Críticas de espectáculos

Monòlit/Escenes d’infants/Baskeat Beat/CaixaForum

Trio de Ases en CaixaForum

Un trío perfecto el de los diferentes ritmos, inercias y sensibilidades a través del movimiento y del gesto, cada uno cerca de la danza a su manera, pero al fin y al cabo contando verdades. Verdades con tonos muy distintos. CaixaForum en Barcelona nos regaló a mitad de verano este trío de Ases: «Monòlit» con Toni Mira, «Escenes d’Infants» con el Ballet Imperial de la Reina Rosamunda, y Basket Beat (este fue el orden de programación). (Anécdocta-consulta: ¿Por qué en ninguno de los tres espectáculos no había programa de mano? Me parece importante que si bien hay un público en directo, también haya información en directo a través de un programa de mano).

Me resulta interesante y atractivo ver espectáculos, e incluso repetir, cuando ya hace semanas y meses que están girando. Me gusta ver esa obra ya asentada en sus intérpretes. Y en el caso que repita, ver comparativamente ese poso, esa solera como en el buen vino, que yace en la emoción de los artistas. La comodidad técnica , me refiero más bien a la mecánica porque ya no hay demasiado peligro que la memoria falle, hace brillar aún más la emocionalidad con la que se había inspirado en su principio de creatividad. No es necesario sólo hacer valoraciones escénicas sobre estrenos, ¿no?

Tres espectáculos que tan sólo teniendo en común la expresión a través del cuerpo, nos lanzan un mismo mensaje. ¿Habéis visto estas tres obras? Pues ahora os cuento lo que percibí. Contadme qué habéis vivido vosotros.

MONÒLIT, Toni Mira:

Estrenada en 2014. Yo todavía no la había visto. Me reconforté con Toni Mira otra vez. Tras verlo en sus apariciones teatrales, verlo esta vez como bailarín me gustó.  Y como coreógrafo, todavía más. Me gustó ver que sigue siendo un bailarín musical, de aquellos que no les duele ir al compás, marcar el ritmo que la música propone. Una manera de bailar que me sabe mal que alguien adjetive de «ya demasiado vista». Sí, cada vez sigo apreciando cuando la danza se sumerge en la música. Y también pasó con Mira.

Encontré a Toni en un registro muy cómodo: danza, texto, solo. En algún otro comentario mío sobre Toni en teatro, os había mencionado de el cómo su voz me llegaba un tanto falsa/extraña en su registro de actor. Aquí no pasa nada de esto. Su voz y disposición era natural y completa. Me molestó que existiera el personaje de Miquel, no era necesario, pero entiendo que para la mecánica del espectáculo sí lo era, y Mira supo coreografiar sus apariciones sin que hiciera sombra a la historia que nos contó. Sincero, desnudo y sin complejos. No hubo nada forzado, todo era «tal com raja» (expresión catalana que significa tal como surge, sin mentira). Desde el primer momento cautivó la imagen, el ritmo de la obra, los elementos y el viaje al que nos invitaba Toni que, insisto, fue sincero y grande. Su gestualidad es pura danza, no hace falta malabarismos, es cuestión de sensibilidad y dibujos en el espacio, su organización y su juego con la escenografía.

Necesito añadir que el técnico de sonido podría haber sido más amable y mimar el momento en  el que Toni se lanza a cantar. Nani Valls fue atrevida y concisa en su diseño de iluminación. Claire Ducreux jugó un buen papel entre bambalinas firmando como ayudante de dirección y dramaturgia. Todo quedó atado y sin forzar nada. Un buen ojo externo. La mezcla de claqué, danza, canción, texto… como recorrido autobiográfico de Toni fue ligado y natural.

Me impresionó en particular el momento en el que mirando atrás menciona a sus padres, y mirando hacia adelante nombra  a sus hijos y…splash (mirad el espectáculo). Internamente te inunda un silencio tenso, audaz y lleno de vértigo emocional. «La vida está llena de pequeñas cosas y de grandes aventuras», dice Mira. Seguro que todavía tiene mucho más por descubrirnos de sí mismo y, a la vez, de nosotros mismos. Y en esa metáfora de la propia vida, que se supone que nosotros mismos decidimos, esa metáfora propia pesa tanto como nosotros mismos pesamos. Y esa es también nuestra decisión, o debería serlo.

ESCENES D’INFANTS, El Ballet Imperial de la Reina Rosamunda-Príncep Totilau:

Marc Hervás dirige y firma la dramaturgia de esta obra que vi en su pre-pre-estreno (aún faltaba alguna escena, acabar escenografía, etc) en enero de 2013 en La Farinera del Clot, Barcelona. Me gusta ahora verla corrida por la geografía teatral, y me gusta ver que las obras no se hagan vivir sólo un año o dos.

Frederic Mompou es un compositor que no place a todo el mundo y hay quien dictamina que es «difícil de oír». Hervás es un maestro y sabe dibujar estas escenas con rigurosidad y sencillez habiendo logrado una obra muy agradable. No dejemos que sólo percusión y clarinete sean el telón de fondo musical en todas las obras familiares de danza. Hervás sabe florecer la coreografía, sin ser coreógrafo, a través de los dos bailarines que la interpretan, que saben cuando es necesario un piqué arabesque planteado con naturalidad dentro de la historia que se narra. Todo resulta ser un juego fácil de ver, pero no lo es el trabajo que desprende, se percibe mucho trabajo, muchas horas y mucha investigación espacial para no repetir fórmulas en la que hubiera sido fácil caer. Y no es así. Hervás está atento a la chispa constante, para que el pequeño espectador permanezca atento. Anna Alcuberre también hace un buen trabajo en la escenografía que, sin aparecernos original, nos aporta mucho creando el ambiente que discurre a lo largo de todo un paisaje de las cuatro estaciones. Sencillos elementos aparecen amables para ilustrarnos el invierno, primavera, verano y otoño. Delicioso, dulce, tierno y con ingenua curiosidad, se nos presenta el juego entre dos niños. Un inocente juego que acaba conformando toda la obra, presumiendo de una técnica de los intérpretes, a pesar de quizá un poco con el espacio escénico apretado. La luz es también cariñosa, cuidada y fantasiosa con la obra y con el espectador. El blanco y negro que nos aparece en lo cotidiano, aquí tiene la mejor de las opciones: escoger vivir entre los colores de esa misma realidad, todo depende de girar tu misma chaqueta, es la misma pero tú decides darle la vuelta. Vale la pena seguir jugando. La pieza de Mompou discurre tranquilamente, relajadamente. Una obra apacible a la que invitar a los que necesitan aprender que la percusión discotequera no es imprescindible ni en la vida ni en el escenario.

BASKET BEAT:

Proyecto que nace en 2009 impulsado por el educador social y musicoterapeuta Josep M. Aragay. Para quienes no conocéis el proyecto tan sólo apuntar, y así indagáis por vuestra cuenta, que se trata de aunar ritmo y cambio social a través del juego del baloncesto musicado con la pelota. De ahí surgen ritmos, movimiento, interpretación de temas conocidos, etc. Pero en tanto que aparecen en el escenario, quiero hacer una valoración escénica dejando a un lado, pero respetando igualmente mucho, su acción social.

Aparecen en el inicio con humildad, presencia y ritmo, especialmente Aragay es todo un personaje en el escenario que tiene mucho por descubrir de si mismo como artista. Aparecen con intensidad, verdad, esfuerzo y trabajo. Se intuye una hora por delante joven y llena de frescor. Y a medida que pasan ya los primeros diez minutos, pienso que ellos, sin complejos, deberían poner el listón más alto en la coreografía y el vestuario. Si bien la motivación y el fondo es social, quiero no tener que mirarlos con casi-compasión sólo por su acción sino también desde el momento que suben al escenario. Pueden ser más descarados, digo, en vestuario, en su diseño de luces, en su tímida coreografía que el bailarín David cumple con todo su energía, ¿por qué no ir avanzando en ese terreno el resto de la compañía?, sin ser bailarines pero un poco más sueltos.

Eso sí, pasó la hora volando, y el público disfrutamos de lleno con toda su entrega, ilusión y energía. El apoyo de los músicos profesionales fue crucial sin desmerecer al resto del grupo, pero todavía pueden indagar más, repito, en alguna evolución coreográfica. Seguro. Quiero poder aplaudirles más y también por esas exigencias y resultados artísticos que pueden explotar en profundidad, para hacer incluso de trampolín en su propio especialidad: la pelota de baloncesto, con ritmo, compás, energía y movimiento. ¡Felicidades, y a seguir trabajando!

Así, Toni Mira, Escenes d’Infants y Basket Beat, hablando cada uno en su propio lenguaje y en diferentes idiomas, enlazan un mismo mensaje: sigue caminando con los propios colores que tú elijas, colores que ya se encuentran en ti y que tú has ido creando, sea cuál sea tu historia en el escenario o fuera de éste.

Anna Jarque. CaixaForum, Barcelona. 5 y 12 de agosto, 2015


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