La Champions League de las artes performativas en el Alkantara Festival de Lisboa. Germinal
En plena fiebre primaveral, entre mayo y junio, germina el festival internacional de artes performativas de Portugal más puntero y, a la vez, exitoso, el ALKANTARA FESTIVAL de Lisboa.
Para este 2014 llega con un programa espectacular y de encuentros muy atractivo y pleno de desafíos. Sin embargo, su financiación, por parte de las instituciones públicas, se ha visto mermada hasta unos mínimos escandalosos que están a punto de ahogar uno de los eventos más relevantes en el panorama de las artes escénicas contemporáneas.
Está claro que la insensibilidad y la voracidad del sistema económico europeo, en connivencia con las políticas de recortes de algunos estados miembros, está causando graves regresiones. La alianza europea parece que funciona más como un puro negocio de unos pocos que como una unión solidaria que vele por los valores fundamentales para el bienestar de las personas.
La impresión es que solo preocupa la producción material e industrial que mueve los engranajes de la máquina del consumo y encadena a la gente a sus goznes.
La impresión que producen las políticas de recorte es que no existen los bienes inmateriales, tales como la educación o la cultura, ni tampoco los derechos de las minorías, etc., etc., etc.
Un gobierno puede subvencionar la compra de automóviles nuevos y, sin embargo, apenas invertir en que los investigadores artísticos o científicos puedan desarrollar sus trabajos y contribuir al progreso.
El día 24 de mayo, mientras en el Maria Matos Teatro Municipal de Lisboa asistíamos a la gran revelación de la temporada, de la mano de los artistas Halory Goerger y Antoine Defoort, titulada «GERMINAL», las calles y plazas lisboetas eran inundadas por hordas fanáticas de españoles seguidores del Real Madrid y del Atlético, que disputaban la Copa de Europa en la Champions League, celebrada en el Estadio da Luz.
Está claro que la llamada «crisis económica» no afecta al fútbol ni a sus seguidores, al menos a juzgar por lo que pude observar esos días en Lisboa, donde los hoteles multiplicaron sus precios y donde habían llegado aficionados en cantidad industrial.
¿Será que el fútbol, realmente, es el deporte mejor y más atractivo, frente a otros totalmente marginados?
¿Será que el fútbol, además de generar adrenalina y endorfinas en sus fieles seguidores, les reporta grandes ventajas y mejoras en sus vidas?
El buen teatro también genera empatía, y nos hace segregar endorfinas y adrenalina pero, además, nos hace pensar y vencer barreras, tabús, miedos… Quizás por eso no conviene a los gobiernos favorecerlo.
El tema es complejo y resulta difícil no caer en reduccionismos o en demagogias… El fútbol mueve mucho dinero y el dinero, según parece, es el único valor, o si no el único, sí el más importante para la felicidad europea que nos venden.
Por mi parte solo puedo ser sincero y decir que el espectáculo al que asistí en las calles de Lisboa, la víspera de la Champions League y el mismo día de la contienda, me resultó bochornoso y patético, rancio y primario… Gente, mayoritariamente, con aspecto embrutecido, gritando y con la bandera de españa (que aquí escribo con minúscula) como capa, como falda, como bufanda, algunos con las caras pintadas con la banderita, igual que indígenas preparados para una guerra de pandereta. ¡Lamentables escenas!
Dicho esto, me parece terrible que toda esa movilización de gente no se active, igualmente, cuando se producen injusticias sociales y políticas, cuando algunos gobiernos con mayoría absoluta promueven leyes que nos hacen retroceder en nuestros derechos fundamentales. Me parece terrible observar a toda esa masa social que se moviliza para corear a los jugadores multimillonarios de sus equipos de fútbol (sin duda, meritorios deportistas de élite, pero no héroes que salven a nadie, como puede hacer un buen cirujano o el científico que lucha para encontrar una solución a una enfermedad mortal que se lleva por delante a alguien en la flor de la vida…). ¿La comparación es desmesurada? ¡Seguramente! Pero también lo es el agravio comparativo a nivel económico e incluso el dispendio de la afición.
