My movements are alone like streetdogs/Jan Fabre
La mantequilla del taxidermista
33 Sitges Teatre Internacional
Obra: My movements are alone like streetdogs
Intérprete: Erna Omarsdottir
Escenografía: Jan Fabre
Iluminación: Sven Van Kuijk
Música original: Franck Pay
Escenografía: Jan Fabre
Producción: Compagnie Troubleyn
Sala Aparthotel Mediterrani –Sitges- 04-06-02
De repente se hace el sonido gutural de una mujer menuda. La respuesta es de atrás del público, le tiran algo que parece un ladrillo, pero que puede ser un tetabrik. Es la primera situación paradójica, el primer juego, le primer guiño, quizás una clave que puede despistar. La mujer sale corriendo buscando al autor del improperio. Pero siguen cayendo objetos y pronto descubrimos que se trata de bloques de mantequilla. El espacio se va iluminando y vemos a tres grandes y hermosos perros, uno de ellos colgando en el centro del escenario, disecados. Es una imagen dicotómica con la presencia desde la entrada a la sala de un hermoso perro de aguas, vivo, inquieto en la oscuridad y tranquilo, fiel y de mudo espectador en cuanto se actúa.
LO que sigue es una sorprende actuación de la islandesa Erna Omarsdottir que se convierte en un rotundo ejercicio de fuerza física y capacidad comunicativa. Todo lo que hace con su cuerpo, a la velocidad que lo hace, con la plasticidad que lo hace, une su trabajo con la voz, una voz que parece surgir del fondo de sus entrañas, graves, tétrica, fantástica en su expresión. Un espectáculo unipersonal que consigue el sobrecogimiento, que nos cuenta una dura historia de soledades, donde la mujer tiene a su cuerpo vivo, vital, sexual, dispuesto a todo en un mundo en donde todo parece disecado. Las emociones van y vienen de su propio cuerpo y de fuera solamente recibe el persistente envío de bloques de mantequilla que acaba convirtiéndose en un elemento escénico fundamental, extraordinario por la utilización del mismo.
Es un bello, extraño, desgarrador espectáculo, un trabajo explosivo en donde destaca la concepción espacial, el uso de músicas y canciones, de Leo Ferré o de Georges Brassens que acotan el espacio sentimental y una magnífica iluminación. Todo ello de la mano de Jan Fabre uno de los creadores de danza-teatro más comprometidos de los últimos tiempos.
Controvertido, rozando la sensibilidad de los espectadores con sus provocaciones, pero de indudable profundidad en sus propuestas que concreta en imágenes perennes, indelebles en sus capacidades significantes que en esta ocasión son esos perros inertes. Unir a ello el descubrimiento de esta actriz-bailarina, impresionante, Arna Omarsdottir, para lograr el placer del arte teatral.
Carlos GIL