Otras escenas

Mi Víctor

“Te recuerdo Amanda, la calle mojada, corriendo a la fábrica donde trabajaba Manuel. La sonrisa ancha, la lluvia en el pelo, no importaba nada, ibas a encontrarte con él, con él, con él, con él, con él…”

 

Me comentaba Katiuska Valenzuela, productora de la compañía chilena especializada en teatro callejero La Patriótico Interesante, que la admiración por Víctor Jara les había unido y que, en este sentido, La Victoria de Víctor era un espectáculo muy especial para el grupo. Después de dos años de mucho trabajo, y coincidiendo con la celebración del décimo aniversario de la compañía, esta coproducción de La Patriótico Interesante con la Fundación Teatro a Mil y el centro de creación francés Le Fourneau se estrenó en la capital chilena, dentro del programa del festival Santiago a Mil.

Poco sabía de Victor Jara, había escuchado alguna de sus canciones durante mi época de estudiante en Girona, cuando mis compañeros de piso intentaban convertirme a la religión de Pablo Milanés, Silvio Rodríguez y Mercedes Sosa, entre otros tantos. Me sonaban algunas frases de Te recuerdo Amanda, algunas pocas, muy pocas.

Tengo que reconocer que en mi época universitaria padecía de una alergia importante a todo este tipo de canción protesta, política o politizada. ¿Era una moda como cualquier otra? ¿Qué hacían mis compañeros de pandilla escuchando aquella música? Aquella música pertenecía a la generación de mis padres y a mi me tocaba rechazarla.

El pasado sábado día 21 de enero en La Granja, ciudad y comuna de Chile, zona deprimida ubicada en la zona sur del gran Santiago, tuve la oportunidad de poder asistir a una de las primeras representaciones de La Victoria de Víctor. Un espectáculo itinerante inspirado en la vida y obra del cantautor y director teatral chileno. Cuánto me acordé de vosotros Pilar, Silvia, Ángel… compañeros de aventuras universitarias. Cuánto me hubiese gustado compartir aquel pasacalle con vosotros. Qué emocionante resultó compartir con aquel entregado público uno de los espectáculos callejeros más solventes, atrevidos y tiernos que he disfrutado en tiempo. Lo que podía parecer un montaje antiguo, pancartero o incómodo –lo digo por lo de itinerante y lo dedico a los que les disgusta tener que pisar suelos no convencionales- resulta de un próximo, contemporáneo y de un necesario que da miedo. Lidera el recorrido un camión cargado de músicos que interpretan en directo la potente banda sonora de la pieza. La historia se desgrana parada a parada con ritmo preciso. Los actores -soberbios profesionales, material poco común en el panorama callejero- recorren este viaje poético defendiendo diferentes personajes y situaciones que emocionan al público. Y digo emocionan porqué éste se entrega de manera literal: consuela, anima y aplaude constantemente. Qué maravilloso ejercicio de democracia, qué experiencia más saludable y conmovedora. Una vez finalizado el espectáculo, la alcaldesa comunista de La Granja lanzó un apasionado alegato a favor de  la justicia y la libertad, el rescate de memoria la histórica del país. Cuánto echo de menos últimamente esta dignidad en el arte y en la política…

Mientras la compañía empezaba a recoger, múltiples familias hacían cola para fotografiarse con Víctor, con Victor Jara, su Víctor. Y desde el sábado pasado también el mío. Mi Victor. “Que partió a la sierra. Que nunca hizo daño. Que partió a la sierra, y en cinco minutos quedó destrozado. Suena la sirena, de vuelta al trabajo. Muchos no volvieron, tampoco Manuel.” Pilar, Silvia, Ángel… Va por vosotros.


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