montaje de Utzet, prorrogado hasta finales de octubre, vale mucho la pena y conocer la Sala Flyhard es reconfortante. El espacio no tiene más de 40 butacas, distribuidas en dos gradas con el escenario por el medio. Las entradas cuestan 10 y 15 euros y el espectador elige lo que quiere pagar. Los jueves hasta puedes entrar pagando solo 5 euros. El chico que te vende la entrada y te da la bienvenida también hace de regidor y de técnico. En el hall, te ofrecen un vaso de vino, como en los montajes de La Perla 29. Todo tiene un aire familiar pero es muy profesional, sabe a teatro argentino de pequeño formato. Una delicia.