Nostalgia
Nostalgia
Noche de estreno. La Zaranda presenta El régimen del pienso. El Festival Temporada Alta se encuentra en su ecuador.
Llegamos a cinco minutos del cierre de puertas, pero todavía nos da tiempo a saludar a un par de amigos. Se está muy bien en el Teatro de Salt. Es como estar en casa
La sala está llena. Aunque somos bastantes los seguidores de la compañía andaluza venidos de fuera, los locales son más o menos los mismos de siempre. Me admira la fidelidad del público del festival, la constancia de los espectadores de la capital catalana. Si bien el acto de ir al teatro en Girona conserva algo de decimonónico, pues las citas propuestas a lo largo del año tienen todavía mucho de acto social, también cabe destacar que es una ciudad con mucha tradición, respeto y amor por las Artes Escénicas.
Sentado, y a pocos minutos del arranque de la pieza, examino la escenografía y me sorprende un arrebato de nostalgia. Pienso en el espectáculo que cambio mi vida. Pienso en el teatro universitario y también en mis años de estudiante en la Universidad de Girona.
Fue una tarde de domingo de 1993. Los alumnos del Aula de Teatro de la Universidad teníamos entrada gratuita en el gallinero del Teatro Municipal. Un lujo que aprovechábamos siempre que podíamos. Aquel día, los vascos Ur Teatro presentaban El sueño de una noche de verano. A la velada se le suponía un interés especial, puesto que después del espectáculo íbamos a tener la oportunidad de conocer a la compañía –íbamos a codearnos con los actores y actrices de un grupo de teatro profesional, ¡se imaginan!-. El hecho es que los que tuvimos la suerte de asistir a la representación nos quedamos en estado de shock. Nunca habíamos visto nada igual, tan moderno, tan diferente y tan bien ejecutado. Y después de la charla con los actores, se lo imaginarán, ¿no? La mitad de nosotros estábamos decididos a consagrar nuestra vida al teatro…
Suena el segundo aviso y me atrapa preguntándome por los espectáculos que le dan sentido a nuestro oficio, a nuestra opción de vida. ¿Cuál será el espectáculo favorito de la chica que se sienta a mi lado? En mi caso descubro que no son tantos. ¿Bastarán tan pocas experiencias para cambiarle a uno la existencia? ¿Hasta qué punto puede sacudirnos una vivencia escénica? ¿Qué nos hace más o menos inmunes al veneno del teatro? También caigo que cada temporada, cuando estoy a punto de perder la cabeza porqué nada parece tener sentido y lo mejor hubiera sido dedicarse a cualquier otra cosa, aparece una producción que lo pone todo milagrosamente otra vez en su sitio. Y cuánto reconforta…
La verdad es que aquella época de teatro universitario no sólo se caracterizó por la recepción de buenos espectáculos. Fue una etapa plagada de oportunidades. La universidad no solo se compone de clases, cursos o lecciones magistrales. Me considero afortunado y estoy agradecido por aquella formación extracurricular. Las universidades cumplen un papel imprescindible como canteras de futuros profesionales del mundo de las Artes Escénicas y hay que reconocérselo.
Al tercer aviso, un par de estudiantes sentados detrás de mí leen en voz alta la sinopsis del programa de mano de la obra. Al igual que yo, tienen muchas ganas de disfrutar del espectáculo. Otro habla de ir después a las ‘barracas’, al concierto. Caigo en que son ‘Fires de Sant Narcís’ en Girona. Efectivamente se respiran en el ambiente. Habrá que intentar pasarse luego un rato por el Passeig de la Copa, dar ni que sea un paseo. Puestos a entregarnos a la nostalgia…
Precisamente pensando en la nostalgia, la luz de sala se funde, lentamente, y la función da comienzo. Qué sensación más agradable.