Mundo Libro
Mundo Libro. Mundo Libre. Los marginados nos reunimos de vez en cuando para creernos un grupo de influencia. En la Capital Federal de México, en su Centro Cultural el Bosque, terminó ayer domingo la quinta edición de su Feria Internacional del Libro Teatral, un evento organizado por el Instituto Nacional de Bellas Artes a través de varios de sus departamentos especializados y la revista Paso de Gato. Acudimos presencialmente desde hace tres años y somos testigos de su evolución. Lo más reseñable es que ha ido creciendo, se ha ido consolidando, tanto por la afluencia de visitantes, participantes, compradores, como por algo sustancial: en esos cinco años han aparecido en México varias editoriales especializadas, lo que es un dato muy a tener en cuenta.
La ciudad de México es un universo. Su actividad teatral cuantitativa y cualitativamente está pasando por momentos de esplendor. Tiene instituciones de formación de rango superior, existen inquietudes desde puntos decisivos del entramado institucional, dotaciones económicas, planes, es decir, al estilo mexicano, existe un proyecto que, además, se ha ido extendiendo a otros estados de la unión donde existen facultades, auditorios, escuelas, grupos y compañías, y que en su conjunto se está notando en un crecimiento cualitativo del teatro mexicano y una mayor presencia internacional.
Pero como siempre, en Mundo Libro, en el campo específico de las Artes Escénicas, es donde se notan algunas arencias, en donde se constata que la dejadez de muchos años se debe suplir con urgencias y avalanchas, pero que obviando el espacio de la duda sobre lo analógico, el papel, y lo digital, existe necesidad de formarse, por lo que es preciso que existan editoriales que canalicen esa necesidad, publicando a los autores vivos, traduciendo a las dramaturgias más significativas, ofreciendo los libros de pensamiento básico e histórico así como las nuevas aportaciones.
Son conclusiones que sacamos no solamente por la experiencia mercantil de acudir con parte de los fondos de la Librería Yorick y con la editorial Artezblai a esa Feria, sino de los encuentros entre editoriales de varios países latinoamericanos, en los que hemos podido descubrir la amplia variedad de estructuras con el mismo fin: ir haciendo la memoria de hoy, descubrir los autores actuales y apuntar las teorías del mañana. El asunto mercantil cuenta, es imprescindible para la sostenibilidad, pero el ánimo de contribución al desarrollo de la comunidad teatral en la que nacen y se desarrollan está por encima de cualquier otra cuestión.
Uno disfruta viendo a jóvenes estudiantes, a veteranos investigadores, a directores en activo, a pedagogos con inquietudes recopilando libros, sorprendiéndose por las novedades que aportan editoriales de otros lugares. Uno disfruta viendo como existen propuestas de gran calado, editoriales vinculadas a salas o a compañías, a revistas, que están haciendo una labor importante al traducir textos fundamentales de la dramaturgia universal actual. Uno aprende, y cuando debe hacer el ejercicio de comparación con la realidad que se vive aquí, siente desgarro, desesperanza. No vamos bien. No íbamos bien, pero ahora iremos peor. No existe un a masa crítica suficiente entre los habitantes del planeta teatro con necesidades de formación continua, de descubrimiento. Los que leen, leen mucho, pero son una inmensa mayoría los que no leen. Y nos referimos a la gente vinculada al teatro, porque el resto de la humanidad no siente ni la menor atracción por la lectura del teatro, la literatura dramática, como se considera.
Y para muestra un detalle, colaboramos en el Premio Internacional de Ensayo que convocamos con las mismas instancias mexicanas arriba mencionadas, y la presencia de trabajos españoles es ínfima, en número, pero muy limitada en cuanto a los contenidos. Una relación que se corresponde de manera automática con las deficiencias de nuestro adocenado sistema educativo especializado. Y la desolación llega cuando se comprueba que todos los pasos que se están dando es para hacer mayor el abismo.
Quizás no nos quede más remedio que refugiarnos en el Mundo Libro. Y concretamente exiliarnos en el Mundo Libro Latinoamericano para poder seguir respirando y existiendo.