Naturalidad
No es natural, me dicen algunos. Entiendo que se encuentran extraños. En el teatro nada es natural, respondo. Una representación por definición no es natural. La convención de los signos escénicos con sus necesidades habita en otro espacio que no es lo natural. Otra cosa es que se busque, en ocasiones, la naturalidad en términos de sensación de facilidad, espontaneidad, fluidez de la acción física o vocal. Se sienten extraños al amplificar el gesto vocal, el gesto articulatorio, al extender la voz por el espacio. Y así en post de esa autenticidad y naturalidad ocurre que ves- y digo ver porque no se les oye- actores que solo el cuello de su camisa sabrá lo que están diciendo; oyes cantantes que mueven a un público en masa que no se les entiende hasta que no vas siguiendo la canción con el texto en mano, por ejemplo. El objetivo es integrar la técnica para que ésta sea vehículo que nos permita comunicar aquello que buscamos transmitir. Por aquí comienzan a tranquilizarse y a poner menos resistencias al trabajo. El miedo a hacer el ridículo puede ser una gran barrera. Este miedo se deshace a goteo a medida que la confianza va ganando terreno. La voz y la palabra, entonces se expanden, ocupan el cuerpo y el espacio. Vibra apoyada en la confianza.
El ser humano no tiene un órgano creado por la naturaleza cuya función fundamental sea cantar y hablar. Y mucho menos concebido para realizar una actividad artística. El aparato respiratorio y el sistema digestivo tienen como función primordial respirar y alimentarse. Es decir, preservar la vida. Cantar y hablar es una sofisticación de los gestos de respirar y deglutir. No poseemos una siringe como los pájaros. La mano agarra, toca, golpea, araña, acaricia pero la naturaleza no la creó, por ejemplo, para tocar el piano. Aprendemos una técnica para realizar esa acción. Técnica y natural no van de la mano. La técnica se acercará a lo natural en la medida que, por ejemplo, desaparece el esfuerzo y aumenta el grado de placer en la acción. Sí, cierto, la comunicación y la expresión son fundamentales para la supervivencia del ser humano. Pero la comunicación a través del arte es otra cosa. Subimos un escalón. Un amigo dice, todos podemos cantar pero saber cantar y hacer de eso tu profesión es harina de otro costal. Parece que la explicación ablanda aún más la resistencia y el actor se permite salir a jugar con la herramienta propuesta. El excesivo control por la imagen inhibe eso que identificamos como naturalidad. También la imagen vocal se ve diezmada. A veces por naturalidad creo que quieren decir credibilidad. Y tengo la impresión de que piensan que como el gesto vocal es más amplio de lo normal o se mueven en una zona vocal diferente a lo habitual eso va a restar autenticidad. Se olvidan por un momento del espacio donde se desarrollará la acción. Y a veces, parece que el actor no tiene en cuenta que él es un vehículo, una parte más del global de la historia y parece que se quedaran en la ambición de ser vistos ellos, su foto. ¡Qué peligroso! Y veo como en la medida que se identifican con aquella imagen vocal que proyectan y en la medida que se mueven por esas zonas como un pez por sus aguas su poder aumenta y es ahí cuando, abandonada la rigidez, la autenticidad brilla y aquello que comenzó siendo algo vivido como antinatural se convierte en vida vibrando. ¿Hay algo más natural?