Aclárate la voz

Miedo Escénico (II)

(Viene de la semana anterior…)Por otro lado, la cadena muscular posterior, encargada de sostener la postura en posición vertical, se verá modificada desde la zona lumbar alterando la relación del cráneo con la primera cervical llamada atlas, provocando, así, un acortamiento muscular en el extremo superior de la columna. Esta modificación postural, a su vez, generará la consiguiente tensión en la base craneal y un empuje de la laringe desde las cervicales hacia delante. Debido a que ningún musculo trabaja en solitario la tensión excesiva se transmitirá a toda la musculatura que rodea la garganta. Al mismo tiempo, la tensión en la base del cráneo afectará también a la visión. Y la sobretensión en la articulación de la mandíbula a la altura del oído influirá negativamente en la capacidad de escucha. En definitiva la capacidad de auto-gobierno de la persona se verá bastante reducida lo que afectará a la forma que tenga de gestionar la situación en la que se encuentra, sea dentro de un contexto personal o artístico.

Si, el miedo escénico es de tipo anticipatorio podemos decir que habría un componente de origen psíquico qué habita dentro de la persona y que va más allá del momento que está viviendo. La intensidad emocional con la que se desencadenen las reacciones corporales dependerá de la naturaleza de este componente y su historia. Suele existir, también, en este paisaje interior, una trama en el terreno de las relaciones interpersonales claves en la historia de la persona.

La angustia que genera el miedo se produce por la percepción de una amenaza independientemente de su origen. Mi experiencia trabajando con cantantes y actores, tanto amateurs como profesionales, me ha mostrado que no existe ningún miedo que sea injustificado. El miedo es una emoción de supervivencia, una emoción amiga que nos indica que estamos entrando en una situación amenazante y que no tenemos, o sentimos que no tenemos, las herramientas suficientes para abordarlo. ¿Os imagináis un cervatillo que no sienta miedo frente a un león y que no corra? No duraría vivo ni un segundo. Por desgracia el ser humano, con toda nuestra supuesta superioridad, es que somos tontos. Creamos ideas sociales suicidas del tipo cobarde o valiente. Ambas ideas parten de la base equivocada y falsa de que todo el mundo dispone de los mismos recursos para confrontar las situaciones peligrosas. La única diferencia es que mientras la primera, cobarde, es ofensiva y la segunda, valiente, es elogiosa. Ambas no están libres de tendencias manipuladoras y enfermizas desde un punto de vista psíquico y emocional. En el universo animal, no alterado por racionalizaciones ni entelequias ideológicas absurdas, hay una ley clara: si la amenaza es superior a los recursos, surgirá el miedo. Y en el animal humano es exactamente igual. He comprobado que es muy importante, además de realizar un abordaje corporal desde la musculatura profunda, que ayude a reinstaurar el contacto con el propio cuerpo para aliviar la tensión mental y psíquica, el dedicar atención a toda la cadena de reacciones internas, a nivel de actitudes hacia uno mismo, cuando se tiene miedo. Dependiendo de cómo sean estas reacciones internas el miedo menguará hasta llegar a colocarlo dentro de unos niveles manejables o se agravarán aún más todos sus síntomas llegando a cronificarlos en el cuerpo y en el comportamiento. Entramos en el terreno de los ataques de pánico, las fobias. Vivencias dramáticas construidas por un círculo vicioso nacido de la lucha interna, entre la emoción de miedo que sentimos y nuestra actitud rechazadora. Un círculo vicioso que no permite alivio y que crea toda una serie de tensiones musculares crónicas de las que la persona no es consciente. Tensiones de contención a duras penas que, en un momento dado, pueden sufrir fisuras y colocarnos en estas situaciones de temor, miedo o pánico escénico.


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