También me parece terrible que haya tanto dinero y buena disposición para el fútbol, mientras se reduce y ahogan los presupuestos en educación y cultura… La inversión para facilitarles a las personas el acceso al conocimiento y a la belleza reveladora de las artes.
Pese a sus trece ediciones y a su radical importancia en la promoción de la danza contemporánea del país luso, el ALKANTARA FESTIVAL ve amenazada su supervivencia y su director, Thomas Walgrave, nos avisa de que esta puede ser la última convocatoria.
La programación transdisciplinar, con residencias, coproducciones, encuentros artísticos y colectivos que entienden la creación escénica, no solo como la búsqueda de un resultado eficaz, sino también como un camino de interminable investigación sobre los límites de lo teatral y, a la vez, de lo humano. Todo lo que esto implica puede acabarse por la ineptitud de un gobierno y la complicidad de una sociedad adormecida o anestesiada (¿por el fútbol y la televisión…? Entre otros analgésicos, calmantes y engañosos espejismos, que no te curan pero atenúan el dolor u ocasionan dependencia y sumisión).
Quizás habría que reinventar el mundo, desde la gracia, la belleza, una mirada limpia y la buena voluntad, como nos proponen en «GERMINAL», HALORY GOERGER & ANTOINE DEFOORT, para que no aconteciesen sucesos tan lamentables y regresivos como los que están a la orden del día.
Hace un año que vi «GERMINAL» por primera vez, en el pasado 67 Festival d’Avignon, y del cual ya escribí aquí en Artezblai, en el artículo titulado «Observación e introspección. Cuaderno d’Avignon 13» y también en la RGT Nº 76 y 77(Revista Galega de Teatro).
«GERMINAL» está nominado a los Premios Molière, los más prestigiosos galardones de la escena francesa y fue uno de los espectáculos revelación del pasado Festival d’Avignon, por su frescura en la creación de nuevas convenciones de juego teatral y porque, a partir de un espacio vacío, que esconde dispositivos escénicos empleados de manera sorprendente, acomete la odisea de reinventar el mundo.
Sí. Tres actores y una actriz, a partir de la oscuridad, van creando códigos de expresión y comunicación, de diálogo y debate, de categorización y orden… para alumbrar, de modo aparentemente sencillo, los mecanismos básicos que rigen la vida humana y social y para poner en evidencia, también, sus carencias y errores. Todo esto de una forma marcadamente lúdica y con un carácter ingenuo, exento de malicia, y de gran rentabilidad cómica.
Yo ya conocía las sorpresas que, a manera de imprevistos azarosos, iban a ir produciendo cambios en la situación dada y provocando la evolución de los eventos hasta el final. Sin embargo, pude gozar igualmente de la performance y de su dimensión plástica e, incluso, filosófica, debido a los enriquecedores niveles de lectura que posee esta dramaturgia.
Esta vez, me di cuenta de que, además de jugar a reinventar el mundo humano, para ironizar sobre algunos aspectos que nos condenan (como es la dependencia de un sistema económico y de sus gestores y mediadores)… También se incluye una teoría del teatro, o mejor dicho de la dramaturgia, ya que se abordan, en paralelo, los mecanismos y procedimientos básicos de composición de la acción, su necesaria coherencia, la conciencia espacial y temporal, la crisis, la finitud… El principio, el desarrollo o crecimiento… el final. Ahí la dramaturgia es el laboratorio de investigación y reflexión de la vida de las personas.
El Maria Matos Teatro Municipal estaba a tope de público y el aplauso final fue impresionante.
Uno de los actores leyó una nota de la dirección del Alkantara Festival invitándonos a enviar nuestra entrada a la Secretaría de Estado de Cultura del Gobierno de Portugal, para que viesen que existe un público también para el teatro contemporáneo y las artes performativas.
El fútbol, además de mucho dinero, mueve masas y emociones en su afición, pero no cambia a la gente. El teatro mueve masas minoritarias, emociones y pensamientos… Y el buen teatro, la Champions League de las artes escénicas, además, cambia sutilmente a las personas a través de anagnórisis y descubrimientos empáticos.
Afonso Becerra de Becerreá.