En cartel

Muta Imago presenta en el Centro Párraga de Murcia la obra ‘Madeleine’

El Centro Párraga de Murcia, espacio de investigación y desarrollo para las artes escénicas, acoge este fin de semana, los días 9 y 10 de abril, el estreno en el Estado español de “Madeleine”, último trabajo de Muta Imago. Esta joven compañía, con sede en Roma, nació en el 2004 del encuentro del dramaturgo Riccardo Fazi, la directora Claudia Sorace y el escenógrafo Massimo Troncanetti. Juntos mantienen además una firme colaboración con el actor Glen Blackhall desde 2006.

En su trabajo Muta Imago se mueve desde la provocación de la materia para reflexionar sobre la posibilidad de profundizar y dilatar el espacio y los sentidos que traba la realidad. Su objetivo es hacer reaparecer historias y momentos que podrían reconstruir una unidad perdida, algo que todavía se pueda encontrar en el ser humano.

Madeleine es la historia de una espera. De un avistamiento lento.

Una cuenta regresiva imparable, un descenso inexorable hacia un destino manifiesto. Su anterior espectáculo, Lev, era sobre un hombre que se esfuerza por volver a casa. En Madeleine es una mujer la que espera el retorno.

No sabe cómo ni cuándo, pero sabe que algo va a suceder. Será impredecible, devastador: hará explotar todo lo que ella haya construido hasta entonces.

Al principio todo parece sereno, seguro, protector: la mujer, a solas, habita un lugar tranquilo y definitivo. Los gestos son suaves, los movimientos parecen estar suspendidas en el aire. Pero poco a poco, de una manera implacable, un conjuro extraño se instala sobre las cosas, como un vértigo que mueve lo que no debería moverse. La mujer trata de defenderse, trata de apoderarse de la realidad y se da cuenta de que pronto no volverá a estar sola nunca más.

Sueño y miedo son los elementos constitutivos del mundo de Madeleine.

Junto a los intérpretes un mundo hecho de proyecciones, trucos, transparencias y reflejos. La niebla, el humo y el viento. Porque la tormenta no espera: de pronto llega, se retuerce, se arrastra. Parece separar, pero unifica. Parece destruir, pero en realidad priva de lo superfluo, y deja tras su paso, extendidos por todas partes, fragmentos de pura verdad.

“Sentimos que algo terrible va a venir y no sabemos cómo reaccionar, nos escondemos en nuestras casas de papel y esperamos que puedan resistir el impacto. Tenemos miedo. Tratamos de hacer caso omiso de las señales y disminuimos nuestros propios sentimientos. Preferimos olvidar el pasado mientras no podemos pensar en el futuro, demasiado preocupados como estamos de preservar un presente constantemente bajo amenaza” comentan desde la compañía.

Lev y Madeleine están conectadas por una delgada línea roja: la de la relación con el tiempo y la visión como elementos constitutivos de nuestra identidad. Sin embargo, existe una distancia imposible de llenar que los separa: en Lev el objeto de la investigación se refiere al pasado, mientras que en Madeleine es algo que está por venir; Lev es masculino, Madeleine es femenino; en Lev un hombre trata de recordar, en Madeleine una mujer trata de olvidar, la realidad Lev es terrible, Madeleine es un demonio fantástico que no tiene miedo a ser feliz; Lev son cruces de treinta años, Madeleine podría durar sólo una noche.

Para Muta Imago posiblemente estos dos trabajos sean la continuación ideal de (a + b)3 (otra de sus piezas), con la que constituyen lo que podría llamarse una trilogía de la «separación».


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