El Chivato

Muere a los 62 años el gran creador argentino Roberto Fontanarrosa

El pasado jueves, a los 62 años, murió el dibujante y escritor Roberto Fontanarrosa, víctima de una esclerosis lateral amiotrófica, que lo inmovilizó en una silla de ruedas hace más de un año y en los últimos meses le impedía dibujar. Prolífico dibujante y escritor, es además uno de los autores más representado en los últimos años en los escenarios argentinos. A petición del fallecido artista, sus familiares solicitaron a los asistentes al velatorio que sustituyeran las flores por donaciones a entidades de bien público. La Secretaría de Cultura de Argentina declaró el jueves ‘día de duelo de la cultura nacional’ por el fallecimiento del humorista y escritor argentino.
Trabajador incansable, reconocido escritor y enamorado del fútbol, nació en la ciudad de Rosario en 1944: «Era domingo y el parto fue normal, salvo por el detalle de que el bebe resultó negro y canalla -hincha del equipo de fútbol Rosario Central-«, escribió él mismo.
Creó comics y caricaturas para las revistas ‘Boom’, ‘Hortensia’ y para el diario ‘Clarín’, entre otras publicaciones. De los numerosos personajes que creó el dibujante, destacan los inolvidables ‘Inodoro Pereyra’ y ‘Boogie el Aceitoso’, a través de los cuales Fontanarrosa retrató como nadie la cultura popular de su país con un humor ácido y un estilo de dibujo inconfundible.
Con gran humildad, afirmaba sobre sí mismo: «de mí se dirá posiblemente que soy un escritor cómico, a lo sumo. Y será cierto. No me interesa demasiado la definición que se haga de mí. No aspiro al Nobel de Literatura. Me doy por muy bien pagado cuando alguien se me acerca y me dice, «me cagué de risa con tu libro».
El dibujo de dos cuervos unidos fue uno de sus últimos dibujos, un encargo de sus amigos Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina, quienes visitaron a Fontanarrosa hace dos meses y le pidieron un diseño para el logotipo de su gira de conciertos ‘Dos pájaros de un tiro’.
La Subsecretaría de Cultura de la Universidad Nacional de Córdoba adhiere al día de Duelo de la Cultura Nacional por la muerte de Roberto Fontanarrosa, declarado por la Secretaría de Cultura de la Nación.
Adiós maestro
por Franco Rizzi.
No da para cursilerías sensiblonas. No. Tampoco para monumentos y referencias a premios recibidos. Tampoco. Si algo el negro nos legó es que en la simpleza de lo cotidiano están las verdaderas historias, esas que bien podría contar el más boludo de tus amigos, pero con la exquisita sabiduría de saber captar la atención hasta el final. Que llore la literatura, que llore la historieta, a ellos sí que se les complica. No se quién fue o es el encargado de definir que la literatura se divide en alta o baja, no importa, sólo quería avisarle que el negro dio la vuelta en todas las categorías y se fue con el cinturón puesto. Tomá, a llorar al campito.
¿Grande? sí, el más grande.
Por esto propongo tres días de duelo en las bibliotecas, cafés, canchas de fútbol y potreros de todo el país. Ese sería un buen homenaje a Roberto Fontanarrosa. Te digo más, podríamos sumar que todos los torneos de fútbol amateur o ligas regionales jueguen la copa Fontanarrosa y que cada mesa de café se llame de los galanes. Equilibremos un poco para todos che, no puede ser que en este país se le rinda tantos homenajes a salames como Lugones, que ha sido, dicho mal y pronto, una bosta, y no al tipo que nos representa a buena parte de nuestra generación. No les pido una avenida, pero por lo menos un lindo salón de la Rosada, una buena plaza en Córdoba y un estadio en Rosario, que tanto!
Usted no me lo va a creer, seguramente, pero yo se que el mundo ha vivido equivocado, y sigue errándole, si no no se lo hubiera llevado la parca. Realmente que se haya muerto el negro es una injusticia enorme, por eso, como dijo Sabina: ¡Muerte a la muerte! Y siendo más egoísta aún, estoy decididamente en contra que Fontanarrosa no haya vivido, por lo menos, sesenta años más, cosa de asegurar, (al menos a mí y a los de mi generación), que nos vamos a morir leyendo al negro. Creo que este fue el mayor de tus defectos, porque los inmortales, por definición, no se deben morir.
Sabemos que estabas en contra de la posteridad y que pediste que cuando te vayas quemen todos tus libros, para no andar jodiendo en los estantes de las bibliotecas. Disculpame negro, no voy a hacerlo, son demasiado buenos.
Infinita tristeza porque se fue el maestro, por eso un último homenaje:
¡Puto el que lee esto!


Mostrar más

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba