Nada es lo que parece
Estamos en tiempo de presentación de las programaciones de la temporada 2024/25 de los teatros e instituciones públicas más relevantes. Leo como replican las campanas y noto que la polarización que vive la política partidista en el Estado español se ha trasladado de alguna forma, tanto a lo que se ofrece, como a la manera que se analiza lo programado. Es obvio que la influencia de los partidos políticos que gobiernan en ayuntamientos y gobiernos autonómicos se note de manera directa en las programaciones habituales, los festivales y todo aquello que dependa directa o indirectamente de sus presupuestos. Y hay que recordar una vez más que un porcentaje elevadísimo de los teatros públicos son de titularidad municipal y eso incorpora matices de toda índole a lo que va a suceder en los teatros, porque los circuitos de distribución más amplios dependen orgánicamente de las consejerías de cultura de las autonomías.
Me estoy refiriendo a una de las partes fundamentales de lo que es la Cultura en vivo, con evidente relación con las artes escénicas. Y la distribución vinculada a la exhibición, es lo más controvertido, la parte donde las elecciones de los espectáculos y obras que giran o se muestran imponen una manera de subsistencia y posibilidad de equilibrio y desarrollo. Y siguiendo el hilo, también forma parte de una de las maneras de la censura invisible: la no contratación, que evita la grosería de la cancelación que es lo que hemos vivido y estamos viviendo en estos últimos meses, porque las programaciones firmadas vienen de otras gesti9nes, quizás con los m ismos técnicos, pero con otros concejales o responsables que o bien eran más abiertos o entendieron que en su localidad existen públicos diversos, que es lo que se ha perdido en el camino. No se debe gobernar solamente para quienes te han votado, por lo que no se puede programar solamente siguiente tus criterios dogmáticos de ética, estética y política.
Hay que mirar desde lo más alto que se pueda para ver lo que se nos propone para la próxima temporada. En algunos casos, como en la Comunidad de Madrid, lo significativo es que se destinan dos millones de euros más para los Teatros del Canal, cosa positiva. Sobre el contenido de lo programado me reservo la opinión, porque tengo claro que hay unos fragmentos de lo anunciado que me parece un retroceso, pero hay otras ofertas que se les debe aplicar el beneficio de la duda.
Lo que se puede decir, en términos generales, sin entrar en pormenores es que hay una suerte de conservadurismo, que no se vislumbran propuestas que aparentemente sean un riesgo. Quizás sea una lógica de los acontecimientos, que se recurra a los mismos artistas, directoras, intérpretes, para ir asegurando una estabilidad. ES algo más complejo que esta aseveración superficial, pero me ayuda a reivindicar, una vez más, la necesidad de crear compañías estables, es decir, actores, actrices, directoras, dramaturgistas en nómina en los teatros con producción propia. Asunto que no parece interesar a casi nadie que pueda iniciar este proceso desde instituciones públicas, parlamentos y otras instancias importantes.
Hay que mantenerse atentos, discernir las propuestas cuando se estrenen, revisar todo lo que circula, ponerse del lado de los cancelaos, de los excluidos, proponer incrementos de presupuesto, criterios de selección de programaciones mucho más fundamentadas en criterios artísticos y culturales y no solamente mercantiles, romper con el oligopolio de manera efectiva, todo eso que desde estas homilías no nos cansamos de repetir, de solicitar y mientras podamos lo seguiremos haciendo.
Escribo con los resultados electorales europeos frescos. Contengo la respiración. Las alertas han saltado. No digo más.