Nome Próprio. Kale Dança. Ponte de Lima
Debo confesar que me gusta mucho la descentralización de las artes escénicas. Se supone que la danza y el teatro son fenómenos urbanos y se dan en el hervidero de las metrópolis. Sin embargo, esto no es cierto, o no lo es del todo, ni en su gestación ni tampoco debería serlo en su presentación ante un público.
Lugares con encanto como Ponte de Lima, en Portugal, son un ejemplo de descentralización. El nuevo director del Teatro Diogo Bernardes (TDB), Miguel Franco, dedicó el mes de abril de 2022 a la danza y acompañó los espectáculos programados con conversaciones en el “Salón noble” de la casa. De esta manera, la población del valle del Lima (ese río que los romanos, en su invasión, confundieron con el Lethes, el río del olvido) pudo gozar y charlar sobre danza. Miguel Franco me invitó a moderar las conversaciones con artistas y público y fue una auténtica delicia hacerlo en ese contexto exento de las poses metropolitanas. Aquí nadie está de vuelta, como parece acontecer cuando acudes a espectáculos o debates en Barcelona, Madrid, Porto o Lisboa. En estos lugares pequeños y acogedores el arte de la danza es como una hoguera alrededor de la cual pasmamos y nos calentamos.
En el TDB pude ver OS TRÊS IRMÃOS de Victor Hugo Pontes, el viernes 22 de abril. Fue mi primer espectáculo sin máscara en Portugal.
Os Três Irmãos es un ingenio intenso, entre la danza de Dinis Duarte, Paulo Mota e Valter Fernandes y las palabras del escritor Gonçalo M. Tavares.
La Cía. Nome Próprio de Victor Hugo Pontes centra aquí el cruce de la acción teatral y la danza, en una trinidad muy real en la fisicalidad de la interpretación de los bailarines. Al mismo tiempo, esa poderosa realidad escénica de la performance adquiere una dimensión ficcional por los diálogos escritos por Gonçalo M. Tavares, que no salen de las bocas de los bailarines, pero pueden ser leídos en una pantalla.
También esa ficción de Os Três Irmãos, que están a la búsqueda del padre, surge de las escenas en las que danza y acción son la misma cosa. Porque las acciones (lavar-se, jugar, bromear, luchar, buscar, dibujar con tiza las ausencias en el suelo negro e inclinado, cargar los cuerpos unos de los otros, abrazarse, hacer simulacro de matar…), en su composición, poseen una creatividad en el movimiento que renueva la danza y la hace aparecer casi irreconocible y sorprendente. Además, el hecho de que el texto no sea pronunciado por los bailarines también ayuda a dar ambigüedad a la performance, contribuye a que no haya una adscripción clara a lo dramático y, sin embargo, se produzca un giro hacia lo poético intensificado. Esto posibilita muchas lecturas de la pieza, aumenta las expectativas y la participación de nuestra imaginación. Lo comprobamos en la charla posterior.
La fábula de Os Três Irmãos, de esta manera, alcanza dimensiones bíblicas en esa trinidad desesperada, ahora amorosa, ahora violenta, que, en el fondo, parece estar a la búsqueda de sí misma en la figura del padre. Tal vez el padre como metáfora de la herencia, genética y/o cultural, que nos constituye y condiciona.
La pieza fue, sin duda, una experiencia intensa, igual que la conversación fue sumamente enriquecedora.
El Día Mundial de la Danza, el viernes 29 de abril, el TDB compartía una coproducción, TRIPLO de Kale Companhia de Dança. Una creación que se integra en el proyecto transfronterizo “Regards croisés”, entre esta compañía de Vilanova de Gaia (Portugal), La Fundición de Bilbao (País Vasco) y Malandain Ballet de Biarritz (Francia).
Me gustó conocer a esta agrupación, formada por un elenco muy joven y brillante. Mariana Malojo, Filipa Prata, Denise Sá, Mafalda Cardoso, Luis Claro, Michal Wilk y Isabela Rochael hicieron un viaje por tres estilos diversos. La desconstrucción de los corsés del ballet clásico, bajo la inspiración de la figura de Colombina de la Comedia del Arte italiana, en la coreografía intitulada COLOMBINA, de la portuguesa Daniela Cruz. El desafío de atravesar el contemporáneo con el Hip-hop y algunas danzas tradicionales de otros países, en una celebración de la comunidad más allá de lo territorial, en la coreografía FRAGMENT(S), del francés Hamid Ben Mahi. Hasta llegar a GAIA de Igor Calonge, donde la plasticidad pictórica del inicio y del final remiten a lo mítico, lo imaginario, lo transcendental, y en medio está la fiesta, el juego, el vitalismo de Gaia al ritmo de Samba. Fisicalidad alta y felicidad compartida con el público.
Esos viernes de abril en el TDB de Ponte de Lima, pudimos rehacer el recuerdo de la danza como expresión inefable y primigenia, madre de la poesía y del teatro. El arte de la danza como guía para cruzar el río del olvido, para entrar en la memoria que atesoran los cuerpos cultos.