Morfeo Teatro estrena ‘Los cuernos de don Friolera’
Morfeo Teatro estrenará el 28 de octubre en el Teatro Principal de Burgos su nuevo espectáculo, ‘Los cuernos de don Friolera’, con la ayuda en la producción de Montse Lozano y Gloria Muñoz. Con dramaturgia y dirección de Francisco Negro, el montaje está interpretado por el propio Francisco Negro, Mayte Bona, Felipe Santiago, Adolfo Pastor, Santiago Nogués y Mamen Godoy. La obra forma parte junto con ‘Las galas del difunto’ y ‘La hija del Capitán’ de la trilogía teatral ‘Martes de Carnaval’ de Valle Inclán. Publicada en 1930, se considera una de las piezas de pleno desarrollo del modo del esperpento. El montaje se podrá ver también el 25 de noviembre en el Teatro Bernal de El Palmar (Murcia).
La pieza retrata una España de principios del siglo XX en la que su autor critica los prejuicios morales de la pérdida del honor por “los cuernos”; por eso pretende, y logra con ironía, burlarse de sus personajes y de sus comportamientos de folletín sainetero, en una parodia satírica que provoca risas sobre la tradición machista de los españoles.
La historia narra cómo el teniente Astete -don Friolera- recibe un anónimo avisándole de que su mujer le engaña. Vuelto loco por los celos de su frívola mujer, doña Loreta, tentada por un chulapo de medias tintas y vecino, el barbero Pachequín, e instigado por un malintencionado vecindario, trama tomar venganza. La hija de ambos, Manolita, entra en escena justo cuando el supuesto cornudo va a matar a los inocentes amantes, amansando las iras de su padre. Sin embargo, la presión de sus colegas militares le ofusca en lo más hondo de su orgullo, y recurriendo a un ancestral código del honor y pistola en mano, se conmina a cometer el crimen, al grito de “¡En el cuerpo de carabineros no hay cabrones!”.
Valle-Inclán hace también un repaso del ambiente del hampa y clases populares, de la connivencia de los contrabandistas y oficiales del ejército. En definitiva, un retrato despiadado de la deteriorada consistencia moral de la sociedad española y del ambiente de frustración tras la pérdida de las Colonias. El autor reniega también del conservadurismo intelectual y político de su época, de la mojigatería religiosa y de la conservadora y altiva tradición literaria española desde Cervantes a sus días. En sus palabras: “En la literatura aparecemos como unos bárbaros sanguinarios. Luego se nos trata, y se ve que somos unos borregos”.
Pero sobre todo ese pesimismo Valle-Inclán descarga su arma más poderosa: la risa, con la que él mismo da ejemplo: “Todo nuestro arte nace de saber que un día pasaremos. Ese saber iguala a los hombres mucho más que la Revolución Francesa. Soy como aquel pobre, que al preguntarle el cacique qué deseaba ser, contestó: Yo, difunto”.
Decorado
Según explican desde Morfeo Teatro, el decorado (unas gasas ajironadas en técnica de pintura collage que permiten diferentes juegos de transparencias) está inspirado en la serie de cuadros ‘Elegía a la República española’ del pintor Robert Motherwell, perteneciente a la Escuela de Nueva York del expresionismo abstracto de mediados de siglo XX. Frente a esa gasas pictóricas se manifiesta la presencia de un gran teatrino de títeres de época en su frente, llevado a escala humana, donde se desarrollan las escenas del esperpento.
“Esta serie de cuadros que pinta Motherwell al visitar España tras la guerra civil y quedando impresionado por las trágicas consecuencias del conflicto, es un tributo del pintor a sus admirados artistas españoles, Picasso y Miró, escogiendo la forma de la elegía pictórica como ritual de duelo a la manera de Lorca en su poesía, enraizando la expresividad de sus trágicas formas negras ocultando un fondo luminoso, con la cultura y la tradición del barroco español y como transmisora de un abismo emocional”, recalcan desde la compañía.